Concepción ideológica de infancia  
      en la obra literaria infantil de  Enrique Fischer 
       Por Carmela Fischer Diaz 
        
      “La niñez es eterna, pero  nadie debe habitarla para siempre. 
  Los niños tienen que  crecer.” 
                                                                       Enrique Fischer 
        
      1.  Introducción   
                  El tema de esa investigación nace  como respuesta a un vacío existente dentro de la crítica literaria argentina  respecto de la obra de Enrique Fischer, conocido como Pipo Pescador. Su obra  (teatral, musical y literaria) es inmensamente popular entre el público  de   Argentina y junto a María Elena Walsh es el referente indiscutible  dentro del mundo infantil. Su canción “El auto de papá” viaja en las voces de  los niños de varios países y su propuesta de trabajo ha inspirado a maestros y  profesores. Ha recibido numerosos premios, entre ellos, el premio Ace de la Asociación de Críticos  de Espectáculos, el Premio María Guerrero a su obra “Teatro chupete” y el  Premio Carlos Gardel. 
            Pipo Pescador, el personaje que  Fischer inventó, está grabado a fuego en el corazón de dos generaciones de  argentinos. Durante los años 70 conoció un éxito mediático que no había tenido  ningún artista para niños, a excepción de María Elena Walsh. Su romance con una  actriz fue portada de semanarios del corazón, mientras críticos teatrales  serios alababan sus espectáculos, que reunían a miles de niños en la calle  Corrientes . Este  fenómeno se diluyó a principios de los años 80, cuando abandonó Argentina para  autoexiliarse en España. En Madrid trabajó en el programa infantil “La cometa  blanca” de la primera cadena, dirigido por Lolo Rico. Cuando regresó a su país  en 1985 continuó adelante su carrera centrado en el teatro y la producción  literaria.  
            Mi conocimiento de la obra de  Fischer es riguroso. He trabajado como actriz de su compañía, cantado en sus  discos y hecho el asesoramiento literario de algunos de sus libros. He podido  constatar cómo funciona su obra y ver el desarrollo de su carrera en un país  como Argentina, plagado de vicisitudes políticas y económicas que, en  ocasiones, erosionan los más ilusionados proyectos. 
            Esta investigación me exigió la  utilización de un aparato crítico heterogéneo y   una mirada social y cultural en la que encuadrar la aparición, rasgos y  características de la obra y del personaje. Para hacerlo, me propuse utilizar  el mismo criterio que Fischer emplea en su trabajo con los niños, y que  consiste en crear libremente, sin necesidad de puerilizar ni infantilizar  artificialmente las formas o contenidos. Trabajé con los textos infantiles  considerándolos como cualquier otro texto literario y aplicando para su  análisis la bibliografía que fue surgiendo. Es decir, no busqué deliberadamente  libros especializados en el tema infantil, aunque me refiero a ellos en los  casos que considero convenientes.  
            Tuve dificultades en encontrar  bibliografía adecuada sobre temas argentinos tales como movimientos culturales  de los años 60, 70 y 80. Los estudios sobre esa época se centran, en su  mayoría, en la línea política y dejan de lado la revolución artística que  también tuvo lugar. La misma dificultad tuve en encontrar panoramas de la  literatura infantil, no sólo por su escasez, sino porque se encuentran  disponibles sólo en Argentina y tuve que solicitar que me los buscaran, en  muchas ocasiones, infructuosamente. 
            Estudié en la Universidad de Buenos  Aires la Licenciatura  en Letras y profundicé especialmente en Teoría Literaria y Sociolingüística,  dos ciencias a las que en este trabajo pretendo homenajear erigiéndolas como  base de mi pensamiento.  
            Agradezco a Matías Barchino Pérez,  mi director, por su apoyo, sus consejos, sus años de estudio, su buen humor y  la posibilidad que me ha dado de compartir con él mis inquietudes.  
            Agradezco a mi familia su amor y a  mis padres sus respectivas profesiones, sin las cuales este trabajo no hubiera  existido.  
            Agradezco a la Universidad de Buenos  Aires por unos años maravillosos dedicados al aprendizaje y a la Universidad de  Castilla-La Mancha por permitirme crecer y continuar desarrollándome en el  camino que he elegido.  
      1. 1. Corpus 
        Libros  publicados por Enrique Fischer (Pipo Pescador) desde 1975 a 2000  
        Escogimos este período de  tiempo, porque permite realizar un análisis de su evolución literaria del autor  a lo largo de veinticinco años.   
      1.2. Justificación de la elección del criterio cronológico para la  elaboración del catálogo
      La elección de un criterio  cronológico en la presentación de las obras se basa en la perspectiva  sociológica que pretendemos dar a nuestro trabajo. Cada obra que Enrique Fischer  produce está relacionada, por una parte, con su situación biográfica y  artística y por otra, con el contexto social y cultural que lo rodea en cada  momento.  
  Como señala Escarpit (1971:6)  
      “...la presencia de individuos creadores  plantea problemas de interpretación psicológica, moral, filosófica; la  mediación de las obras plantea problemas de estética, estilo, lenguaje, técnica  y, finalmente, la existencia de una colectividad-público plantea problemas de  orden histórico, político, social e incluso económico.”  
      Así lo explica Antonio Machado (1995:355), a  través de su heterónimo Juan de Mairena:  
      "El poeta  pretende, en efecto, que su obra trascienda de los momentos psíquicos en que es  producida. Pero no olvidemos que, precisamente, es el tiempo (el tiempo vital  del poeta con su propia vibración) lo que el poeta pretende intemporalizar,  digámoslo con toda pompa: eternizar. El poema que no tenga muy marcado el  acento temporal está más cerca de la lógica que de la lírica".  
      1.3.  Complejidad metodológica del presente trabajo 
      Dada la complejidad del hecho  literario infantil sólo un método interdisciplinario puede abordar un terreno  ubicado en el punto de encuentro entre diferentes ciencias humanas. Al  respecto, Marc Soriano (2005: 213) opina:  
      “...cuando se trata de libros infantiles,  es prácticamente imposible limitarse a su texto. Uno se ve obligado a  remitirse de inmediato a su contexto, al mundo adulto cuyas vigencias y  contradicciones expresan: (...) la situación jurídica que se reserva a los  niños de uno u otro grupo social, los métodos pedagógicos en vigencia, la  “imagen oficial” del niño” que se corresponde con la teoría  y con la praxis de esa sociedad, etc.  
      El análisis interdisciplinario  tiene su riego, pero a la hora de elegir no lo hicimos  entre un método clásico, riguroso, y un  método interdisciplinario, mucho menos riguroso, sino “entre una investigación  insuficiente pero satisfecha de sí misma y una investigación que también es  insuficiente, pero que sabe que lo es, y se esfuerza por profundizar.” Soriano  (214)  
                                 
         2. Objetivo 
        Analizar la concepción ideológica de infancia  que aparece en la obra de Enrique Fischer (Pipo Pescador) 
      3. Finalidad 
  Elaborar un catálogo crítico  que podrá ser utilizado en una investigación futura.   
      4. Hipótesis
      La concepción ideológica de infancia que  presenta Enrique Fischer en su obra literaria para niños está profundamente  conectada con la situación cultural y socioeconómica de la Argentina de la segunda  mitad del siglo XX y se encuentra basada en los siguientes principios: la  infancia como valor social a preservar y cuidar; la confianza en la mejora de  la sociedad a través de la educación moral y estética de los niños; la función  social de la literatura, y la familia como ámbito ideal de crecimiento.  
      5. Metodología
      Establecimiento del corpus, a  través de la elaboración de un catálogo crítico, que incluya un análisis de  cada obra y del conjunto. 
  A partir de este catálogo crítico, y como  conclusión de nuestro trabajo, estableceremos la concepción ideológica de infancia  en el corpus estudiado.  
  Para la realización del análisis seguiremos  los siguientes apartados (De acuerdo a la propuesta de Gema Lluch de tres  niveles de análisis. (Ver § 7.1) 
      
        
          - Condiciones       de escritura y recepción de la obra. Este apartado incluirá un breve       análisis social, cultural y político, incluyendo detalles sobre cada una       de las décadas en las que fueron publicados los libros. Si resulta       pertinente añadiremos una referencia a la biografía del autor o el       material de entrevistas que hemos realizado expresamente. 
 
          - Análisis       de la edición  de cada obra, teniendo en cuenta especialmente los paratextos. En este       apartado utilizaremos como base teórica el análisis multimodal (Ver § 7.4)
 
         
        
          - Análisis de la obra. La  elección, para su posterior estudio, de capítulos, poemas, o fragmentos dentro  de cada una de los libros que integran el corpus será libre, pues, intentando  alcanzar nuestro objetivo, privilegiamos el análisis de ciertos aspectos y  elementos significativos, en detrimento de otros que consideramos también  importantes, pero poco relevantes para comprobar la validez de nuestra  hipótesis. 
 
         
       
      En este apartado tendremos  especialmente en cuenta: 
      
        
          
            - Estereotipos relacionados o  identificados con la infancia
 
           
          - Transtextualidad
 
         
       
      e)   Estudio de campos semánticos  
      
        
          - Valores que esgrime cada       texto, agrupados en las siguientes categorías:
 
         
       
        
      -Valores físico-vitales 
  -Valores afectivo-psicológicos 
        -Valores socioculturales 
        -Valores ideo-racionales 
        -Valores anímico-espirituales 
      6.  Explicación de los principales conceptos a los que nos referiremos 
      Antes de comenzar este trabajo  es necesario presentar los modelos teóricos sobre los que basaremos nuestro  estudio y precisar qué entendemos por los siguientes conceptos: ideología,  infancia y literatura infantil.  
      6.1. Ideología 
      Entendemos por ideología “el  conjunto de conceptos, creencias e ideales que propone y sustenta una manera de  ver el mundo. (...) La ideología es un efecto de sentido que está en los textos  y que aparece, hacemos emerger, en el proceso de interpretación de elementos  diversos”. Lluch (2003: 33-34) Teniendo en cuenta, según lo citado  anteriormente, que todo texto es ideológico, en tanto produce significados e  ideas (Williams 1977:71) en este trabajo nos proponemos analizar la concepción  ideológica de infancia, que Enrique Fischer despliega en su obra literaria para  niños de los años 1975 a  2000. 
            Cuando  hablamos de analizar el concepto ideológico de infancia, nos referimos a las  ideas, normas, valores, creencias, opiniones o prejuicios, etc. que configuran  lo que Fischer entiende por infancia y que se encuentran diseminados en su  literatura, como espacio discursivo privilegiado de manifestación.  
            En  el caso de la literatura infantil interesa especialmente estudiar esta  concepción, porque condiciona el mensaje literario a las características que se  atribuyen al receptor-lector. Esta atribución no está dada sólo por el autor,  sino por la estructura  social, cultural  y comercial que legitima (o no) una determinada visión, en este caso la de  Fischer, y otorga el beneplácito para su difusión.  
      6.2. Infancia 
                  El  reconocimiento de la infancia, y de la adolescencia, como periodo de la vida  del ser humano diferenciado del resto y con unas características específicas,  aparece en  el siglo XVIII, y no en todas  las clases sociales ni en todos los países.  
  La modernidad parece ser el  punto de confluencia en el que surge una imagen acabada de infancia, que se  proyecta hasta nuestros días, en los que comienza a advertirse cierto quiebre  en esta construcción. (Caldeiro, 2005:1) La infancia como elaboración cultural  nace al amparo de la protección que, desde la legislación y las instituciones,  se les da a los más pequeños. 
  Como señala Narodowsky  (2008:26): 
      La infancia parece haber generado un  ancho abanico de discursos que la contextualizan axiológicamente, la perfilan  desde lo ético (...) la predicen de acuerdo a esos cánones. La infancia es la  clase obvia de la existencia de la psicología del niño y de la pediatría: un  recorte específico del ciclo vital humano que justifica elaborar un sinnúmero  de premisas y de afirmaciones igualmente específicas, particulares de esa etapa  de la vida del hombre, exclusivas e la niñez. 
  Las diversas clases sociales  tienen algo en común en su concepción de la infancia: la idea que se hacen de  su realidad biológica y psicológica. Se trata de una idea que se corresponde  con una experiencia concreta en torno a los estudios médicos, psicológicos,  jurídicos etc. que caracterizan una sociedad en un momento dado de su historia  (Soriano 2005:421) 
            La  concepción que cada época tiene de la familia está en relación directa con lo  que se considera infancia. El paso de una familia troncal, en donde lo  importante era la pertenencia al clan, a una familia nuclear coincide con la  escolarización como fenómeno indisolublemente unido a la infancia.  
            En  un mundo dominado por las necesidades adultas, la infancia es considerada un  mal necesario. Se la estructura rígidamente por “edades” y “etapas” lo que es  un modo de minimizarla y acortarla. (Soriano 2005:421)  
            Los  padres burgueses se ocupaban de sus hijos personalmente, por lo que se  interesaron en las primeras teorías psicológicas sobre la educación. 
            Sólo  si una sociedad reconoce y valora esa fase del desarrollo humano, actuará en  consonancia favoreciendo condiciones de vida que la hagan posible. La guerra,  la violencia, el trabajo, la pobreza, quiebran la niñez y dan como resultado a  una persona, que puede tener edad de un dígito, pero una psiquis más o menos  adulta. 
            Se  ha estudiado en profundidad la forma en que las sociedades crean y manipulan  ideológicamente la identidad de género, pero, en menor medida, de qué manera  utilizan y construyen una infancia que las identifique. Para conocer una  cultura resultará muy útil estudiar qué entiende por infancia y qué espacio le reserva.  
            Estamos  de acuerdo con Caldeiro (2005) en que la infancia, como construcción de la  modernidad, atraviesa una crisis. La pedagogía que enseñó a la sociedad qué es  un niño, deberá revisar si, a principios del siglo XXI, sus postulados dan  respuesta a la realidad actual.  
             
  6.3. Literatura infantil o literatura para  niños 
                  Si el término infancia es difícil de  precisar conceptualmente, también lo es la literatura infantil o para niños.  Existen una gran variedad de enfoques, motivados por dispares intereses de  teóricos e investigadores, así como por la ambigüedad inherente al término  literatura. (García Padrino, 1989). 
            Nieto  Martín y Fernández Pérez (2002: 53) comentan al respecto, que algunos  estudiosos rechazan la existencia de la literatura infantil como género dentro  de la literatura, mientras otros, reconocen su tradición histórica y sus  particularidades como fenómeno semiológico.  
Si bien el género recoge gran variedad de  textos, enfoques y posibilidades aceptamos como válida la definición de Cresta  de Leguizamón (1984:28)  
      “Se entiende  por literatura infantil toda obra, concebida o no, deliberadamente para niños,  que posea valores éticos y estéticos necesarios para satisfacer sus intereses y  necesidades.” 
      Gemma Lluch (2003 a: 8) dice al respecto: 
      “...una  literatura que además de proponer un entretenimiento artístico al lector, busca  a menudo crear una competencia lingüística, narrativa, literaria o ideológica.  (...)será todo aquello que se publica en colecciones de literatura infantil y  juvenil y que, por lo tanto, el editor y el comprador deciden que lo es.” 
             
¿En qué momento se ponen en  relación, y consideración, la literatura y el niño? Durante muchos años la  alfabetización fue privilegio de unos cuantos, entre los que no se encontraban  los infantes y las mujeres.  
La palabra infancia proviene del  latín infantia, que significa literalmente “mudez”. El infante (in-fans)es  por tanto, el que no habla. Hablar de literatura infantil o para niños, implica  la transformación de un sujeto que no habla aun sujeto al que se le reconoce el  derecho a hablar y se le ofrecen condiciones para hacerlo. Se trata del un  proceso largo en el que la escuela sustituye a la familia como artífice del  aprendizaje. (Goldín 2001). 
             En una edición especial del periódico titulado  “Sobrevivientes de la crisis” del año 1998, Fischer escribió sobre el arte y la  infancia: 
      “No hay literatura para niños, ni pintura para niños,  ni decoración para niños. El único que mira como un niño es el niño. Todo  intento de reproducir el clima en el que transcurre la infancia, resulta  patético. (...) La niñez no es un cardumen al que se nutre con alimento  balanceado.” 
                  Marc  Soriano (2005) comenta que hay una literatura infantil otorgada por el adulto y  otra, conquistada por el niño. Numerosos título de literatura no fueron  escritos para niños y sin embargo fueron adoptados por ellos. Es el caso de Las  aventuras de Gulliever o Robinson Crusoe.  
  Aunque algunos autores proponen  una distinción entre los términos: literatura infantil y literatura para niños,  entendemos que ambas denominaciones se refieren al mismo objeto de estudio. 
      6.3.1. El público infantil 
      Una de las características que determina al público infantil,  además de la necesidad, en muchos casos, de la existencia de mediadores para la  elección y la adquisición del libro, es que cambia constantemente. Cada  “generación” de público infantil dura más o menos, diez años (divididos a su  vez en varias franjas de edad según intereses) desde que comienza a tener un  contacto habitual y buscado con el libro, hasta que sus gustos se modifican en  la adolescencia. Se trata de un público de memoria limitada. Por eso, son  los mediadores adultos quienes actúan estableciendo una pauta de lectura y una  fidelidad a determinado autor a través de los años.  
  El éxito de un determinado libro es difícil de medir y de  interpretar porque el libro para niños une tres factores de manera indisoluble,  según señala Soriano (2005:434):  
      
        
          - la imagen que los adultos de  cada época y lugar tienen del niño
 
          - la imagen que los niños  tienen de sí mismos
 
          - los gustos reales de los  niños 
 
         
       
      7.  Base teórica 
      De acuerdo con la teoría de los polisistemas  (Even Zohar, 1997) entendemos que la literatura se comporta como cualquier otro  sistema sígnico organizado socialmente y que, en cuanto tal, se integra en  otros sistemas más amplios como la cultura o la sociedad. De manera que la  literatura no puede concebirse como un factor aislado, sino implicada en la  forma en que las sociedades se construyen a sí mismas. (Montserrat Iglesias  Santos, 1994:346).  
  A la teoría de los polisistemas le interesa  indagar de qué manera influyen las actividades literarias en la configuración  social de la realidad y en la distribución de las normas del comportamiento  social, pues son estos modelos de realidad, los que regulan a su vez los  modelos de interacción social. 
  Por todo ello, es necesario utilizar un  modelo flexible y ecléctico que nos permita abordar la multiplicidad de  aspectos que intervienen en la producción de un sistema de estas  características.  
  Adoptaremos como marco de  referencia teórica general la propuesta de Gemma Lluch (2003 a) para el análisis de  textos narrativos de literatura infantil (aunque algunos de los libros de  Fischer sean de poemas o canciones) y tomaremos algunas sugerencias de Santiago Nieto Martín y Josefa  Fernández Pérez (2002) en lo que se refiere a la interpretación y clasificación  de los “valores” en este tipo de literatura. 
  El análisis textual será complementado, cuando lo consideremos  relevante, con el análisis de algunas ilustraciones y del libro en su conjunto,  según la teoría de la “multimodalidad”, expuesta por diversos autores.  
  A continuación presentaremos de manera sucinta las diferentes  teorías a las que hacíamos referencia, así como su idoneidad para su  utilización en este trabajo.  
      7.1.  Propuesta de Análisis para la Literatura Infantil y Juvenil. Gemma Lluch (2003)  
      Cercana a la teoría de los polisitemas este método de análisis  pretende abordar el objeto de estudio (la literatura narrativa infantil) en  tres niveles.  
  El primer nivel tiene en cuenta aspectos pragmáticos como: la  sociología de la literatura, la historia del libro, la concepción de la niñez  (como uno de los factores que condicionan la recepción y producción de los  textos) o el estilo de comunicación, que incluye un estudio de la mediación que  hacen los adultos y el mundo editorial entre el niño y el libro. Para abordar  estas relaciones, recurriremos además a Cerrillo, Larranza y Yubero (2002). 
  El segundo nivel se ocupa de los paratextos (portada, ilustraciones,  formato, etc.) que hacen del libro un objeto “identificable” como producto  destinado a la infancia.  
  En el tercer nivel, nos situamos ya en el texto y sus  peculiaridades literarias, teniendo en cuenta las relaciones intertextuales, la  memoria transtextual y las experiencias culturales que ayudan a conformar la  competencia lectora de su público.  
  Este análisis tripartito, afín a la teoría de los polisistemas, el  campo creador de Bordieu, las series vecinas de Tinianov y, en definitiva,  todas las corrientes de estética de la recepción, enriquece la mirada sobre el  texto y permite abordarlo en relación a la cultura y la sociedad.  
  7.2.  Tinianov y la serie literaria 
  Yuri Tinianov, teórico del  formalismo ruso, explica que la esfera social se encuentra incluida en la  evolución literaria. Esta correlación entre la serie literaria y la serie  social se establece a partir de la actividad lingüística: la literatura tiene  una función verbal en relación a la vida social. El pasaje entre la serie  literaria y las series que él denomina “vecinas” (música, sociedad, etc.) se  concreta en la función desautomatizadora que ejerce la literatura sobre los  elementos lingüísticos automatizados por la cotidianeidad. Al mismo tiempo, se  produce un pasaje desde la serie social a la literaria, ya que es de esta serie  de la cual se toman los elementos que luego serán trabajados en la literatura.  
  7.3.  Algunas nociones útiles sobre estética de la recepción 
“Una estética torpe nos ha  habituado a reservar el nombre de artista al que produce la obra, como si el  que goza adecuadamente no tuviera también que serlo.”  
José Ortega y  Gasset 
      Según la estética o teoría de la recepción el  proceso de lectura es siempre dinámico. Mientras lee, el lector va construyendo  hipótesis de significado que el avance de la lectura le confirma o desmiente.  Las hipótesis se construyen proyectando sobre el texto una serie de  preconcepciones, un tenue contexto de creencias y expectativas que servirán  para evaluar las características de la obra.  
  Varios autores, entre ellos Gadamer, Iser y  Jauss, hablan de “horizontes de expectativas” para referirse a la naturaleza  pre-estructurada de la comprensión.  
  Toda comunicación se produce en un contexto.  Ese contexto está formado por la situación comunicativa y por el bagaje de  conocimientos que los participantes aportan y que juega un papel fundamental en  la interpretación del mensaje.  
  Jauss (1986) comenta cómo las normas sociales  subyacentes se convierten en praxis vital a partir de su transmisión a través  de la literatura. 
  Estas sencillas precisiones nos sirven para  pensar en qué punto se legitiman, se actualizan o se transgreden las  expectativas y preconceptos que el público consumidor de Pipo Pescador tiene  sobre la infancia y la concepción que Fischer presenta en sus escritos.  
      7.3.1.  Breve apunte sobre modelos cognitivos 
                  En relación con lo expresado en el  punto anterior podemos señalar que los padres, en su labor de crianza, tienen  unas ideas previas sobre el desarrollo, las causas de la conducta de sus hijos  y sobre la educación. Siegel (VER) llama a éstas premisas, “teorías implícitas”  que lo que hacen es mediatizar los procesos de interpretación, predicción y  prescripción que intervienen en la crianza. Estas mismas “teorías implícitas”  son las que funcionan cuando Fischer, o cualquier otro artista, crea para  niños. 
            Sutton-Smith  y Roberts (1981) en  su teoría de la enculturación, plantea la relación entre el tipo de valores  inculcados por una determinada cultura y la clase de juegos, que con el  objetivo de asegurar la transmisión de tales valores, son promovidos por cada  cultura.  
      7.4.  Análisis Multimodal 
      ...hay que conseguir que  el autor, el ilustrador, el fabricante de papel, el preparador de la tinta, el  impresor, el grabador y el editor, y qué se yo qué más, formen, en cierto modo,  una sola persona.
                                                                                         
                                                                                                          Ambroise  Vollard. 
      Para el análisis del libro como “objeto” cultural utilizaremos  como marco general de referencia, la teoría de la Modalidad que resulta  especialmente significativa en el ámbito de la literatura infantil. Modalidad  es el uso de diferentes modos semióticos y su combinación en el ámbito  socio-cultural, de lo cual resulta un producto o evento (Krees and van Leeuwen,  2001:20). 
 Los elementos no verbales  en los textos multimodales no sólo ilustran la parte lingüística del texto,  sino que cumplen un rol fundamental en la construcción del significado. Por  eso, si comparamos textos que manejan un único modo semiótico con otros  multisemióticos, veremos que la capacidad de significación de estos últimos se  expande notoriamente.  
Nodelman (1988:221) mantiene que el  significado de un libro ilustrado solo puede ser decodificado si se consideran  tanto las imágenes como las palabras. Cada modo comunicativo transmite  diferentes significados: las palabras y las imágenes, no son una repetición o  un paralelo una de otra, debido sus diferencias esenciales en la forma en que  comunican.  
Podemos afirmar entonces, que en el libro  ilustrado participan dos canales de comunicación y una única experiencia, sea esta  de tipo informativo, epistemológico o estético. El sujeto receptor queda  singularizado en la figura compleja de lector-espectador. (Martínez Moro 2004) 
La ilustración es a diferencia de la  pintura libre, un arte semánticamente vinculado a un texto. Como señala Áron  Kibédi Varga (2000) el grado de relación entre texto e imagen puede describirse  en términos de una gramática. La morfología afecta a la disposición de los  objetos verbales y visuales. La sintaxis se ocupa de la composición y de la  naturaleza de la relación entre ambos.  
      7.5. Los valores en la literatura infantil 
      El estudio que realizan Santiago Nieto  Martín y Josefa Fernández Pérez está relacionado con la investigación en torno  al sistema educativo español a partir de la LOGSE. El objetivo de la  investigación es poner de manifiesto qué valores son transmitidos a través de  la literatura infantil. Este tipo de investigación pretende abrir: 
      “...un campo que se sitúa equidistante  entre lo formativo cultural, el control del mercado editorial, la rentabilidad  económica y el poder de influencia social y empresarial.” (p: 16) 
      Los valores forman parte fundamental de  la concepción ideológica que una sociedad elige transmitir a los niños y por  tanto, sirven para establecer qué se considera “infancia” en un momento  determinado. Su estudio nos permite conocer las expectativas que las  instituciones dominantes tienen puestas en los niños, el grado de protección  que establece y las leyes que influyen en su contenido.(Lluch 2003b: 35).  
  El modelo de análisis que estos autores  llevan a cabo, parte de la concepción de que el sistema semántico (dentro del  cual se encuentran los valores) debe estudiarse desde un punto de vista  pragmático. Se sobrepasa así, el nivel léxico-gramatical o nivel manifiesto,  para llegar al contenido latente, que requiere de una lectura atenta y  analítica del texto. (Ver relación de esta propuesta con teoría de la recepción  § 7.3. y 7.3.1.) 
  Como firman  Nieto Martín y Fernández Pérez (2002: 69),  
      “en el proceso  de codificación y decodificación, intervienen de forma básica, las actitudes,  intereses, personalidad y valores de quien emite el comunicado y de quien lo  recibe. Todas estas características personales y socioambientales inciden  básicamente en el contenido mismo de la comunicación.” 
                  Considerando  la finalidad y objetivos de nuestro trabajo y teniendo en cuenta la variedad de  perspectivas posibles, hemos adoptado las cinco categorías de valores  propuestas por Quintana (1998:158), según la presentan Nieto Martín y Fernández  Pérez. Tomaremos cada uno de los libros de Enrique Fischer como unidad de  análisis global. Nuestro estudio no tiene carácter computacional, por lo que la  clasificación servirá de guía y nos permitirá concluir qué tipo de valores  privilegia el autor argentino en su obra.  
  Las cinco categorías son las siguientes:  (cfr. Nieto Martín y Fernández Pérez 2002: 78-79) 
      a)Valores físico-vitales: Un buen  ambiente, la salud, los recursos vitales, el sustento, la atención sanitaria,  el espacio vital, la vivienda... 
      b)Valores afectivo-psicológicos: la seguridad, la satisfacción de las tendencias básicas, la posibilidad de amar  y ser amado, la autoestima, la adaptación social, el equilibrio y paz  interiores, la salud mental... 
      c)Valores socio-culturales: la  posesión de los bienes convenientes, la prosperidad, la paz, la justicia, la  confraternidad, el buen gobierno, la igualdad de oportunidades, la superación  de la marginación, la amistad, el respeto, la cultura popular, la familia, la  educación, la libertad, el empleo, la seguridad social... 
      d)Valores ideo-racionales: el  conocimiento, la ciencia, la verdad, la experiencia, la creatividad, la  previsión, la funcionalidad, el orden, la información... 
      c) Valores anímico-espirituales:  la sabiduría, la orientación cosmovisional, la plenitud existencial, el amor,  la felicidad, el bien, la moralidad, la fidelidad, la dignidad, la belleza, la  religiosidad, la fe... 
      8. La literatura infantil en  Argentina. María Elena Walsh como precursora 
      Hasta la  aparición de María Elena Walsh (1930) en la escena literaria y teatral  argentina, la literatura y el arte infantil de aquel país estaba dominado por  las canciones y poemas folclóricos españoles y latinoamericanos y los escritos  para la escuela de marcado acento moralizador.  
  Aunque  Walsh posee una extensa obra para adultos, la presentación en 1960 de su  espectáculo infantil Canciones para mirar en el Teatro San Martín  provocó una revolución. Esta “desenfadada juglaresa” como la denomina Díaz  Rönner (2005:720) desató, siguiendo la tradición inglesa de Lewis Carroll y las  “nursery rhymes”, la tradición lúdica del lenguaje “entregando las palabras  para que los niños dispusieran de ellas como juguetes, hechos al antojo.” 
            Heredera del absurdo inglés y con  una predilección por el nonsense, Walsh es la primera en dedicar una obra  consistente y de calidad a los niños, otorgando jerarquía de verdadera  literatura a la literatura infantil. Así lo expresa la propia María Elena  Walsh, citada por Origgi de Monge (2004:103): 
      La literatura infantil es un  arrabal, y un arrabal desprestigiante. ¿Quién puede considerar que es escritor  en serio alguien que escribe para niños? A esta altura ya no me pasa, pero  cuando empecé había muchos prejuicios. En cualquier estudio formal de la  literatura de cualquier país li infantil no entra. Pensá que Lewis Carrollo  ingresa en la historia de la literatura inglesa cuando lo descubrieron los  surrealistas, tardíamente.  
                  Rönner (723) señala las principales  aportaciones de Walsh: 
      “    - Instala  la función poética del lenguaje en una escritura literaria hecha a propósito para niños. 
  -     Legaliza a los niños como intérpretes y actores de sus textos  literarios. 
      
        
          - Ignora el didactismo: sus  textos son cosquillantes, gratuitos, autónomos.
 
          - Desaloja los diminutivos como  recurso textual significativo.
 
          - Incorpora el humor en tanto  refuerzo del disparate.
 
          - Permite el renacimiento del  gusto por la poesía y la canción popular en los niños.
 
          - Renueva la polémica sobre  géneros mayores y menores en la literatura y literaturiza desde la marginalidad  y lo popular”
 
         
       
      Si bien es cierto que no se interesa por el didactismo, sí se  ocupa de resaltar determinados valores para la infancia: el juego, el placer de  la lectura, la sensibilidad estética, el respecto por lo pequeño e indefenso,  entre otras muchas cosas.  
  Esta gran escritora y música es la precursora clara y determinante  de un tipo de artista dedicado al público infantil en Latinoamérica. Su  contribución marca un antes y un después en la manera de entender la infancia.  
  Es ella quien imprimió en el ánimo de los escritores que quisieron  dedicarse a los niños, la idea de que la literatura infantil era un ámbito  genuino de expresión, alejado de la trivialidad y la cursilería con la que  habitualmente se la trataba.  
        Algunas de sus obras infantiles son: Juguemos en el mundo (1970); El reino del revés (1985); Tutú Marambá (1986); Cuentos de  Gulugú (1966); Versos para cebollitas (1967); Dailan Kifki (1986); Manuelita ¿Dónde vas? (2002). 
        Fischer reconoce y se empapa de la maestría de Walsh y, asumiendo  como territorio ganado las siete premisas anteriormente presentadas, incorpora  elementos de la psicopedagogía y ensaya otras formas de comunicación con los  niños más centradas en la participación que en lo puramente perceptivo.   
        Además de Walsh debemos mencionar a Conrado Nalé Roxlo (1898-1971)  que escribió La escuela de las hadas (1954) y la famosa “Balada de doña  Rata”, que tanto gusta a Fischer. José Sebastián Tallón (1904-1964) cuyas  poesías disparatadas anteceden al reino del revés de Walsh y a Javier Villafañe  (1909-1996) como pionero de la poesía infantil y el teatro de títeres, entre  otros.  
             
  9. Pipo Pescador, artista infantil  
                  Jean  Starovinsky (1974:58) (VER) afirma: 
      “El proyecto de autor, cuando es posible  descubrirlo, circunscribe un mundo, pequeño o grande, en cuyo interior reina  una ley homogénea, una necesidad de tipo orgánico. Tener en cuenta las  fronteras en cuyo interior ha contenido su palabra un escritor es, ciertamente,  darse la posibilidad de discernir la figura particular de un arte.” 
                  Pipo Pescador es el nombre artístico de Enrique Daniel Fischer  (Gualeguaychú, Argentina, 1946), nieto de inmigrantes alemanes del Volga,  asentados en la provincia de Entre Ríos. 
  Enrique Fischer creó en 1972 el  personaje Pipo Pescador, a partir de su apodo “Pipo” y de una traducción de su  apellido, Fischer, que significa “pescador” en alemán.  
         Este personaje, que nace a mediados de los años sesenta, sufre una serie  de modificaciones hasta alcanzar la apariencia que lo lleva a la popularidad,  en los años setenta.  
A lo largo de los veinticinco  años que analizaremos, el personaje continúa modificándose en función de la  época, de la edad de Enrique Fischer y de los contenidos que le interesa  destacar.  
            El personaje de los años setenta  tiene una serie de elementos que lo identifican; los más prototípicos son la  boina, el acordeón y la paloma torcaza. La elección de estos tres símbolos  tiene una profunda raigambre cultural. La boina es propia de los campesinos de  la provincia de Entre Ríos, donde se encuentra el pueblo natal de Enrique  Fischer. La mayoría de estos campesinos pertenecen a familias inmigrantes  europeas que utilizan la boina como atuendo habitual.  
El acordeón a piano es un  instrumento habitual entre los campesinos, especialmente los de origen alemán e  italiano y, siendo un instrumento europeo, sirve para tocar los ritmos del  litoral argentino.  
        La paloma, adiestrada, evoca la  magia, la naturaleza, la libertad y, como no, la paz. 
        La obra de este autor funciona  como una suerte de crónica de la cotidianeidad infantil de los años 70. A lo largo de su carrera,  Fischer inventó una canción o un poema para la  mayoría de las situaciones, objetos o sentimientos que forman parte de la vida  de un niño y sobre hechos que acaecían en la época. Tiene canciones sobre el teatro, los actores, la butaca en la que  nos sentamos, los aplausos, las luces que iluminan la escena, la espera  impaciente antes de empezar la función, el telón, la despedida o el público.  Sobre la casa, la mudanza, el pájaro carpintero, el faro, la pesca, las  alfombras, los grifos, el descubrimiento de la Luna, los azulejos y el viento. Los barrenderos,  la bicicleta, el sueño y la vigilia, la piscina o los barcos de papel.  Alrededor de 250 canciones registradas y 20 obras teatrales.  
        Su  discurso, y los valores que preconiza, son los de una clase media progresista  que ha tenido acceso a niveles de cultura, al pensamiento político, a las  ciencias sociales y al psicoanálisis y que pretende mejorar las pautas  educativas que le dieron sus padres. Ese gusto por adentrarse en la modernidad,  se encuentra en tensión con la cultura tradicional en la que Fischer se crió y  es precisamente la necesidad de superar esa tensión, la que impulsa la  concreción de una obra. 
        Es importante aclarar que  Fischer es un artista (escritor, músico, pintor) que utiliza la escritura como  un medio más de expresión. Esta circunstancia lo aleja de una labor meramente  intelectual y lo lleva a experimentar frente al público sus propias creaciones. La mayoría de su obra nació  para ser ejecutada en el teatro, en contacto con los niños, y en ello radica su  valor. Se trata de una obra que cobra vida y se actualiza cada  vez que Pipo Pescador se sube a un escenario.  
        Al respecto señala Jorge Romero Brest (1967)  crítico de arte argentino,  
      “Lo que distingue a unos  (artistas) de otros es la intencionalidad de la conciencia, según apunten a la  imagen como "cosa" que se logra de una vez para siempre, o como señal  de una verdad en proceso que por ello nunca es "cosa" y revierte sobre  quien la imagina.” 
      Fischer desarrolló su labor en  el teatro, en el cine y en la televisión. Lo más importante para él siempre fue la comunicación con los niños y la respuesta que éstos podían darle. Ejemplo  de esta actitud es que al terminar uno de sus programas de televisión, colocaba  la mano en la cámara (para que apareciera en la pantalla) y los niños pusieran  la mano de ellos sobre la suya y tuvieran la ilusión del contacto.  
            Pipo  Pescador es un personaje adulto que rescata el juego y la poesía del ámbito  puramente infantil. Posibilita a los mayores la liberación del  acartonamiento emocional  en que, a  menudo, se encuentran. Esta es la gran apuesta de Fischer como autor:  presentar hechos artísticos para toda la familia, para todas las edades. No  subestima ni al niño, ni al adulto y siempre confía en aquello que pueden  hacer juntos. Por eso, analizar lo que Fischer considera “infancia” a través de  su obra literaria, implica también dilucidar qué considera territorio “adulto”. 
             
  9.1.  Enrique Fischer y Pipo Pescador 
              A partir del nacimiento del personaje, Enrique  Fischer será conocido en Argentina por su seudónimo artístico. Su verdadero  nombre queda olvidado y comienza a fundirse la imagen pública con la privada.  
  Durante los años de mayor  exposición mediática, Enrique Fischer cultiva la identificación entre su imagen  y la del personaje, pero a partir de 1995 intenta modificar una realidad que  comienza a incomodarlo y en todos sus libros aparece la aclaración: “Pipo  Pescador es Enrique Fischer”. Esta precisión se mantendrá hasta la actualidad,  pero no ha logrado cuajar en el público, que asocia a la persona “Enrique  Fischer” con el nombre “Pipo Pescador”. A medida que pasan los años, las  características del personaje se han simplificado tanto que sólo conserva como  rasgo propio, la boina. Y es ésta la que funciona como disfraz, transformando a  Fischer en Pescador.  
  En la actualidad, Enrique Fischer  y Pipo Pescador son uno y el mismo. Hubiera resultado patético y artificial que  un hombre de sesenta años mantuviera los chalecos de colores y el pelo largo en  un intento de mantener una imagen congelada en el pasado. El personaje se ha  convertido ya en su autor y representa esa parte de Fischer siempre dispuesta  al juego.  
  Cada vez que Fischer escribe, toca  música o pinta es Pipo Pescador, porque Pipo Pescador es la parte creativa y  lúdica de este autor entrerriano.  
      10. Los años 60 y 70
      La década de los sesenta trajo consigo una nueva forma de ver la  vida. La juventud, cansada de unos moldes que limitaban su campo expresivo,  comenzó a liberarse propugnando otros valores y actitudes, tanto en el ámbito  político como en el arte. Así nace el movimiento hippie en Estados Unidos que  se extiende por Occidente adaptando sus características a la idiosincrasia del  país en el que se asienta, pero conservando el mensaje de paz, amor, música y  vida comunitaria. La estética pop, con Andy Warhol a la cabeza y la psicodelia,  asociada al uso de estupefacientes. 
  Las visitas al  psicoanalista se transformaron en parte de la vida cotidiana de la clase media.  Psicoanálisis, feminismo militante y liberación sexual gracias a la píldora  anticonceptiva fueron determinantes en la revolución social de la época. 
  El movimiento de mayo del 68 en Francia, tuvo su correlato  argentino en el Cordobazo (1969) insurrección obrera y estudiantil en oposición  al régimen dictatorial de Onganía, del cual surgió un movimiento obrero  fortalecido y un clima favorable al nacimiento de partidos y grupos de  izquierda, entre los que se encontraban “Montoneros”, grupo guerrillero afín al  general Juan Domingo Perón.  
  La Revolución   Cubana (1959) y la Guerra de Vietnam fueron  dos hitos decisivos en la configuración del pensamiento mundial y  Latinoamericano.  
      Paralelamente a estos cambios políticos se gestaba  una revolución en el terreno artístico alimentada desde las universidades y el  Instituto Di Tella, que convirtió a Argentina en unos de los países a la  vanguardia del teatro y de las artes plásticas. Si bien este crecimiento  artístico estaba ligado a una intelectualidad que abogaba por la libertad  expresiva y de pensamiento, aparecía disociado del panorama estrictamente  político. 
                  El  Instituto Di Tella, situado en Buenos Aires y fundado en 1958 por la Fundación Torcuato  Di Tella, tenía el propósito de promover el estudio y la investigación de alto  nivel, referida al desarrollo científico, cultural y artístico del país, sin  perder de vista el contexto latinoamericano en que la Argentina está inserta.  El Instituto Di Tella se transforma en centro obligado para todos los escultores,  pintores, rockeros y actores que presentan sus ideas, en absoluta consonancia  con lo que se estaba haciendo en Nueva York o París.  
            Las  exposiciones, happenings y espectáculos teatrales alternativos se suceden ante  la estupefacción de una sociedad que comenzaba a despertarse. Proliferaron los  cafés-concert y sótanos y buhardillas en donde se hacían obras de teatro. Con Juguemos  en el mundo de 1971, Walsh inauguró el género “recital” que había conocido  durante su estadía en París. Se trataba de una secuencia de canciones más o  menos relacionadas con intercalados textuales en medio. Fischer continuará  esta tradición y en ella basará gran parte de su carrera teatral. 
            De  manera que tanto en el ámbito político como en el artístico se estaban  respirando nuevos aires, siempre combativos con el poder y las tradiciones  establecidas, pero sin aparente relación entre ambos.  
            El  espacio que rodeaba al Instituto era conocido por todos como “La manzana loca”  pues proliferaban a su alrededor las reuniones de artistas, el teatro de calle  y el aspecto siempre vanguardista de sus habitantes.  
            Una  de las principales aportaciones estilísticas del Di Tella en el campo teatral fue  la eliminación del espectador pasivo, integrando al público como parte de  la obra. Los nuevos poetas buscaban mayor contacto con el público. Proliferaron  los recitales colectivos al aire libre o en auditorios. La música adquirió  fuerza como elemento poético y muchas poesías eran musicalizadas buscando  ampliar la sonoridad de las mismas.  La forma de  hacer llegar al público la poesía se asoció a la canción. Esta será una de las  bases sobre las que se asienta la obra de Enrique Fischer.  
            Fischer  estudia la Licenciatura  en Escenografía en la   Escuela Superior de Bellas Artes de la Plata. Entre sus  profesores destacan: Manuel López Blanco y Saulo Benavente, que labran su  visión del arte, basada en la correlación entre artista, obra y público en la  configuración del hecho artístico. 
            Damián Centrone en su artículo  “Vaivenes de la Revolución”  explica que las dos corrientes  revolucionarias, la política y la artística conviven durante las décadas del 60  y 70 y hasta hoy, sin unir sus propósitos. Muchos escritores y artistas fueron  criticados por su falta de compromiso político, pero como dice Centrone esta crítica  corresponde a un análisis superficial de la situación, pues decidir quién está  más o menos comprometido con la realidad que lo circunda resulta demasiado  complejo y subjetivo.  
      10.2. La impronta psicologista en la Argentina 
                  En los años  cuarenta se fundan dos editoriales, Abril, en 1941, por César Civita   y Paidós, en 1944, por Enrique Butelman y  Jaime Bernstein, que comienzan a publicar libros en torno a temas psicológicos.  Paidós en 1945, Conflictos del alma infantil de Carl Jung, con prólogo  de Marcos Victoria que años después sería el primer director de la carera de  Psicología de la   Universidad de Buenos Aires.        
                  Le siguieron El arte de amar y El miedo a la libertad de  Erich Fromm y La personalidad neurótica de nuestro tiempo de Karen  Horney, que alcanzaron un gran éxito. A mediados de los años 60 la psicología y  el psicoanálisis habían alcanzado un gran desarrollo. Entre 1945 y 1960 el 80%  de los títulos publicados se relacionaba de uno forma u otra con el  psicoanálisis. Abundaban las revistas médicas sobre el tema y los semanarios de  circulación masiva comenzaron a incluir habitualmente notas de psicología. El  poeta peruano Alberto Hidalgo, bajo el pseudónimo Dr. Gómez Nerea, lanzó una  colección titulada Freud al alcance de todos y el diario Crítica incluyó una sección en la que un psicoanalista interpretaba los sueños y  narraciones que los lectores enviaban. 
                  En 1942 se fundó la Asociación Psicoanalítica  Argentina que contribuyó enormemente a su difusión a través de la Revista de  Psicoanálisis. 
            De  manos de Paidós, especializada en psicología y educación se consolida la  presencia de una serie de disciplinas sociales como la pedagogía, la psicología  y la sociología que como apunta Elizabeth Jelin supone la creación de un nuevo  vocabulario que comienza a circular y a configurar una forma de pensamiento  común.   
            Enrique  Butelman, creador de Paidós y médico psicólogo, señala con respecto a su  proyecto editorial: “Pensábamos editar para formar una sociedad más sana y más  justa” (Citado por Blanco 2006: 94). Se pretendía entonces interpelar a un  público de profesionales como encargados de liderar un humanismo científico  capaz de reformar la sociedad. Esa era la intención de Gino Germani cuando  dictó el curso “Psicología social para educadores: naturaleza humana y cultura”  (1952) o en la presentación de un curso general de Sociología en el que decía: 
      “Se tratarán los temas fundamentales de la sociología actual,  encarándolos esencialmente desde la perspectiva de las relaciones entre escuela  y sociedad. Su propósito es el de proporcionar a los educadores los esquemas  sociológicos necesarios para una comprensión adecuada de lo problemas sociales  contemporáneos tales como se reflejan en la infancia y la adolescencia”.  (Citado por Blanco 2006:95) 
                  Ya en los años 70 acudir al  psicólogo formaba parte de la vida cotidiana de la clase media. Las personas  sentían la necesidad de analizar su vida, de comprender qué estaba pasando.  
            En el campo de lo infantil, que por  supuesto adquiere una importancia inusual hasta ese momento, la pedagogía actúa  como referente. Los estudios cognitivos de Piaget (1971) permitieron entender  cómo se desarrollan las estructuras de pensamiento durante la infancia y esto  promovió un nuevo tipo de enseñanza que debía adecuarse a las etapas de  desarrollo. Comenzó así la división de los libros infantiles en bloques de  edad.  
            Como señala Colomer (1998:69) “Los  libros intentaron responder al postulado de una naturaleza activa del  aprendizaje y a la concepción de un deseo, natural por parte de los niños, de  construcción del sentido a partir de material motivador.” 
Se hacen muchísimos progresos en educación y Argentina se sitúa a  la vanguardia en cuanto a metodología y didáctica.  
            Es en ese contexto, en el que  resultaba indispensable poner en práctica los nuevos conocimientos difundidos y  aceptados socialmente, que Fischer solicita la participación de la pedagoga  Mirta Goldberg como asesora de su obra infantil.  
 
       
      11.  Colección:  Los libros de Pipo Pescador
               Esta colección denominada “Los libros de Pipo Pescador” es una de las  primeras, dedicadas a un personaje infantil en la Argentina. En la  contratapa de cada uno de los libros, y como diseño identificativo, aparece una  ilustración del autor, en la que figuran sus tres símbolos (la boina el  acordeón y la paloma) con la intención de ir creando una mitología en torno al  personaje.  
        Cada libro está dedicado a un color primario: amarillo, rojo, azul y  blanco. Esta separación por colores responde a una estética pop-art,  característica de los años setenta, que Enrique Fischer llevó al ámbito  infantil, tanto en la vestimenta de su personaje, como en sus libros o discos  (su primer disco fue de pasta de color amarillo).  
  Uno de los rasgos  característicos de su producción es que se permite trasladar elementos  estéticos considerados para adultos al mundo infantil, que hasta el  momento había estado dominado por una concepción edulcorada y kitsch. 
  En ninguno de los cuatro libros se hacen  recomendaciones sobre la edad de los lectores. Al respecto señala Pierre Bordieu (2000) que  la división por edades forma parte del poder cultural, que busca imponer  límites y producir un orden en el que cada uno ocupe su lugar.  
  Las portadillas están compuestas  por una página doble con fondos que cambiarán según el libro de que se trate. A  la izquierda, una ilustración que muestra a Pipo Pescador leyendo solo, en un  campo, rodeado de dos palomas y un escarabajo. En el cielo, una nube. Cada  libro tendrá un poema diferente alusivo al color.  
      Este libro  está dedicado  
        al color amarillo, 
        para que se alegre el Sol 
        y la flor del espinillo. 
                                                           [De El libro amarillo] 
      Esta hoja es toda azul 
  y si la mirás profundo 
  verás que tiene escondidas 
        todas las aves del mundo. 
                                                           [De  El libro azul] 
      El rojo baila en el fuego 
        y en la rosa cuando hay viento; 
        le dedico estos poemas 
        y me quedo muy contento. 
                                                                 [De  El libro fuego] 
      Esta hoja, toda blanca, 
  es de azúcar, es de sal; 
        es de harina, es de espuma, 
        de paloma o de cristal. 
                                                           [De El libro blanco] 
      Los cuatro poemas hacen alusión  al folio o al libro que los contiene. Este juego metatextual habitual en los  cuatro libros, produce un continuo diálogo entre el texto y su soporte, que se  extiende a la relación entre los personajes, los editores y el autor. 
  La imagen de la portadilla es  muy sugerente y sumerge al lector en un clima de calma e introspección. La  poesía, con estética de haiku, relaciona el color del libro y, concretamente de  la página, con entidades naturales, como el sol o las flores. La naturaleza  aparece como origen del color.  
  En la segunda página (de todos  los libros de la colección) aparece una carta de los editores a Pipo. Esta  carta especifica las razones por las que se publica el libro. Es una  “declaración de intenciones” de parte de la editorial, que cree necesario fijar  en formato libro, los textos, juegos y canciones que Enrique Fischer ha  difundido oralmente, desde el teatro.  
      “Tenemos  que hacer un poco de historia. Primero nos gustó escucharte y hasta ponernos a  jugar.”  
      La referencia a la “historia” es  útil porque demuestra que esta colección funciona como recopilación de la obra  más importante de Pipo Pescador desde el año 1972 hasta 1975. Los editores  hacen “historia” y narran las condiciones de recepción de la obra marcando la  oralidad que la identifica y la participación en la misma de los niños y de los  adultos, que se sienten interpelados junto a sus hijos.  
      “Porque  aunque grandes, nos sentíamos un poco “semilla chiquita” o un alumno más de tu  profesor de vuelo”. Ser los “papás canguros” o bañarnos en el “arroyito de la  pared” que salía de tus poemas.” 
      La utilización del hecho  artístico como motivo de comunicación y unión entre padres e hijos será una de  las constantes en la obra de Pipo Pescador, que ya en 1975, será anunciada por los  editores.  
      “Descubrimos  que es lindo y que podemos. Que cantando nos acercamos más a nuestros amigos, a  nuestros hijos.” 
      La producción de Pipo Pescador  está destinada a los niños, pero también incluye a los adultos, como posibles  receptores. En  este sentido, Enrique Fischer ha manifestado, que según su concepción, el arte,  al igual que una puesta de sol, tiene que ver con categorías de estética y  armonía propias del ser humano y que pueden ser captadas por cualquier edad. Lo  que sí existen son temáticas, contenidos o intencionalidad de la obra, más  afines a un adulto o a una niño.    
        La marca oral característica de  esta obra está relacionada con el carácter musical de la mayoría de los textos. El acordeón a piano de Pipo,  llamada Cirila (por Cirilo el campesino que se la regaló), funciona como sello  y acompañamiento de este juglar. Cualquier poema es susceptible de  transformarse en canción y por tanto, de incluir el cuerpo y su expresividad en  la dinámica artística. En la obra de Enrique Fischer los textos viajan de la oralidad  musical, que incluye el movimiento, a la quietud intelectual del libro.  Cualquiera de estos espacios le son propios y genuinos.  
        Los editores despiden la carta  enumerando a los “que jugaron con el color”, es decir, a los ilustradores del  libro, de los que sólo aparece el nombre como si de una pandilla de amigos se  tratara. Y en efecto, varios de ellos forman parte del círculo íntimo del  autor.  
        Lugar destacado ocupa la mención  al asesoramiento psicopedagógico de Mirta Golberg (al que hacíamos referencia  en el unto anterior). Influenciado por una sociedad como la argentina, en la  que el psicoanálisis es para muchos una experiencia vital obligatoria, Enrique  Fischer, considera esencial la supervisión de su obra por una psicopedagoga  que avale la idoneidad del mensaje. Esta relación laboral durará hasta  1977, momento en el que Enrique Fischer comienza a ver innecesaria la  acreditación psicopedagógica, aunque siga valorando los conocimientos aportados  por esta disciplina, que tanto lo ha ayudado a entender el universo infantil.  
        (Mirta Golberg nunca ejerció de  cancerbero creativo de Fischer, sino más bien como consultora de aspectos  relacionados con la motivación y educación de los niños).  
      11.1. El libro amarillo  de Pipo Pescador 
                  La portada del libro tiene en plano  central una foto de Pipo Pescador desperezándose en la cama. Lo acompañan su  inseparable boina (sin la cual volvería a ser Enrique Fischer), la paloma,  posada en la bandeja del desayuno y un libro abierto en el regazo. La escena  matutina y cotidiana ilustra el contenido del libro, que se ocupa de los tres  momentos principales del día: la mañana, la tarde y la noche.  
        El libro en el regazo y el  desayuno en la cama producen un anclaje del personaje en una clase media  ilustrada, con tiempo para el ocio y que considera la lectura como un placer  que requiere de intimidad y sosiego.  
        El respaldo de la cama de madera  noble y antigua enmarca la escena aportando un fondo tradicional al juego de  colores y estética setentista. Esta mezcla entre la cultura tradicional de  origen europeo y el ingreso en corrientes estéticas contemporáneas, será otro  de los rasgos definitorios en la expresión artística de este autor. 
        Este perfil del personaje, que  no es más que un desplazamiento ficcional de la personalidad del propio Enrique  Fischer, resulta fundamental para el establecimiento de su concepción  ideológica de la infancia, como veremos. 
        El Libro amarillo es el más lírico y abstracto de la  colección. Sus protagonistas son entidades naturales con las que el ser humano  se relaciona, pero que no pierden nunca el misterio que las rodea. El primer  poema tiene forma de adivinanza,  
      “¿Quién saca un sol amarillo 
        y una palomita blanca 
        de una galera muy negra  
        con estrellas dibujadas?” 
      [De “La  mañana”] 
      Los poemas muestran dos facetas de  la realidad: una tangible y habitual, como el desayuno, el parque, los  balcones... y otra, oculta, a la que solo se puede acceder mediante una  percepción sutil, poética y libre de cada acontecimiento. 
        
      “¿Quién pone escarcha en las piedras 
        como lentejuelas de agua 
        y al nogal humilde viste  
        con frutas abrillantadas?” 
                                                                       [De  “La mañana”] 
        
      El segundo  poema es una descripción poética del mundo, 
      “Y los ríos se detienen
      y esperan en sus remansos  
        que la tarde los adorne 
        con un moñito dorado”. 
                                                                       [De  “El secreto de la tarde”] 
       y, sólo en el tercero, aparece el ser humano  como sujeto de la percepción, marcado en la primera persona del verbo.  
      “Siento que el río sigue andando
      la semilla va brotando 
        y el viento tiene  voz. 
        Oigo la presencia de las aves, 
        la sirena de las naves 
        y me lleno de emoción. 
                                                                             [De  “La marcha de la noche”] 
                  El yo lírico describe su  percepción emocionada del mundo y funciona así como transmisor de experiencia  vital.  
  Los valores predominantes de esta obra son los relacionados con la  posición del ser humano en el mundo. ¿Cómo miramos? ¿Qué nos identifica? ¿Qué  costumbres tenemos? ¿Cuál es nuestra relación con la vida? Hablamos entonces, del grupo de valores  afectivo-psicológicos, ideo-racionales y  anímico-espirituales.   
      11.2. El libro azul de Pipo Pescador
        
      La portada del libro está ilustrada con una foto de Pipo Pescador  arrastrando a su silla Patadura. Esta silla, antigua, pertenece al mismo estilo  tradicional de mobiliario, representado en El libro amarillo por el  cabecero de la cama. Pipo Pescador aparece vestido con pantalón oscuro, chaleco  y camisa de colores. La boina lo identifica.   
  En este libro, la carta de los editores incorpora una pequeña  historieta hecha con fotos y dibujo. La secuencia comienza con un foto en la  que Pipo Pescador aparece sentado en la silla y, ante la llamada de los  editores, acude raudo, transformándose en dibujo.  Este paso de la realidad a la fantasía será  ampliamente explotado en los años 80, sobre todo en videoclips. De esta manera,  se incorpora su imagen a la ficción creada en torno al libro y a la relación  del personaje con la empresa editorial. 
  Las cuatro historias del libro están escritas en verso. Algunas,  tienen música y están preparadas para la escenificación. Fischer se siente muy  cómodo escribiendo en verso con rima. Lo utiliza cuando quiere escribir poesías  o narraciones jocosas, como en este caso.  
  La primera  historia “Aventuras con mi silla Patadura” está resuelta en forma de historieta  y en ella se representa a Pipo Pescador con su ropa habitual de colores y a la  misma silla de la foto de portada. Patadura es una silla a la que Pipo Pescador  “anima” con la misma lógica y naturalidad con que un niño da vida a su muñeco  preferido. Es como una extensión sensitiva de Pipo, que es el único capaz de  comunicarse con ella. Pipo y su silla viven una situación desafortunada con la  portera del edificio. Una sencilla escena cotidiana convertida en motivo de  emoción y aventura. La esencia del juego.  
      “La portera no se dio cuenta de nada 
  y le puso (a la silla) encima una sábana mojada; 
  enjuagó un inmaculado camisón 
  y después se lo tiró sin compasión. 
  Patadura quedó casi sepultada 
  bajo una montaña de ropa mojada. 
¡Pobre Patadura, me miraba temblando 
        y sus patas flacas se iban aflojando! 
        (...) 
        Me saqué la boina y la hice volar 
        y con todas mis fuerzas me puse a silbar. 
        La boina liviana remontó ligero 
        y salió por la ventana del lavadero. 
        -Qué raro un plato volador a la mañana! 
        -dijo la portera, y se asomó por la ventana. 
        Aproveché que Patadura era ligera  
        y nos escapamos por la escalera.” 
                  La  aventura de Pipo y su silla recuerda los juegos de detectives, cuando los niños  se esconden para “vigilar” a los adultos. Fischer coloca a su personaje como  protagonista de algunas historietas con la intención de configurar los gustos y  forma de vida del personaje. En los años 70 (y en la actualidad) la clase media  vive en edificios en los que una portera o portero hace las tareas de limpieza,  mantenimiento y, en ocasiones, servicio doméstico.  
“La bailarina Serafina” escrita en forma de poema, narra la  leyenda de la “primavera”, tal como se la imagina Pipo Pescador. Una bailarina  frustrada, que luego quiso ser modelo de peinados y que, finalmente, se  convierte en pintora de la vida, es decir, en la primavera. Este poema, a  menudo escenificado en teatro, simboliza la búsqueda de la identidad,  entendida como la armonía entre lo que soy,   lo que hago y lo que ofrezco a los demás. 
      “Mirando este papel blanco
      Serafina descubrió 
        que el blanco se queda solo 
        cuando no tiene color.” 
      Cuando dice “este papel blanco” se refiere a la página misma en  que está inserta la poesía. Así, en varios momentos (utiliza el mismo recurso  en la portadilla, como mencionamos anteriormente) el texto dialoga con el libro  que lo contiene, ficcionalizando el objeto “libro” y sus posibilidades. Como  señala Colomer 1998:94: “ Se busca evidenciar la relación entre el libro como  objeto del mundo real y el mundo de ficción que el libro proyecta”. 
  En el “Romance del cucharón y la espumadera” vuelve al tema  cotidiano, en este caso amoroso, personificando los utensilios de cocina.  
      “Un día (al cucharón) lo  invitaron a una fiesta cafetera, 
  y quedó enamorado de una  linda espumadera. 
        (...) 
        El cucharón del cuento tanto en ella pensaba 
        que al saltar hasta el plato  toda la sopa volcaba. 
¡Cómo soñaba! ¡Cómo  pensaba! 
¡Con cualquier cosa se  ilusionaba!” 
      “La mona Ramona” narra las vicisitudes de una mona “humanizada”  que quiere ser artista, hasta que, después de numerosas desilusiones, decide  ser lo que siempre fue, “una buena mona/sin luces de circo y sin cartelón”.  Esta historia sería otra versión de la búsqueda de la propia identidad,  que finalmente, se encuentra en las cosas más sencillas.  
  El libro termina con una ilustración de la mona y de Pipo Pescador  (hecha en colaboración por dos ilustradores diferentes) como si fuera una foto  de ambos. En la parte superior izquierda de la página, figura una dedicatoria  de Pipo Pescador a la mona: “como recuerdo de su participación en este libro,  cariñosamente...” Aquí se mezcla nuevamente la realidad con la ficción  textual. El autor, en tanto personaje, se relaciona con sus propias  creaciones.  
  En este libro predominan los valores afectivo-psicológicos  relacionados con la búsqueda de la identidad, la autoestima y el equilibrio  interno.  
      11.3. El libro rojo de Pipo Pescador
        
      Este libro está pensado como un cancionero ilustrado. Incluye  algunas de las canciones que, en los años setenta, Pipo Pescador interpretaba  en el teatro y auditorios. En la mayoría de ellas, se incita a los niños al  movimiento, a la expresión corporal.  
  En la portada aparece Pipo Pescador jugando con dos cintas que  forman parte de la coreografía de la canción “Profesor de vuelo”, tal como se  escenifica en el teatro. Hay por lo tanto un constante diálogo entre el  libro y la escena, como dos ámbitos complementarios y estéticamente  dependientes.  
            “Semilla  chiquita” (ver §11.1.3. y 11.1.5) narra el crecimiento de una semilla, hasta  convertirse en árbol. El autor se identifica inmediatamente con la semilla,  promoviendo el que los niños también lo hagan. Así, los niños dramatizan su  propio crecimiento, paralelo y unido al de la naturaleza, hay por tanto una  visión naturalizada de lo humano. 
      “Semilla chiquita,  blando corazón; 
        muy quieto en la tierra sin  cielo estoy yo. 
        Semilla que empieza a buscar  calor, 
        panza redondita, brazos  hacia el sol”. 
      A través de la metáfora del árbol se explora la trayectoria del  ser humano, que poco a poco amplía su horizonte. 
      “Yo quiero crecer; 
        mi rumbo es el Sol, 
        mi casa es el aire, 
        mi mano una flor.” 
      En “Canción de cuna de la flor de lino” Fischer escoge una flor  íntimamente relacionada con el campo argentino y uruguayo. Nuevamente la  naturaleza acompaña románticamente los ciclos humanos. El Sol y la Luna, el Cielo y la Tierra aparecen  personificados en un tiempo mítico, al mismo tiempo que se instaura una leyenda  para la flor de lino. 
      “Dicen que el cielo bajó
      a visitar a la Tierra 
  y le sembró flor de lino 
        para no verla tan negra. 
        La Luna tendió la cama 
        para que el Sol se acueste, 
        y el Sol no quiere dormir 
        si no ve a la flor celeste. 
        (...) 
        Si subís a un limonero 
        no esperés bajar naranjas; 
        si entrás en un gallinero 
        no hallarás palomas blancas.” 
      Este final, de reminiscencias de folclore español infantil,  concluye la profusión imaginativa desplegada a lo largo del poema. Como si la  realidad irrumpiera de pronto, marcando límites y finalizando el juego. Pero  este anclaje en la realidad, lejos de desanimar, aporta nuevas expectativas, porque  preconiza el disfrute de las cosas tal cual son.   
            La “Canción del manzano” continúa  significando poéticamente, los objetos y situaciones cotidianas. Una y otra vez  se hace referencia al crecimiento de los niños y a la función que desempeña la  naturaleza en ese proceso. 
      “El manzano es un árbol
      que a los niños es  muy fiel: 
  regalándoles manzanas 
        los ayuda a crecer.” 
      “Canción de arena” narra el recorrido de una piedra hasta volverse  arena por el desgaste del mar. 
      “La piedra bajó  rodando, 
  rodando llegó hasta el mar; 
        la piedra era bailarina 
        y el mar la invitó a bailar; 
        bailó tantas marejadas 
        que se empezó a desgastar; 
        la piedra se volvió arena 
        y el mar siguió siendo mar.” 
      La arena recorre caminos hasta llegar a la ciudad, para formar  parte de un edificio y así volver a ser, de alguna forma, una montaña que se  eleva sobre el mar.  
  La “Canción de la alfombra” y el “Profesor de vuelo” son poemas  sobre elementos cotidianos con que los niños juegan habitualmente.  
      “Yo tengo una alfombra 
        debajo de mi cama, 
        cuadrada y sencilla, 
        con corazón de lana, 
        con tres manchas de helado 
        y una estrella de agua.” 
      Los ciclos naturales; la  modificación de la naturaleza por el ser humano y la relación profunda entre  ambos son temas recurrentes en el libro, así como la instalación de la  percepción poética como fundamento de la escritura.  
                  Los  valores predominantes en este libro son los ideo-racionales y los  anímico-espirituales. Se da mucha importancia a la sensibilidad, a la agudeza  de la mirada y a la capacidad lúdica.  
                  11.4. El libro blanco de Pipo Pescador
                  
      Este libro es el primero en el que Fischer presenta juegos con el  lenguaje, como los trabalenguas o las jitanjáforas. Este estilo desenfadado,  surrealista y humorístico será el que más tarde, cultive en el Libro  loco o La magia de leer.  
  En  la página nueve, en mitad de un trabalenguas, aparecen unas mariposas, que, se  nota claramente, que han sido dibujadas por otro ilustrador. Una nota dice:  
      “Estas mariposas se han escapado 
      de la hoja 18. El autor pide 
        disculpas y les asegura que  
        no volverá a ocurrir.” 
                  La ruptura de las reglas  habituales del código textual (personajes que “habitan” el libro y se  mueven libremente por él) es un recurso habitual en los libros y películas para  niños de la actualidad, que comenzó a extenderse en los años 70. 
  El capítulo “Recetas” aúna instrucciones varias, desde cómo  decorar un huevo duro o cómo sacar punta a un lápiz, hasta la fantasía de  “hacer” una mariposa. Esta última, constituye uno de los números teatrales  clásicos de Pipo Pescador. En escena, una actriz escenifica todo el poema,  mostrando el proceso por el cual un gusano llega a convertirse  en mariposa.  
            Aquí Fischer, a la manera de  Cortázar en Manual de instrucciones, re-significa comportamientos  automáticos, otorgándoles una relevancia insospechada y de tintes surrealistas,  que están marcando las imposibilidades expresivas y conductuales de la  sociedad.   
            En  “Las Perchas” se presentan primero las ilustraciones como un comic, sin texto,  de manera que los niños pueden comprender perfectamente el argumento, sin necesidad  de palabras. A continuación se encuentra el poema. Esta exploración de las  posibilidades narrativas del código gráfico resultan interesantes, porque se  trata de dos lenguajes diferentes. La imagen tiene mucha capacidad para  transmitir la posición espacial de los personajes, que constituye el nudo  argumental de la historia.  
            En este libro los valores  predominantes son anímico espirituales e ideo-racionales, prestando especial  atención a la valorización y conocimiento de la realidad, la creatividad y el  humor.  
      12. Los años 80 
                  El 10 de diciembre de  1983 Raúl Alfonsín asume la presidencia de Argentina por voto popular y se  enfrenta a dos retos importantes: la consolidación de la democracia y el  intento de superación de una situación económica signada por la inflación y la  deuda externa que hacía a Argentina dependiente del arbitrio de los países  centrales y del Fondo Monetario Internacional. 
  La llegada de la democracia supone un boom de crecimiento en  cuanto a cantidad y variedad de géneros publicados. Aparecen editoriales  especialmente dedicadas a la literatura infantil y juvenil. Otras, ponen más  dinero que antaño en la producción para niños. Nacen las Ferias del Libro  (entre ellas la Feria  del libro infantil y Juvenil), actividades de capacitación docente, premios,  encuentros e instituciones dedicadas a difundir la lectura entre los más  pequeños como CEDILIJ, Piedra Libre, Alija (Sección Nacional del IBBY).  
  El género infantil se frivoliza con la aparición de  “vedettes” que, apoyadas por los canales de televisión, inician una explotación  industrial de lo infantil. El cambio es profundo y definitivo. El artista para  niños ya no es un ser libre que puede emitir creatividad apoyado en su sola  decisión interior, sino que se transforma en la cara de una estructura  comercial que lo exhibe y lo convierte en mercancía. En los 70 la televisión  aún no tenía intereses en el bordereaux  del  teatro. Fischer hacía televisión, pero nadie dictaba el contenido.  
  En los 80 surgieron también los canales dedicados exclusivamente  a los niños, que llegaban desde Estados Unidos (Discovery Kids o Disney  Channel). Esto desanimó e hizo declinar a los artistas con albedrío personal  que no quisieron pasteurizar sus ideas creativas en pos de armonizar con una  campaña comercial. Los creadores independientes fueron paulatinamente  desapareciendo de la escena para ser reemplazados por “las rubias de botitas  blancas”, al decir de Fischer.  
  Cerrada la posibilidad televisiva y, por tanto también  teatral, Fischer se dedica a escribir y a realizar espectáculos en las  escuelas.  
      13. Canciones de oro 
        Buenos Aires. Editorial Lagos. 1985 
                  En  1981 la dictadura militar argentina suprimió el programa de televisión “Super  Rocky Rock” de Pipo Pescador, alegando que “no les gustaban las mariconadas”.  Fue  entonces cuando Enrique Fischer decide radicarse con su familia a España, donde  vive hasta 1984. Al regresar, su inserción laboral se  hace difícil. Los cuatro años ausente del país, lo han dejado fuera del  circuito televisivo y teatral, en el que las reglas del juego han cambiado. Es  a finales de 1984 cuando puede retornar a la televisión con su programa: “Pan,  manteca y mermelada”  (el último que  realizará como protagonista hasta 2003) y al recital en vivo en el circo Rodas.  Aunque continúa escribiendo, no publica obra nueva hasta 1986, en el que  aparece el Libro de Cabecera. 
            Desde  su regreso y durante varios años, Fischer se dedica a reconstruir a Pipo  Pescador como figura infantil. Son años en los que el autor hace balance de  su carrera y decide qué rumbo le dará. En este contexto, surge Canciones de oro como una recopilación  de las canciones más famosas de los años setenta. Como un punto desde el cual  divisar lo hecho y lo que queda por hacer. 
            El  interior del libro de Editorial Lagos es a dos tintas. Las hojas están  anilladas, como en un cuaderno casero. Esto da a la edición un fuerte carácter  utilitario y facilita la transmisión de una persona a otra a través de la  fotocopia. Está evidentemente destinado al trabajo en el aula y al intercambio  de información entre maestros. La Editorial Lagos estaba especializada en música y  se nota el cuidado con el que transcriben la partitura.  
            La  portada presenta al personaje Pipo Pescador con sus atributos básicos: boina y  acordeón, pero con una estética sobria, que ha abandonado los colores  estridentes, el pelo largo y los detalles hippies. El acordeón, símbolo de la  música, es ahora blanco y sin dibujos. La estampa de Pipo Pescador ha cambiado  acorde al gusto de los años ochenta. 
            En  la página cinco, encontramos una foto de Fischer vestido con traje y  corbata, estableciéndose así la correspondencia entre escritor y personaje,  realidad y ficción, que continuará en las ediciones de los años siguientes. El  prólogo, situado en la misma página de la foto, incorpora un dibujo de Fischer  en el que vemos los símbolos que durante años, han distinguido a su personaje.  
            El  título Canciones de oro implica una labor  crítica de parte del autor con respecto a su obra. Considera que esas canciones  son el punto culminante de su producción, lo digno de ser recordado,  porque quedó atrás. La denominación “de oro” hace referencia, además, a la infancia  como etapa ideal y absoluta, edad dorada del ser humano.  
            La  reflexión sobre su propia obra y la capacidad de ésta para servir a la  infancia, será, a partir de esta época, una preocupación constante en  Fischer, que comienza a expresar públicamente su pensamiento a cerca del  niño y la sociedad.    
            A finales de los años sesenta,  Fischer comenzó a trabajar como profesor de música en Buenos Aires, en tres  jardines de infancia de vanguardia: el jardín “La Ronda” de Roberta Katz, el  “Arco Iris” y “El globo rojo” de Brigida Molguenrott. En ellos, Fischer  aprendió las últimas tendencias pedagógicas y de trabajo con niños. Su  concepción de infancia está íntimamente relacionada con esta experiencia en los  jardines de infancia.  
En ese ámbito conoció la obra de  María Elena Walsh que, como apuntamos anteriormente, fue la primera autora que  dio jerarquía al género infantil en Argentina, con una obra sólida. En torno a  sus canciones y poemas se construyó una mitología del arte infantil, que dejó  de estar relegado a los cuentos fantásticos y el ámbito didáctico, para  elevarse como género a las más altas cimas literarias. Esta gran autora  revolucionó la literatura para niños ofreciéndoles una producción de gran carga  poética, que disfrutaban tanto los adultos como los pequeños. A esta maravilla  literaria y musical, el niño accedía como público tradicional, que contempla  y disfruta lo que se le presenta, pero sin participar activamente en ello.  
        La obra de Fischer incide  justamente en ese aspecto. Frente a una propuesta artística cerrada, plantea  una obra, que para “existir” plenamente, debe ser contemplada y completada por  la vitalidad y el movimiento del público, tanto infantil, como adulto.  
      “Estas canciones están destinadas a los niños movedizos y  creativos. Cada una de ellas, intenta sugerir un juego, una acción o interpreta  sentimientos del chico de hoy, que es el de siempre, más libre.” 
      En esta cita Fischer hace  explícita una de las bases fundamentales de toda su producción: dejar  siempre un espacio abierto para que el niño ingrese en la corriente artística  propuesta, y despliegue su propia creatividad. De esta manera, el niño no es  sólo espectador del hecho estético, sino que se anima a prolongarlo. 
  Caveda, Moreno y Garófano  (2004:15) proponen el término “canciones motrices” para “denominar la  representación y el desarrollo de una serie de habilidades perceptivas  realizadas a través de canciones compuestas especialmente para este propósito.”  Como comentamos anteriormente Fischer se formó pedagógicamente en los jardines  de infancia que estaban experimentando las últimas tendencias pedagógicas.  Entre ellas la de Jaques Dalcroze que estima que el cuerpo humano se comporta  como  instrumento musical y por tanto, la  ejecución musical sobre el cuerpo-instrumento lleva a una integración entre  pensamiento, sentimiento y acción.  
  Fischer pone en práctica lo  aprendido y crea una obra capaz de colmar las expectativas rítmicas y  estéticas de los niños. Sus canciones trabajan simultáneamente aspectos  cognoscitivos, motrices y sociales.  
  Creemos que es muy importante  destacar que sin bien estas canciones fueron creadas para jugar, de acuerdo con  las propuestas pedagógicas más modernas, y en este libro se presentan como  herramienta para padres y maestros, forman parte de la obra de un artista y pertenecen  a un ámbito distinto del educativo. El contexto original para su  presentación es un teatro y, por tanto, exceden la mera funcionalidad,  aportando la magia, el misterio y la capacidad de comunicación propias del  arte.   
  Cuando Fischer habla del “chico de  hoy, que es el de siempre...” plantea la presencia de un elemento atemporal en  la concepción de la infancia, es decir, la existencia de un “niño eterno”.  Es difícil otorgar un carácter esencial a la infancia, alejado de las  contingencias sociales e históricas, que señalábamos como fundamentales para  comprender su alcance, pero por otra parte, sí existen un determinado tipo de “estructuras  de larga duración” (Soriano 2005:216) que tal vez cambien en algún momento,  pero que lo más probable es que se mantengan invariables a lo largo de los  siglos (por ejemplo las descritas por Freud y Piaget).  
        De acuerdo con Piaget Fischer  considera el juego y la creatividad como características  inherentes a la infancia, y por eso, estructura su obra en torno a  ellos.   
      “(Estas  canciones) Fueron escritas para mi personaje Pipo Pescador y han sido  seleccionadas entre muchas por los mismos chicos, que a través del tiempo me  han enseñado a evaluar su efectividad y el alcance exacto de su mensaje.” 
      Enrique Fischer comienza a tomar  relevancia como autor frente al personaje. Ahora es él  quien  habla y, por primera vez, se refiere a Pipo Pescador como su personaje.  
  El prólogo constituye una  declaración de intenciones y una poética. Considera que la recepción de su  obra está condicionada históricamente. Sin el público-lector la obra no  existiría o, mejor dicho, carecería de sentido. La presencia del receptor es  tan vital como la del autor.  
  La firma del texto es una  reproducción de su escritura manuscrita, imprimiendo un carácter testimonial y  documental a sus palabras. 
      Aunque Fischer enuncia que las  canciones  “están destinadas a los  niños”, ellos son los receptores finales, los que se beneficiarán de un  contenido presentado (leído o cantando) por sus padres o maestros.  
      “Tengo  la esperanza de que se conviertan en una ayuda para quienes dedican horas de su  vida a la infancia, para quienes ya se han dado cuenta de que el juego, es  la actividad fundamental de la vida.” (La negrita es nuestra) 
        
      Este es, una vez más, el deseo de  Fischer: contribuir a la educación infantil a través del arte y el juego. En  sus escritos sobre la infancia, Walter Benjamín (1989:94) comenta:  
      “Porque  el juego, y ninguna otra cosa, es la partera de todo hábito. Comer, dormir,  vestirse, lavarse, tienen que inculcarse en el pequeño en forma de juego, con  versitos que marcan el ritmo. El hábito entra en la vida como un juego; en él,  aún en sus formas más rígidas, perdura una pizca de juego hasta el final.” 
      El carácter gratificador y  placentero del juego el admitido por los pedagogos más importantes. En el juego  existe un predominio de los medios sobre los fines. Son acciones sin metas  determinadas y produce satisfacción realizarlas. Se trata de una actividad  social y emocional espontánea en el niño, pero orientada y dirigida  culturalmente.  
      13.1.  Análisis de las canciones 
      Cada canción del libro va  acompañada de su correspondiente partitura y, si es necesario, de dibujos  pequeños que muestran la mímica o coreografía a seguir. Los movimientos  sugeridos son simples esbozos que sirven como punto de partida para una  expresión corporal libre.  
  Las letras de las canciones  reflejan, mediante recursos gramaticales como los pronombres, la relación entre  los participantes del juego y especifican su reglas.  
        a) Los niños funcionan como  espejo de Pipo Pescador que se encuentra en el escenario, e imitan o  improvisan movimientos, de acuerdo a lo que ven. Generalmente este tipo de  acción se corresponde con una letra en primera persona. Los deícticos que  marcan esta primera persona refieren al que canta la letra, ya sea Pipo o los  niños. 
 Por ejemplo: “Voy a llamar al agua”; “Yo soy profesor de vuelo”; “Yo quiero crecer, mi rumbo es el sol”.  
        b) Invitación al juego  compartido. Comienzan con la fórmula: “Juguemos a...” tan habitual  en el vocabulario infantil o con verbos en primera persona del plural. “Viajemos en tren” 
        c) Descriptivas o narrativas:  (Aquí la participación del niño está menos pautada y la primera persona puede  referirse a un personaje) “La tierra parece quieta, pero gira”; “Oso patinador,  mil pruebas quiere hacer...” “Un plato de sopa es agua de color”. “Tu butaca  quiere ritmo, de estar quieta está cansada.”  
        d) Instructivas. Cada una  de estas canciones está pensada para enseñar al niño a realizar alguna tarea  cotidiana. “Tome el cepillo, ponga la pasta...” “Si ustedes me escuchan/ con  mucha atención,/ les enseñaré como se hace un melón” 
        Los ritmos elegidos son variados:  rock, marcha, tango, milonga o canción.  
        Estas canciones comparten una  serie de rasgos comunes: se ocupan del cuerpo, del movimiento, de las  sensaciones y de ciertos patrones culturales que Pipo Pescador considera que el  niño debe aprender. Sin embargo, para facilitar el análisis agruparemos las  más importantes en cinco secciones. De cada sección hemos seleccionado para el  análisis las más representativas.  
      13.1.1.  Sección 1.  
        Tareas cotidianas:  “Tender la mesa”, “Lavarse los dientes”, “Canción para bañarse”. 
        Estas tres canciones han formado  parte de la mayoría de espectáculos teatrales de Pipo Pescador y están  centradas en la transmisión de la praxis cotidiana. 
      “Tender la mesa” describe, a  través de adivinanzas, que los niños deben responder, cómo poner la mesa. Comer  en familia y con la mesa correctamente tendida constituye para Fischer un  presupuesto educativo básico.  
      “Juguemos a tender la mesa 
        y jugando vamos a aprender.  
        Sería una sorpresa sentarse a la mesa 
        y darse cuenta que falta el... ¡mantel! 
      Juguemos a tender la mesa 
        y jugando vamos a aprender. 
        Antes de sentarnos pensemos un rato 
        que toda comida se sirve en el... ¡plato!” 
      Y así se completa una mesa con  copas, servilletas, tenedor, cuchillo, cuchara y panera con pan.   
        El estribillo resulta  significativo: 
      “Mamá yo te voy a ayudar 
        pero vos dejame jugar.” 
      Niños colaborando en las tareas  cotidianas y, al mismo tiempo, reclamando cualquier ámbito como susceptible de  ser jugado. Las reivindicaciones de los niños son muy habituales en  la obra de Fischer, que como señalan Deleuze-Guattari (1993:169) “no escribe  con recuerdos de la infancia, sino por bloques de infancia que son  devenires-niño del presente” y, añadimos, sin dejar por ello de ser adulto.  
  Al igual que ocurrió en España, en  la Argentina  de las décadas del 60 y 70 era la madre la encargada del hogar. Fischer no  cuestiona este modelo y refleja la situación arquetípica: la madre ama de  casa y el padre con trabajo fuera. En realidad los padres no interesan a  Fischer más que como contexto afectivo de los niños. En su obra no aborda temas  conflictivos como separaciones o peleas. La familia tradicional es más bien  un marco estático y descolorido en el que destacan los niños como emergentes  sociales, capaces de hacer frente y de modificar cualquier circunstancia.  
               
              Esta  canción trabaja valores físico-vitales. 
      “Canción  para bañarse” 
      Fischer propone una canción para  entonar debajo de la ducha. Va señalando diferentes partes del cuerpo y celebra  el encuentro con el agua.  
  En el teatro se escenifica la  acción previa al baño: desnudarse. Las risas y la vergüenza  provocan grandes revuelos. Especialmente  cuando Pipo dice: “Los niños se sacan los calzoncillos y las niñas... las  bragas”, mientras hace los gestos pertinentes. Después comienza el baño. 
      “Voy a llamar al agua 
        que es una amiga fiel, 
        que me llena de estrellas 
        rodando por mi piel. 
      Comienza en mi cabeza 
        trayendo su calor 
        y me baña despacio 
        cantando una canción. 
        Lerelé, lerelé, jo,jo 
        Lerelé, lerelé, jo,jo 
      En mi casa tengo la lluvia  
        y en mi plaza el sol está. 
        Es el agua que me hace sopa 
        y es el sol que me secará. 
      El agua es tan sencilla 
        hace el río y el mar 
        su hermana es el azúcar  
        y su prima la sal.” 
      El poema está construido  contraponiendo dos espacios: el interior (la casa, el baño) y el exterior (el  parque, el sol) . En la intimidad, el milagro de la lluvia sin nubes ni cielo y  afuera, la sociabilidad representada por la plaza y la luz. Una de las  claves de la poética de Fischer es su capacidad, principalmente a través de la  comparación y de la metáfora, de revestir de misterio y maravilla, objetos y  entornos cotidianos.  
  El adjetivo posesivo “mi” delante  de “casa” y “plaza” delimitan el territorio del barrio, espacio esencial de la  poética fischeriana, especialmente en Buenos Airesitos. 
  La “Canción para bañarse” comparte  rasgos estilísticos y temáticos con el poema de El libro amarillo  “El secreto de la tarde”. Repite el recurso de la personificación para  hablar de la naturaleza y vuelve a mencionar la plaza como lugar de  reunión infantil. 
              Esta  canción trabaja valores físico-vitales. 
      “El auto  nuevo” 
      “El auto nuevo”, conocida en  España por la difusión que de ella hicieron Los Payasos de la Tele, fue escrita por Fischer  a los 22 años. Fischer había sido contratado para animar el cumpleaños de un  niño que se había roto una pierna jugando al fútbol. 
        En  palabras del autor:  
      “el  niño  estaba enyesado y yo quería inventar  alguna canción que le permitiera jugar   sentado y participar. En el taxi camino a la casa, pensé a grandes  rasgos la idea y luego la terminé frente a los niños, dándole enseguida la  melodía final.” 
      Su título real es “El auto feo”,  pero hubo problemas al inscribirla en SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y  Compositores de Música) y Fischer debió cambiar “feo” por “nuevo”, en el  momento. Hoy en día también se la conoce por “El auto de papá”. 
  Esta canción es la más famosa de  Pipo Pescador. Ha sido grabada con multitud de arreglos diferentes, ha formado  parte de anuncios publicitarios y en varios países de Latinoamérica  y es  utilizada por animadores y artistas infantiles.  
“El auto feo” y “Manuelita” de  María Elena Walsh son interpretadas una y otra vez en los jardines de infancia  y colegios de Argentina. Tanto, que ya se han convertido en parte del  patrimonio folclórico infantil y, con los años, la gente seguirá  cantándolas sin recordar a sus autores.  
Tan importante como la canción, es  la coreografía que la acompaña. Pipo Pescador juega con los niños, combinando  un esquema básico (mímica de conducción) con situaciones improvisadas. Los  movimientos, las alusiones, los chistes y los eventuales diálogos que tienen  lugar durante la representación, han ido evolucionando o incorporando elementos  con el tiempo.  
A continuación reproducimos, para  su posterior análisis, las palabras de Pipo Pescador en la parte dedicada a la  canción “El auto feo”, durante el espectáculo “La magia de leer”, que el  artista presentó en Tomelloso, Ciudad Real, en Mayo de 2008. 
      Pipo  Pescador: -“Vamos a dar un  paseo en el auto feo. Abróchense los cinturones. Enciendan el motor y....  ¡partimos! 
      El viajar es un placer 
        que no suele suceder. 
        En el auto de papá  
        nos iremos a pasear. 
        Vamos de paseo 
        ti,ti,ti 
        en un auto feo, 
        ti,ti,ti 
        pero no me importa, 
        ti,ti,ti 
        porque llevo torta. 
      Toco la bocina 
        en cualquier esquina 
        para no hacer ruido 
        le pongo sordina. 
      Por el túnel pasará  (Pipo se agacha y los niños también al pasar  por el túnel) 
        la bocina  
        tocará, ti,ti,ti 
        la canción del ti,ti,ti 
        la canción del ta,ta,ta. 
      -Pipo  Pescador: Atención,  semáforo. Esta es la parte más aburrida de la canción, porque tenemos que  esperar. Rojo, amarillo y.....  
  -Niños: ¡Verde! 
        -Rojo, amarillo y... 
        -Niños: ¡Verde! 
      -Pipo  Pescador: ¡Atención! El  camino está lleno de baches y pozos. Pónganse un almohadoncito en el asiento. 
      (Cantan la  canción dando pequeños saltitos debido al mal estado de la carretera) 
      -Pipo  Pescador: ¡Zona de curvas!  
      (Cantan  moviéndose de un lado a otro, zigzagueando sin parar) 
      -Pipo  Pescador: ¡Se acerca una  tormenta! ¡Enciendan los limpiaparabrisas!  
       (Cantan cruzando los brazos, imitando los  limpiaparabrisas) 
      -Pipo  Pescador: ¡Frenen, frenen!  ¡Un burro en mitad de la carretera! Si el burro no hubiera hecho.... 
      (Los niños  imitan a un burro)  
      ¡lo hubiéramos pasado por encima! 
      -Pipo Pescador:  ¡Frenen, frenen! ¡Una  gallina en mitad de la carretera! Si la gallina no hubiera hecho... 
      (Los niños  imitan a una gallina) 
      ¡la hubiéramos pasado por encima! 
      -Pipo  Pescador: ¡Frenen, frenen!  ¡Había una jirafa en mitad de la carretera! Si la jirafa no hubiera hecho... 
      (Los niños  intentan recordar algún sonido para la jirafa y no lo encuentran. Algunos se  miran, otros ensayan opciones. Risas generales y continúa la canción.) 
      La letra es muy sencilla. Está  basada en la posibilidad de realizar acciones prohibidas para los niños,  como conducir o tocar la bocina sin parar.  Sin embargo, la letra revela la importancia que da Fischer al  civismo, anunciando que pondrá una “sordina” que evite el ruido  ensordecedor.  
“El auto de papá” enaltece la  diversión, la fiesta (simbolizada por la torta ) y la  aventura. El viaje transcurre con baches, tormentas, túneles, animales que  pasan y la actitud es siempre energética y alegre. La bocina anuncia la llegada  del coche (y por lo tanto del niño) llamando la atención y no dejando a nadie  indiferente.  
En la versión de los años 70, no  aparecía el cinturón, ni por supuesto los animales, que fueron incluidos en los  shows de La Mancha,  simplemente porque Fischer tuvo ganas de jugar de esa manera. 
En los 90 se incorporó a la narrativa  de la canción, una parada para pagar peaje.  En la  giras por La Mancha  esta alusión fue eliminada, ya que en esta zona el pago del peaje no aparece en  el imaginario colectivo con la fuerza que lo hace en Argentina. Allí, hay que  erogar muchísimo dinero por entrar en autovías privadas que, a menudo, tienen  baches o están muy mal señalizadas.  
Aunque conserva algunos elementos  básicos, esta canción se ha convertido en una estructura abierta que permite a Fischer liberar su inspiración. Ella es en sí misma un auténtico viaje  abierto a nuevos acontecimientos. 
  El auto feo hace referencia al  coche, que en los 70, se compraban las familias de clase media,  al estilo del Citroen 2CV del padre de Mafalda. La mayoría de las familias,  podía aspirar a un modelo similar o a un coche de segunda mano, que podría  haber sufrido algún accidente o tener el cuenta-kilómetros trucado.  Por eso,  resulta irónico que haya tenido que cambiar el “feo” por “nuevo”, ya que ese  adjetivo, trastoca la intención con la que fue escrita.  
  Fischer reproduce una vez más la  situación de la familia típica de clase media. El que conduce y se ocupa  del coche es el padre, (al igual que en Mafalda) que es el que domina la  tecnología. La crisis económica, perpetua compañía de la sociedad argentina,  aparece reflejada en la preocupación por el peaje o el precio de la gasolina.  
  Los niños argentinos, desde los  años 70, viven inmersos en la coyuntura económica y comparten el estrés de sus  padres ante la inflación y la inestabilidad política. En  su obra de juventud, Fischer obviaba, en general, cualquier alusión a estas  problemáticas, por considerar que hay que preservar a toda costa la  inocencia e ingenuidad de los niños, pero a partir de su regreso de España,  a mediados de los 80 y 90, fue incorporando pequeños guiños, que en un  contexto lúdico, reproducían los discursos e inquietudes de los adultos que los  pequeños oyen constantemente.  
        Esta nueva actitud, menos  idílica, tanto para su elaboración del personaje Pipo Pescador, como para  el concepto que estaba manejando de infancia, coincide con su denuncia de  situaciones que él consideraba negativas para los niños y que se estaban  promoviendo desde los medios de comunicación. (Ver epígrafe   ) 
      Esta canción trabaja  principalmente valores socio-culturales e ideo-racionales. 
      “Zapapatopato” 
      Hace mucho rato que mi zapato 
  anda con ganas   de bailar 
  muy tímidamente mira a la gente 
        y no se anima a zapatear. 
        Mira hacia un costado, 
        salta al otro lado, 
        y toma fuerzas para zapatear. 
¡Arriba zapato! pato, pato, pato 
        taco taconea tu canción 
        que aunque es muy ruidosa 
        linda y zapatosa 
        llena los piecitos de calor.  
        Zapatopatopato, hace un garabato 
        garabateando, garabateando, 
        garabateando con su rock. 
      Pipo Pescador pide a los niños que  se pongan de pie y que presten atención a su zapato (de los niños), que al  parecer quiere bailar. Una de las características psicológicas de los niños  pequeños es que tienden a proyectar en el afuera sus propias frustraciones o  deseos. Si se golpean con una puerta, lloran y es la puerta la mala. –Mala,  mala puerta –dicen- y la golpean para que tenga su merecido. La lógica de esta  canción es la misma. Es el zapato el que desea bailar, no lo niños. Son ellos  los que se plegarán a los deseos del zapato, que actúa como alterego. Así los  niños entran en la dinámica del juego trasladando la posible timidez al zapato.  
  Se trata de una canción para  comenzar el juego; una canción de precalentamiento, por eso, es una de las  primeras en todos los espectáculos o sesiones de juego.  
        Se trabajan valores afectivos-psicológicos. 
      13.1.2.  Sección 2 
      Culturales: Denominamos  así a este grupo de canciones porque reflejan el interés de Fischer por dar a  conocer a los niños rasgos e hitos de la cultura argentina y occidental del  siglo XX.  
      “Canción  de Carlitos Chaplín” 
      Preguntale a tu papito 
        si se acuerda de Carlitos 
        y pedile que camine 
        como Charlotte en el cine. 
      Un sombrero, bigotitos 
  y un bastón que hace piruetas 
  acompañan a Carlitos  
        si sale a dar una vuelta. 
      Era Carlitos Chaplinplinplin 
        un hombrecito 
        con corazón de chiquilín. 
      Un sombrero, bigotito 
        y su traje muy gastado, 
        la florcita de su risa 
        floreciendo en todos lados. 
      Un sombrero, bigotito 
        y un reloj siempre atrasado 
        que le hacía llegar tarde 
        aunque marchara apurado. 
      Era Carlitos Chaplinplinplin 
        un hombrecito 
        con corazón de chiquilín. 
      La canción comienza con la  apelación a la memoria del padre, con la invitación al diálogo y a la evocación  de las emociones de la infancia. Asociativamente surgirán otros temas como  el cine, el humor, la ternura, la pobreza o que le gustaba hacer al adulto de  pequeño. Se pide explícitamente al adulto que imite a Chaplin, que juegue y  se desinhiba. La poesía acompaña e inspira movimientos y acciones: diseña al  personaje en su faceta motriz, psicológica y espiritual.   
        Fischer propicia la relación  entre padres e hijos, que entiende como una transmisión de afecto y de cultura.  El recuerdo de la propia niñez aporta sustancia y perspectiva a la comprensión  de la niñez de los hijos.  
                    Los  valores transmitidos en esta canción son: socio-culturales, afectivo-psicológicos y anímico-espirituales. 
      “Pájaro  inventor” 
      Yo te invento en el momento 
        un robot caminador 
        que haga todo lo que pidas 
        y que nunca diga no. 
      Yo te invento en el momento 
        un reloj que haga ti tac 
        y despierte a todo el mundo  
        a la hora de jugar. 
      Pájaro inventor 
  si tenés alas 
  para qué querés motor 
        Yo te invento en el momento 
        un caballo para andar 
        que galope muchas horas 
        y no quiera descansar. 
      Yo te invento en el momento 
  un cohete que haga ¡pum! 
        y se eleve por el cielo 
        hasta que se vuelva azul. 
      Pájaro inventor 
  si tenés alas 
  para qué querés motor 
      En el teatro, para interpretar  esta canción, Pipo Pescador abría y cerraba una de sus manos imitando un pájaro  o extendía su brazo balanceándolo como si fuera el péndulo de un reloj.  
        El pájaro inventor simboliza al  niño que crea sus juegos de la nada, utilizando tan sólo su imaginación y su  cuerpo. Fischer caracteriza el juego como una construcción  efímera, cuya existencia depende sólo de la voluntad de los que juegan. No existe  antes y no existirá después. Participa del misterio del hechizo y de la  fugacidad del teatro.   
        María Elena Walsh en “La Marcha de Osías” elabora  una especie de manifiesto sobre el juego, dejando clara su opinión. Tanto  Fischer como Walsh desechan el juego con “motor” o “a botón” y postulan la  necesidad de tiempo, imaginación y creatividad para que la magia se produzca.  Como escribió Fischer (1998),  
      “tener  muchos juguetes no implica tener el juego. Cualquier objeto puede transformarse  en lo que se desea, cuando el niño y el objeto, convertido en juguete, pierden  los límites y se fusionan en la acción.”  
      La parafernalia no garantiza la  diversión ni la sensibilidad necesaria para “animar” una rama.  
  Fischer se ocupa también de  algunos de los deseos más arraigados en los niños de las décadas del 60 y 70: tener un robot, ser astronauta o emular a los cowboys con sus  caballos veloces.  
  Se ocupa aquí de valores: socio-culturales e ideo-racionales. 
      “Guapo  tanguito” 
      Yo te voy a enseñar un tanguito, 
        porque quiero que sepas bailar. 
        Vos mirá cómo se hace el pasito 
        y es seguro que te va a gustar. 
      Este tango es el guapo tanguito 
        y en mi barrio lo saben cantar. 
        Vos tenés que quererlo un poquito 
        y aprenderlo conmigo a bailar. 
      Bandoneón con guitarra y pianito,  
        este tango te van a tocar. 
        Mantenete más bien derechito, 
        las rodillas tenés que aflojar. 
        Este tango se baila en silencio 
        porque es simple y se puede embrollar. 
        Ha nacido en un barrio lejano, 
        donde el ruido no pudo llegar. 
      Bandoneón que te vas rezongando  
        un tanguito que es como un gorrión: 
        medio gris, medio azul, medio blanco, 
        dormilón, silbador y sencillo, 
        volador que se va hasta la luna, 
        y regresa a su barrio de sol.  
      En la obra de Fischer el tango  ocupa un lugar privilegiado, como fuente de inspiración y de identidad. Fue  amigo y discípulo de Edmundo Rivero y de Roberto Goyeneche, dos leyendas del  tango argentino.  
        Fischer escribe tangos que los  niños puedan comprender y sentir como expresión cercana. En “Guapo tanguito”  presenta algunos de los símbolos más arraigados de la mitología tanguera: el  malevo, compadrito o guapo (en este caso personificación del tango como  género), el barrio, el bandoneón, la guitarra y el piano, el baile en silencio,  las piruetas con los pies, el arrabal y el gorrión. Es decir, en la letra  de este tango resume gran parte de la cultura porteña. 
        El guapo es el habitante de los  suburbios ciudadanos. Es el gaucho que deja el caballo y comienza a emigrar a  las ciudades en busca de trabajo, cuando los campos empiezan a estar alambrados  y ya no se puede circular libremente por ellos. En las pulperías (bares) se  juntaban a beber, a tocar la guitarra, a payar y a bailar ritmos criollos.  
        Las letras de tango de los años 20  tenían como ambiente privilegiado el arrabal, pero a partir de los años treinta  aparece el barrio como espacio clave. El cantante Alberto Castillo hizo popular  el tango “Cien barrios porteños/ cien barrios de amor/ cien barrios porteños en  mi corazón” ,  que llevó a la gente de Buenos Aires a idolatrar la calle o la esquina en que  vivía como su espacio urbano identitario. Cada barrio correspondía  tradicionalmente a una comunidad, etnia o nacionalidad. No se es de Buenos  Aires si no se pertenece a algún barrio.  
        En el imaginario tanguero, el  barrio representa, junto con la madre, la infancia perdida e idílica. Los  amigos, el juego, la ausencia de sufrimientos. Siempre está en el recuerdo como  refugio de felicidad.  
        El bandoneón es el instrumento  fetiche del tango. Popularmente, se dice de él que “rezonga” o que “se queja”  (Hay un tango famoso titulado “Quejas de bandoneón”). Junto a la guitarra y al  piano forma la orquesta básica para interpretar el tango. Mientras los músicos  tocan, se hace silencio y sin palabras, sólo con un gesto, el hombre invita a  bailar a la mujer que se “deja llevar” por su compañero. Los pasos básicos son  sencillos, alejados de la acrobacia para turistas que muestran en los  “boliches”. En las milongas (lugar de encuentro) de los barrios la gente baila  el tango con seriedad y como única complicación, los bailarines en puntas de  pie, cruzan una pierna delante de la otra varias veces, mientras miran a los  ojos de su acompañante. Este movimiento se llama “firulete”. 
        El tango nació en el arrabal,  donde terminaba la ciudad y campeaban a sus anchas los perros y los bandidos.  
        El  gorrión es el pájaro ciudadano por excelencia. Aparece en numerosos tangos. Uno  de los más conocidos es “Melodía de arrabal” de Gardel, Battistella y Le Pera.  
“Barrio...  barrio.../ Que tenés el alma inquieta/ De un gorrión sentimental/ Penas...  ruegos...Es todo el barrio malevo/ melodía de arrabal.” 
  Fischer tiene como propósito  acercar al niño al tango, iniciarlo en sus símbolos, que  experimente la sensación de bailarlo y para demostrarle que es una expresión  viva, crea para él tangos nuevos, divertidos y poéticos. Una vez más Fischer pasa por alto el hecho de que el tango es una expresión eminentemente  adulta por sus temas y su lenguaje y capta el sentimiento tanguero básico que  después traduce para los niños. Este traspaso del mundo del adulto al del niño  es típico en la obra de este autor.  
  Fischer escribió tres tangos  infantiles: “Guapo tanguito”, “Tango loco” y “Buenos Airesitos”. En los tres  trabaja con los mitología porteña y argentina y pone énfasis en el baile,  porque como señala Vidart  en su obra El tango y su  mundo (1967), el tango es antes que nada  y sobre todo una danza.  
  En esta canción se trabajan  especialmente valores socio-culturales. 
       “Milonga del fideo fino” 
      Yo soy fino, superfino 
        como un hilo de coser. 
        Tengo el corazón de harina 
        y envoltura de papel. 
      Yo sé hacer casi de todo 
        lo que hay que saber hacer; 
        si me tirás en el agua, 
        nadando empiezo a crecer. 
      Soy el alma de la sopa, 
        si quiero me doy el pesto, 
        si alguien pide caldo sólo 
        me hago a un lado y no molesto. 
      Fideo, me dicen todos,  
  vos tenés que laburar, 
  pero qué quieren que le haga 
  si a mí me gusta bailar: 
      Me bailo una milonguita 
        en Corrientes y Esmeralda, 
        o taqueo a Santa Fe 
        para ver las minifaldas. 
      Fino, superfino... 
        con manteca soy un crack. 
        No tengo nada de “queso”. 
        Si vos querés me lo echás. 
      Cercana al tango está su  inseparable compañera la milonga. El nombre milonga es un “afronegrismo que  significa “palabras”” Gobello (1999: 17) y nació como el tango en las orillas  de la ciudad.  
  En esta milonga Fischer presenta  la caricatura de un compadrito apodado “Fideo”. Mediante un elaborado juego de  equivalencias semánticas, el autor hacer coincidir las características de los  guapos de los años treinta, con las de los fideos de sopa. Esta letra es una de  las más localistas del autor y para comprenderla hay que conocer las costumbres  argentinas a las que se hace referencia.  
  Fideo es coqueto y “superfino”. En  Buenos Aires se llama “finolis” a la gente de clase social acomodada, que a  menudo utiliza el prefijo “súper” ante cualquier adjetivo para mostrar su  carácter extraordinario.  
  La “envoltura de papel” hace  referencia a la venta de pasta en los almacenes o en las “fábricas de pasta”  (tiendas especializadas en la elaboración de pasta fresca), protegida con papel  vegetal. Esta costumbre se ha perdido en parte, debido a la existencia de  supermercados que ofrecen fideos secos en bolsas de plástico, aunque los  domingos sigue siendo habitual comer tallarines amasados en la proveeduría más  cercana.  
  Los fideos en el agua hirviendo  crecen, al igual que se “crecen” los compadritos ante las dificultades.  
“Soy el alma de la sopa” es una  construcción paralela a “Soy el alma de las fiestas”. “Pesto” es una salsa  hecha de albahaca, ajo y piñones machacados con aceite típicamente italiana con  la que se condimenta la pasta. “Dar el pesto” significa en lunfardo : superar  o vencer a alguien. Ya Borges dejó claro en su repertorio de cuentos la  relación entre el malevo y su cuchillo en las refriegas de los barrios. Sin  embargo el malevo es cauto y sabe mantenerse en su sitio. “Si alguien pide  caldo sólo/ me hago a un lado y no molesto”. 
Los guapos no tenían oficio fijo.  “tenés que laburar”, le dicen los amigos a Fideo. “Laburar” es trabajar en  lunfardo y es una palabra de uso corriente entre los argentinos.  
Fideo baila milongas en las  esquinas más famosas del tango: Corrientes y Esmeralda, íconos porteños.  “Taquear” significa taconear, caminar o bailar. Fideo se dirige a la calle  Santa Fé, famosa en Buenos Aires por sus tiendas de ropa, a “mirar las  minifaldas”. Las mujeres son otra de las pasiones de los guapos y de todo  argentino que se dedica a “piropear” a las chicas lindas que pasan. En los 60 y  70 hacían furor las minifaldas que había puesto de moda Twiggy.  
Con  “manteca” (mantequilla) soy un crack. Los fideos con manteca son la comida  preferida por los niños.  
Ser un “queso” es ser un tonto, en  lenguaje popular de Buenos Aires.  
        Esta milonga trabaja valores socio-culturales. 
      “Túnel  subfluvial” 
      Por el túnel subfluvial 
        van cruzando a Santa Fe 
        tres soldados con tambores 
        pero ninguno los ve. 
      Por el túnel subfluvial 
        van corriendo una carrera,  
        un caballo de crin blanca 
        y una yegua muy ligera. 
      Por el túnel subfluvial 
  un camión lleva bomberos, 
        la sirena es tan chillona 
        que despierta al tunelero. 
      Por el túnel subfluvial  
        van tres gatos a una fiesta 
        y rendidos de cansancio 
        se durmieron una siesta. 
      El túnel subfluvial  “Hernandarias”, inaugurado en diciembre de 1969, une la ciudad de Paraná con la Isla de Santa Cándida en la  provincia de Santa Fé. Estuvo de moda durante los  años 70 y aún hoy es uno de los pocos túneles  que existen en el mundo con sus características. Fischer, que nació en la  provincia de Entre Ríos, cercana a Paraná, aprovecha el tema del túnel para  proponer un juego en el que hay que hacer mucho ruido. El arreglo de la canción  deja después de cada estrofa varios compases libres, para que los niños  incluyan sus sonidos. 
  Los tambores de los soldados son  los asientos del teatro, que los niños aporrean con ambas manos. El galope de  los caballos, es simulado por los pies golpeando el suelo. Para la sirena de  bomberos, Pipo Pescador pedía al público que gritara con todas sus fuerzas y  finalmente, los niños, simulando gatos “rendidos de cansancio”, desaparecían  acurrucados en el espacio que quedaba entre las butacas. Cuando estaban  escondidos, se paraba la música, se encendían  las luces de sala y Pipo decía: -¡Qué pena! No ha venido a verme ningún chico-  y en ese momento, con un fuerte alarido, salían todos de sus escondites.  
  Hoy, salvo para los que viven en  la zona, el túnel no tiene trascendencia especial. De la canción permanece el  juego, aunque muchos de los niños ni siquiera sepan lo que significa  subfluvial.  
  Aquí Fischer se ocupa de valores socio-culturales. 
      “La piedra  de la luna” 
      Corazón marcha despacio, 
  no necesitás correr, 
        aunque vayas despacito 
        igual te voy a querer. 
      Cuando Amstrong fue a la luna 
        livianito se sintió, 
        en sus pies tenía alas 
        y ningún ruido escuchó. 
      En la luna había una piedra 
  y Amstrong la recogió, 
        lentamente y con cuidado 
        en su bolsa la guardó. 
      Era una piedra durmiente, 
        Amstrong no la despertó, 
        a su nave del espacio 
        le pudo silenciador. 
      A la piedra en un museo 
        la quisieron exponer 
        y aunque ella está dormida 
        todo el mundo la va a ver. 
      Uno de los grandes acontecimientos  de los 60 fue la llegada (real o no) del hombre a la Luna. A Fischer le  interesa la fuerza plástica de la falta de gravedad, que transforma al ser  humano casi en un pájaro y la lógica poética que explica la inmovilidad y el  silencio de las piedras porque están dormidas.  
  Aquí se trabajan valores afectivo-psicológicos y anímico-espirituales. 
      “Profesor  de vuelo” 
      “Yo soy profesor de vuelo 
  y con sólo tres lecciones 
  les enseño a llegar al cielo 
        sin alas y sin aviones. 
      Tengo una cinta danzarina 
  que les hará demostraciones, 
        puede deslizarse por el aire 
        y no tiene miedo a los ciclones. 
      Tiene el corazón de raso blanco 
        y no se le moja cuando llueve 
        porque viborea entre las gotas 
        y juega a la ronda con la nieve. 
      Tengo otro alumno redondito 
  que todos los días cumple años, 
        tiene el corazón tan livianito 
        que ninguna pena le hace daño. 
      Antes era pequeño y arrugado 
  y con sólo tres soplidos 
  transformé su destino achatado 
        en otro redondo y colorido. 
      La otra alumna que les muestro 
  se llama pompa de jabón, 
        con sus cien hermanas igualitas 
        dura lo dura esta canción. 
      Corazón de raso blanco 
        transparente y en silencio 
        liviano como el papel 
        adonde escribí este cuento.”  
      “Profesor de vuelo” aparece  también publicada como poema en El libro rojo, pero es  más conocida como canción, por eso, la analizamos en este apartado destinado a  la obra musical.  
  Es habitual que Fischer publique  un mismo poema, cuento o canción en libros diferentes. Esta reutilización de  textos está relacionada con el reciclaje continuo del público infantil al que  hacíamos referencia en el apartado (6.3.1) y con la certeza de que el paso del  tiempo no modifica la valía de un juego o de una buena metáfora. Lo que sí hace  Fischer es variar el estilo musical de algunas canciones, por ritmos más actuales.  Por ejemplo, la primera versión de “El auto feo” con arreglos para orquesta,  dista mucho de la interpretación disco de los noventa.  
“Profesor de vuelo” es una canción  pensada para que los niños jueguen con una cinta, un globo y pompas de jabón.  En escena es Pipo Pescador, o actores de su compañía, quien manipula los tres  elementos, mientras el  público infantil  permanece sentado mirando.  
  La magia del juego y la  fascinación teatral se producen cuando los objetos cotidianos aparecen  revestidos de un aura especial. El teatro renueva la sorpresa. La cinta de colores, el globo y las pompas son elementos sutiles y etéreos, con  un comportamiento libre e inesperado.   
  Pipo Pescador es el profesor que  enseña a los niños a volar sin alas artificiales, describiendo poéticamente la  magia de la liviandad.  
  La cinta , al igual  que el globo y las pompas necesitan de la energía del niño para moverse o  existir, pero se escapan a su control, y durante unos instantes, son  completamente libres. Por eso, gustan tanto a los pequeños, por su condición  autónoma, casi animal. Lo mismo ocurre con la pelota o  el aro; parten de nosotros, pero siguen su camino y nos obligan a seguir tras  ellos. El universo del niño que muestra Fischer es, como las pompas de jabón,  absolutamente simple en su inmediatez.  
  Esta  visión de infancia que presenta Fischer está muy relacionada con la concepción  romántica de Rosseau.  
      “Para Rousseau tanto la culpa de la expulsión del paraíso de  la infancia como la pérdida del estado natural se deben a circunstancias  externas, detrás de las cuales descubre Rousseau al verdadero culpable. La  confesión histórica moderna demuestra la inocencia del hasta ahora pecador, y  acusa a la sociedad que se siente capaz de emitir juicios sobre él. (...) El  nuevo yo surgido de la "conversión" rousseauniana introduce, en la  autobiografía, la demostración de la inocencia personal.”  Hans Robert Jauss (1986:230-231)  
      El niño como ser de pureza,  “corazón de raso blanco” choca con una sociedad hostil que cercena y reprime su  libertad expresiva y emotiva.  
                  Aquí  aparecen valores afectivo-psicológicos y anímico-espirituales. 
      13.1.3.Sección  3 
      Canciones  de protesta  
      “Marcha de  los antisopas” 
      “Un plato de sopa es agua de color 
        en donde se baña un fideo nadador. 
        Las mil vitaminas que están en su interior 
        se fueron volando con el primer hervor. 
        Y el pobre fideo practica natación 
        entre las  cebollas que tienen feo olor. 
        No quiero la sopa y voy a protestar 
        aunque por la fuerza la tenga que tomar. 
¡Abajo la sopa! ¡Viva la libertad! 
Papá no la toma, ¡queremos la igualdad! 
La sopa es antigua, del tiempo de mamá, 
        los chicos antisopas la vamos a anular. 
      Si a alguno le gusta el caldo minestrón 
  que tome diez litros y se vuelva panzón.” 
      Durante años, las madres  argentinas creyeron que la sopa era un gran alimento para sus hijos y obligaban  a estos a un ritual diario, que muchos consideraban una tortura. Lo más  incomprensible de esta moda es que no se trataba de una sopa sustanciosa de  cocido, sino de un caldo de verduras puesto a hervir durante horas, que, como  dice Fischer, había perdido todo valor alimenticio. La importancia del tema  queda confirmada por Quino y la gran cantidad de historietas en las que Mafalda  hace asco a la sopa (de sobre) que le prepara su madre.  
“Generación de los antisopas” ha  llamado Fischer a su público de mediados de los años 60. Hoy la marcha ha  perdido vigencia y sólo es recordada por aquellos niños que ahora tienen  cuarenta años.  
  Esta canción legitima y verbaliza  la indignación de los niños que, por primera vez, ven a un adulto (Pipo  Pescador) esgrimir los sentimientos infantiles como propios.  Entre todos se escenifica una manifestación en la que se pide libertad e  igualdad de derechos entre padres e hijos y ¡hasta se atreven a llamar  vieja a la madre! 
  Esta práctica inocua de  insurrección ante el poder establecido, muestra que la relación entre los  padres y los hijos estaba cambiando en los años 70; y cómo los adultos,  que habían sufrido la intolerancia y el despotismo de sus progenitores, no  quieren equivocarse y están dispuestos a modificar los parámetros de  comunicación y conducta con sus propios hijos.  
  Por supuesto, esta situación no  era igual en todas las familias. Como comentamos anteriormente, Fischer gustaba  a un público de clase media ilustrada, maestros, psicólogos y otros  profesionales, dispuestos a asumir las nuevas tendencias pedagógicas e  ideológicas que estaban triunfando.  
            Encontramos aquí valores socio-culturales y físico-vitales. 
      “Receta  para hacer una mariposa” 
      Esta  canción tiene dos partes.  
      
        
          - El poema que explica  humorísticamente cómo un gusano se transforma en mariposa. También ha sido  publicado en El libro blanco.
 
          - El rock de la mariposa. Este rock  es uno de los más representativos de la obra de Fischer y de la estética  hippie-pop.
 
         
       
      “Hacer una mariposa 
        que pueda volar sola hasta una rosa, 
        es una tarea muy trabajosa. 
        Primero hay un cucurucho 
        y adentro un gusano muy debilucho  
        que habla poco y come mucho. 
        A este gusano no le interesa 
        ni la alegría ni la tristeza, 
        panza bien grande y poca cabeza. 
        Se va comiendo su propia casa 
él cría panza, ella adelgaza  
        y se va achicando como una pasa. 
        (...) 
        Una mañana desconcertado, 
        ve que su cuerpo se ha transformado, 
        tiene un piyama nuevo, rayado, 
        tiene dos alas almidonadas 
        tan livianitas y bien planchadas 
        con lentejuelas todas bordadas. 
        Sus dos antenas a transistores  
        le anuncian dónde están las flores, 
        de los perfumes más seductores. 
        Sólo le falta mirar bien alto 
        con sus anteojos azul cobalto 
        respirar hondo y dar el gran salto.”  
      ¿Quién se encarga de fabricar mariposas?  Al igual que en las poesías de El libro amarillo, Fischer  realiza una animación de la naturaleza, otorgándole cierta volición sobre los  fenómenos que en ella ocurren. El gusano, representado por una actriz dentro de  un tubo de tela, es un personaje cómico ocupado sólo en comer. Cuando la  transformación ocurre, la chica deja caer el tubo y muestra su cuerpo esbelto y  unas alas enormes, brillantes y coloridas.  
  La alusión al planchado y  almidonado de las alas devuelve la escena al territorio casero y pone en  evidencia la simulación, nombrando las entretelas del disfraz  que hacen  posible el juego. 
  El poema narra la historia de una  metamorfosis, tanto física como psicológica. Del estúpido y angurriento gusano,  se pasa a la bella, esbelta e inteligente mariposa, dispuesta a saltar sobre el  mundo.  
      El primer vuelo, la entrada  triunfal al aire, es acompañado por los primeros compases de un rock, símbolo  en los años 70, de rebeldía y renovación.  
      “La mariposa vuela  
y no va a la escuela. 
      La mariposa no toma sopa 
        y si o quiere no se cambia de ropa. 
      La mariposa siempre se escapa 
        abre sus alas y ninguno la atrapa. 
      La mariposa no es vergonzosa 
        luce sus alas colorinches y hermosas. 
      La mariposa va por el aire,  
        volando  alto viaja por Buenos Aires. 
      La mariposa chupa los chupetines 
        que esconde el jardinero en los jardines. 
      La mariposa está dentro tuyo 
  abrí tus alas y salí por el mundo.” 
      Fischer identifica a la mariposa  con el niño liberado. Las constricciones sociales quedan invalidadas y son  exorcizadas una a una: la escuela, la sopa (otra vez), los caramelos escondidos  y siempre deseados, la ilusión de andar solo, el gran sueño de volar y lo más  importante, no tener vergüenza de ser lo que uno es.  
  El disfraz, que siempre posibilita  las metamorfosis, deja de ser disfraz para convertirse en parte integrante del  individuo; está dentro de él, como se anuncia en la estrofa final.  
  Fischer insta a los niños, insta a  los padres y a sí mismo a ser quienes son, a trascender Buenos Aires y habitar  el mundo.  
¿Quién se encarga, entonces, de  fabricar mariposas? Uno mismo, con la ayuda de la naturaleza, de la sociedad y  de los mayores que nos educan. La tarea es ardua; desde el nacimiento, cuando  sólo pensamos en alimentarnos, hasta que abandonamos la cáscara y estamos preparados  para vivir.  
Metáfora de la vida y de la  liberación de los años 70, esta canción continúa vigente.  
            Se tratan valores socio-culturales, afectivo-psicológicos y anímico-espirituales. 
      13.1.4.Sección  4 
      Canciones  para jugar con los padres  
      “Mamá pianito” 
      “Yo seré un gran pianista  
        si mamá tiene las manos listas.” 
        (...) 
      El juego consiste en tocar los  dedos de las manos de la madre como si éstos fueran las teclas de un piano.  Fischer comenzó a tocar este instrumento a los cinco años y cuando tiene oportunidad  lo hace ante los niños, ya que considera que una parte muy importante de la  educación es el aprendizaje de un instrumento.  
      “El eco” 
      Si “El auto feo” no existiera, “El  eco”, sería la canción más famosa de Pipo Pescador. Es también una estructura  abierta que le permite crear en el momento.  
      “Oyeme 
        te voy a cantar 
        una canción  
        para ti. 
      Eco, 
        eco, ecoco 
        ecorococó. 
      Pipo dice: “Eco” y los niños le  responden. En un determinado momento, anuncia: ¡Vamos a darle cuerda a la  canción! Y comienza a cantarla muy lentamente mientras da vuelta a una  manecilla imaginaria, que hace que la canción vaya cada vez más rápido, hasta  llegar a un ritmo frenético que coincide con el final.  
  Esta propuesta es cercana a los  trabalenguas y retahílas en las que hay que repetir frases cada vez más  difíciles.  
  La creación de un patrón de  llamadas y respuestas, en las que el coro duplica a la  voz solista es antigua. Aparece en las  llamadas “ensaladas” renacentistas que se cantaban a varias voces, en algunas  óperas y en el gospel. 
  Aquí se trabajan valores socio-culturales. 
      “El  canguro” 
      Yo sé que mi papá no es un canguro 
  pero en los brazos de él estoy seguro. 
        Yo tengo muchas ganas de pasearme, 
        papá tendrá paciencia para alzarme. 
      El canguro salta 
        y es muy divertido 
        mi papá hace fuerza 
        y queda dolorido. 
      En esta canción Pipo siempre pide  la colaboración de los padres, que deben subir al escenario a saltar con sus  hijos. Para ello, deben formar con los dos brazos delante del torso, una  especie de silla en la que se sientan los niños. Así, los padres imitan con su  cuerpo la bolsa de los canguros y deben resistir sin parar toda la canción.  
  Nuestra hipótesis es que Fischer  elige a los varones como canguros en un intento de provocar un tipo de  vínculo estrecho, entre el padre y su hijo, basado en el tacto y la atención de  las necesidades cotidianas, poco habitual en la época. La vista de hombres  sudorosos saltando y manteniendo a sus retoños en brazos, asemeja el esfuerzo  de la madre embarazada que va perdiendo movilidad a medida que el bebé crece.  
  Este juego coloca al padre en un  rol que en los 60, recién estaban empezando a experimentar: alimentar al niño,  cambiarle los pañales, contarle cuentos: actividades, hasta ese momento,  reservadas a la mujer.   
  Fischer trabaja aquí valores socio-culturales, afectivo-psicológicos y físico-vitales. 
      “Ha  llegado el momento” 
      “Ha llegado el momento  
        de contarte un cuento. 
        Si no cierro la puerta 
        me lo roba el viento. 
      Érase que se era  
        el invierno afuera, 
        los conejos dormían  
        en la conejera. 
      Cuéntame un cuento 
        que yo lo escucho. 
        Largo como el invierno, 
        que dure mucho. 
      Las violetas pintaban  
        cuadros en el suelo 
        como manchas de tinta 
        sobre un pañuelo. 
      Las hormigas tenían  
        lleno el monedero 
        de granitos de oro 
        y hojas de ciruelo. 
      Por el cielo pasaban 
        las nubes veleras 
        y las lauchas estaban 
        en la ratonera. 
      Eran breves los días 
        y el sol perezoso 
        y en su cama de hielo 
        bostezaba un oso.” 
      La letra de esta canción tematiza  y explicita los elementos básicos de una situación comunicativa, (Hymes:1971b)  en la que se narra un cuento. Describe un acto primordial entre padres e  hijos.  
  El ambiente o escena se refiere al  ambiente psicológico o cultural en la que se desarrollará la acción, que en el  texto está marcada por la palabra “momento”. Ese “momento” que “llega” y es  apropiado, debe transcurrir en un espacio íntimo, sin interrupciones. Por  eso, el adulto narrador cierra la puerta estableciendo un límite claro  entre el exterior, simbolizado por el viento, y el interior, lugar de  protección para las palabras.  
  El comienzo del cuento está  señalado por una de las fórmulas mágicas para conjurar la fantasía: “Érase que  se era”. 
  El estribillo introduce la voz del  receptor, el niño, que solicita un cuento y acepta su condición de oyente.  Alguien narra y alguien escucha.  
  Como señala Jauss (1986:409)  
      “Una  de las dualidades más importantes para la organización de la estructura  espacial es, precisamente, la oposición «abierto-cerrado». Un espacio cerrado,  al interpretarse en los textos a través de diversas imágenes como casas,  ciudades, patrias, y al dotarse de determinados atributos, como natal, cálido, seguro, se opone al espacio exterior abierto y a sus rasgos: ajeno, hotil, frío.” 
      El invierno actúa como marco  integrador de estos dos espacios. El interior de la casa familiar (espacio  ficcional de la enunciación) y el exterior (espacio del enunciado), como  material susceptible de convertirse en cuento.  
        Esta canción presenta tres  elementos básicos constitutivos de la felicidad, según la concepción  fischeriana: el hogar, la familia, la naturaleza (controlada, admirada e  idealizada) y la literatura como espacio primordial en el que confluyen y se  expresan esos tres elementos.  
            Encontramos valores socio-culturales e ideo-racionales. 
      13.1.5.  Sección  5 
      Canciones  para dibujar 
      “Canción  del melón” 
      Si ustedes me escuchan  
  con mucha atención, 
        les enseñaré 
        cómo se hace un melón. 
      Se toma una pelota 
  tamaño corazón, 
        se la llena de azúcar 
        hasta el último rincón. 
      Una yema batida con barniz 
  servirá para pintarle la nariz. 
        Se le divide la barriga en tres porciones 
        y se le hacen los ojos con dos botones. 
      A continuación 
        tienen un melón. 
        Y si quieren le ponen corbatón. 
      “Canción  del caracol” 
      Era que se era 
        una casa rodante 
        con la cola atrás 
        y la cabeza adelante. 
        Donde caminaba  
        dejaba una huella 
        toda iluminada  
        con miles de estrellas. 
        Apoyá la tiza  
        que es blanca y es lisa 
        y hacela dar vueltas  
        como una espiral. 
        Dibujá el humito 
        que espanta mosquitos 
        da la media vuelta 
        y volvé para atrás. 
        Era que se era 
        un ranchito con sol. 
        Era que se era 
        el señor caracol. 
      De manera poética, Fischer va  señalando los diferentes trazos para conseguir un dibujo. Estas canciones  (tiene muchas más) se presentaron en la televisión de los años 70 de una manera  novedosa. Pipo Pescador dibujaba con témpera sobre un cristal que ocupaba toda  la imagen, de manera que los niños no pudieran ver su contorno. Así se creaba  la ilusión de que Pipo pintaba en el aire.  
  En 2007 una televisión por cable  contrató a Fischer para que hiciera, con ese mismo procedimiento, dibujos  breves, para ser utilizados como separadores entre un programa y otro. La magia  del cristal y de estas canciones, que aúnan dos formas de expresión típicas  de Fischer, continúa teniendo éxito y maravillando a los niños.  
        En estas canciones aparecen  valores ideo-racionales. 
      13.1. 6.  Sección 6 
      Canción  sobre el crecimiento 
      Fischer tiene otra canción con el  mismo tema, que no está publicada en este libro, titulada “Canción del nido”.  
      “Semilla chiquita, blando corazón, 
        muy quieto en la tierra sin cielo estoy yo. 
        Semilla que empieza a buscar calor, 
        panza redondita, brazos hacia el sol. 
        Subo la cabeza, me pongo de pie, 
        alzo los talones, comienzo a ver que  
        pronto seré un árbol, pronto tendré flor, 
        crecerán los pájaros, hojas de color. 
      Yo quiero crecer, mi rumbo es el sol, 
        mi casa es el aire, mi mano una flor. 
        Yo quiero girar como un girasol, 
        molino de viento, nube de vapor. 
        Yo quiero escuchar mi imaginación  
        que me cuenta cuentos con gusto a limón. 
        Yo no me despido, no te digo adiós, 
        te llevo conmigo a buscar el sol.”  
      Pipo Pescador elige a menudo esta  canción para finalizar sus espectáculos teatrales.  Ser grande es una de las mayores  aspiraciones de los niños, que suponen que la adultez los rescatará para  siempre de la obediencia y les conferirá albedrío total. Desconocen la  verdad, pero esa es otra historia. 
  Antes de abandonar la sala, Pipo  Pescador hace, por un momento, realidad ese deseo y opera en su público  infantil la transformación tan anhelada, despidiéndose de niños que, de alguna  manera han logrado crecer, aunque sea un poco, durante su asistencia al teatro.  
  Los adultos presentes ayudan a los  niños en este crecimiento, sujetándolos por las rodillas para que lleguen más  alto o agachándose ellos, para que sus hijos los sobrepasen. También era frecuente  que los pequeños se subieran en la butaca del teatro para alcanzar más altura,  lo que provocó según ha comentado Fischer en la entrevista, que muchas butacas  se rompieran y los dueños de los teatros, le exigieran que no cantara más esa  canción (y la del “Túnel subfluvial”), porque los tapizados no aguantaban los  embates infantiles. Esta dificultad, abre una necesaria reflexión sobre la importancia  y pertinencia de contar con un espacio adecuado para un tipo de representación  en la que el público participe. El modelo de teatro actual, con su  escenario elevado y las sillas dispuestas para una contemplación pasiva, exige  una actitud ante la escena que prácticamente excluye a los niños.  
  Debido a esta situación Fischer  siempre prefirió trabajar en salones grandes, alfombrados, para que los niños  se sentaran en el suelo o pudieran desplazarse. Un “jugadero” llama Fischer a  este espacio teatral infantil.   
  Al igual que en el poema “Receta  para hacer una mariposa”, Fischer traza el camino que va desde el estado  larvario o potencial, hasta la plenitud, que se logra cuando se conquista la  identidad adulta, escondida y lista para manifestarse, a través del devenir de  niño/semilla en adulto/árbol.  
  En la primera estrofa del poema,  la palabra “semilla” aparece en posición inicial y el “yo” se encuentra al  final del verso, esperando pasar a la posición temática, a partir de la segunda  estrofa, cuando ya se ha convertido en árbol. “Yo quiero crecer”; “Yo quiero  escuchar”; “Yo no me despido”. La volición, “yo quiero”, es el motor del  crecimiento. Es el deseo el que actúa impulsando la transformación.  
  Sin embargo, la presencia del “yo”  (en la primera persona del singular del verbo) cuando dice: “Subo la cabeza, me  pongo de pie”. Ahí deja de ser semilla y toma conciencia de sí mismo. Comienza  a “ver” su futuro y a “querer”. 
  Este crecimiento tiene como meta  el sol (la vida en sí) y para que se produzca, necesita de la imaginación, de  los cuentos y de la libertad, realidades metafísicas que Fischer asocia con el  aire y la liviandad.  
  Esta canción, como metáfora del  crecimiento, muestra la concepción de Fischer sobre la infancia como un  estado en donde el ser humano se encuentra completo, y al mismo tiempo en  disposición de desarrollar y diseñar capacidades.  
  Crecer, no debe hacernos olvidar  ni el juego, ni la capacidad de ver el mundo con ojos asombrados. Así lo  explica Sigmund Freud (1908:2)  
      “...el  individuo en crecimiento cesa de jugar, renuncia aparentemente al placer que  extraía del juego. Pero quienes conocen la vida anímica del hombre saben muy  bien que nada le es tan difícil como la renuncia a un placer que ha saboreado  una vez. En realidad, no podemos renunciar a nada, no hacemos más que cambiar  unas cosas por otras; lo que parece una renuncia no es más que una sustitución  o una subrogación. Así también, cuando el hombre que deja de ser niño cesa de  jugar, no hace más que prescindir de todo apoyo en objetos reales y, en lugar  de jugar, fantasea.” 
      Para Freud la poesía es el gran  sustituto de los juegos infantiles y el poeta, aquel que capaz de recordar,  recrear y actualizar su infancia con naturalidad, sin reprocharse su propia  fantasía.  
  Pipo Pescador, que se denomina a  sí mismo trovador, representa al adulto que no pierde la niñez, que no se  “despide” de ella, sino que la conserva como parte esencial y activa de su  personalidad: “te llevo conmigo a buscar el sol”. Como señala Fischer (1998:2)  “La cara del niño es una de las posibles caras del hombre”. 
  Aquí se trabajan valores afectivo-psicológicos, ideo-racionales y anímico-espirituales. 
      14. Libro  de Cabecera  
      De El libro de Cabecera existen tres ediciones. Una de  Editorial Abril de 1986, otra de Beas Ediciones (1992) y la última, de Espasa  (1997).  
      14. 1. Paratextos 
      Los  paratextos editoriales son los que transforman el texto de un autor en  mercancía, haciéndolo atractivo a los lectores-consumidores. Los formatos de  Beas Ediciones y de Espasa son tamaño cuartilla y a cuatro colores, mientras  que el de Editorial Abril, es más pequeño y a una tinta.  
  Las tres  portadas muestran a un niño solo, abstraído en la lectura. Se produce entonces  un  mise en abyme, en donde la  ilustración de un niño con un libro en las manos, leyendo, reproduce la escena  real del niño que lee. De esta manera, se está alentando una identificación con  los posibles lectores y aportando claves para la lectura.  
  El niño de  Editorial Abril recuerda al Principito de Saint Exúpery y tiene el aspecto de  un niño educado y pulido por los buenos modales. Está sentado en un gran  corazón, que ocupa el centro de la portada, en un intento de destacar el  carácter íntimo y emotivo del contenido. La tipografía del título es cursiva y  tradicional. El fondo, gris, hace que el libro se asemeje a un breviario de  lecturas piadosas. 
  El niño de  Beas Ediciones está leyendo acostado en su cama. Lo acompañan una luna con cara  (acompañando la sugerencia del escritor de leerlo por la noche), una flor  sonriente, dos pájaros y un gato durmiendo, en el suelo, a sus pies. No faltan  las zapatillas de estar en casa, situadas con cuidado a un lado de la cama. La  ilustradora nos muestra a un niño de clase media y con “cuarto propio” (al  estilo del que reclamaba Virginia Woolf) en el que desarrollar su intelecto.  
  El niño de  Espasa, está acompañado por una cebra de peluche y es posible inferir que se  encuentra en su cama, con el pijama, dispuesto a dormir por la noche. El  contexto nocturno de lectura está marcado por la presencia de una luna y varias  estrellas, pero son de juguete y se muestran claramente los hilos y moños que  las sostienen. El azul añil del fondo también remite a la noche, pero resulta  alegre, vivificador. En este caso la ilustradora mantiene el toque infantil,  pero reemplaza los  abundantes elementos  gráficos y simbólico de la edición de Beas, por líneas o manchas mucho más  sugerentes.  
  La gráfica  de editorial Abril busca resaltar el carácter instructivo o didáctico del  texto, mientras que Espasa, apuesta por mostrar un tipo de relación estrecha  entre el niño y el texto, así como la soledad y la quietud necesarias para la  lectura.  
  La edición  de Beas, y en menor medida la de Editorial Abril, en un intento de acceder a un  público masivo, lector de novelas rosa y consumidor de tarjetas de  felicitaciones con ositos y perritos, es más cursi y acaramelada. No ahorra  lugares comunes. Los dibujos que acompañan a la edición son precisamente eso,  dibujos, pero no ilustraciones. Carecen de una interacción con la parte  lingüística que justifique su aparición. Para ilustrar es necesaria una  interpretación del texto por parte del dibujante y no una reproducción mecánica  de los elementos que allí aparecen.  
  Editorial  Abril y Beas colocan en la contratapa, un logotipo utilizado por Pipo Pescador  durante la década del 80 y parte de los noventa, que consiste en la palabra  “Pipo”, dibujada. La curva inferior de la “p” es una acordeón y la “o”, una  cara con sonrisa y boina. Beas tuvo la intención de desarrollar una colección  denominada “La Casita  del libro”  exclusivamente  para Pipo Pescador, pero problemas económicos frustraron la iniciativa. 
      14.2. La edición de Espasa Calpe  
      En la  solapa aparece una foto de Enrique Fischer, con fondo de biblioteca, en blanco  y negro.  
  El texto a pie de foto, deja claro que la persona de la imagen  superior es Pipo Pescador, identificado en la portada como el autor del texto.  En la página segunda, otra foto de Enrique Fischer y en la quinta, el ya  típico: “Pipo Pescador es Enrique Fischer”. 
  Se produce así una identificación total entre Enrique Fischer y su  personaje, de manera que el autor, ya no recurre a los símbolos  característicos como la boina, el acordeón o la ropa colorida para ser  reconocido. Basta con la reproducción de su cara, para actualizar en los  lectores todo el imaginario icónico unido a este artista.  
  La aclaración “Pipo Pescador es Enrique Fischer”, que en un primer  momento intentaba separar las dos esferas (artística y privada), funciona  aquí como un espejo en el que se reflejan mutuamente dos seres de ficción. Enrique Fischer deja de ser entonces un nombre propio, para erigirse en otra  manifestación posible de su personaje. 
  La biblioteca será uno de los ámbitos más utilizados por Fischer  para enmarcar sus fotos, como si de una bandera se tratara. La asociación de Pipo Pescador con los libros es cada vez más  pronunciada, a medida que pasa el tiempo, en un intento de alejarse de los  productos televisivos y teatrales para niños, que empiezan a proliferar a  comienzos de los noventa en Argentina y con los que será absolutamente crítico.  
  El comentario de la solapa resulta sugerente para nuestro análisis,  porque deja clara la postura de una de las editoriales más importantes de la Argentina, con respecto  al autor y a la decisión de publicarlo. Este prólogo nos permite, además,  analizar el discurso publicitario que emprende la editorial como estrategia de  venta. 
      “PIPO PESCADOR es ya un clásico dentro de la literatura y el  espectáculo para niños. Su temprana irrupción en la televisión provocó un  cambio en el modo de dirigirse a los niños. Con la sencilla fórmula de no  subestimarlos, con profundo respeto, establece un sabio balance entre la  transmisión de valores, la iniciación estética y una cómplice y desenfadada  transgresión.” 
      El mercado editorial considera a Fischer un clásico, porque  le reconoce una trayectoria original y exitosa en el arte infantil. Es un  clásico porque se acude a él como reservorio de información, de conocimientos  sobre el niño; es una figura que, dentro del espectáculo, no ha sido  contaminada por el consumismo y los recursos fáciles. Se reconoce la  autenticidad de su producción, la popularidad de su obra y la originalidad de  sus contenidos. Y es justamente esto lo que la editorial se propone vender. 
      “Niños de todo el mundo, aun sin saberlo, entonan día a día  y en las más diversas lenguas sus canciones, algunas de las cuales pertenecen  ya al patrimonio colectivo.” 
      Evidentemente la editorial exagera. No son diversas, ni  recónditas, las lenguas en las que se han traducido sus canciones: inglés,  italiano y portugués.  
        Fischer aparece como un trasmisor de valores, de estética y de “desenfadada” transgresión. Estos tres pilares son los que sujetan  la concepción ideológica básica, que una parte de la sociedad argentina tiene  de la infancia, y es Pipo Pescador quien la sustenta y a quien se le reserva,  como artista e intelectual, la capacidad para llevarla a cabo.  
        Interesa especialmente resaltar la unión de dos términos  “desenfadada” y “transgresión”. El adjetivo deja sin energía a un sustantivo  que, sólo, puede resultar  peligroso y  demasiado explícito. Se avisa a los padres que el mensaje de Fischer, según la  lectura de la editorial, es inofensivo.  
        Para el público argentino de clase media existen dos  autores, considerados clásicos, y a los que se supone representantes de la  infancia como concepto o valor puro: María Elena Walsh y Pipo Pescador (y, con  menos popularidad, el director Hugo Midón). Esta apreciación es pertinente, si  hablamos del espectáculo y el arte infantil popular y no sólo de la literatura,  en donde hay otras muchas voces con prestigio.   
      “Libro de Cabecera propone una lectura ágil, amena y emotiva  de aquellos valores que todos los padres desean transmitirle a sus hijos.” 
      La editorial Espasa Calpe asume el papel de difusora de una  determinada ideología sobre la infancia que, según su posición, este libro  representa. La generalización que establece al decir “todos los padres”  clausura la posibilidad de discrepancia, en una tácita afirmación: si eres  padre, piensas como hay que pensar; como piensa la mayoría.  
  El discurso de la editorial interpela a cualquier adulto  para que funcione como un padre, dando por supuesto que si un padre quiere un  determinado producto (intelectual o material) para sus hijos, éste será  automáticamente bueno. Se pretende así, presentar unos determinados valores,  como leyes evidentes del orden natural, es decir como axiomas antropológicos.  
        El discurso sobre la bondad del libro y su contenido apela a  
      “la temática latente de protección y gratificación (al)  cuidado que “se” toman para solicitarlo y persuadirlo, es el signo, ilegible  para la conciencia, de que hay en alguna parte una instancia (...) que acepta  informarle sobre sus propios deseos, adelantarse a ellos y racionalizarlos.” Baudrillard “La  publicidad”. 
      “Este material precioso y de fácil lectura ya fue adoptado  por niños, educadores y familias de todo el país.”  
      Niños, educadores y familias: nueva tríada ideológica que  perfila el recorrido social, que pretende la editorial para el libro. Estos  tres grupos se constituyen como lectores ideales, presuponiéndose en ellos  determinados valores compartidos, que servirán de marco desde el cual leer.  A ellos dedica explícitamente Fischer muchos de sus trabajos.   
  La familia y la escuela, tal como señalamos anteriormente,  están íntimamente relacionadas con la aparición de un sujeto infantil,  susceptible de ser educado. La presencia de los adultos como co-destinatarios  de la obra de Fischer ha sido uno de sus rasgos más característicos. Pero  siempre son adultos afines al mundo infantil, como padres o educadores. De esta  manera, la labor pedagógica de Fischer, aparentemente centrada en los niños, en  realidad está destinada a mostrar a los adultos formas de acercarse a los  niños. Fischer actúa entonces, como mediador entre el adulto y el niño, como  traductor y mensajero que facilita la comunicación intergeneracional.  
  El  libro de Cabecera, está escrito como guiño a determinados adultos que  encuentran en él los valores perdidos de la infancia. Estaría enmarcado  dentro de lo que Cubells Salas denomina “moral horizontal” en oposición a la  “moral vertical” de tendencia religiosa y que “fiel a criterios de alteridad  respecto al “otro”, tanto individual como colectivo, abarca desde la integridad  física hasta el autodesarrollo personal en sus vertientes psicológica y  social.” 
  Sus capítulos circulan en internet con el estatus de  aforismos. Son utilizados para expresar configuraciones culturales que se  añoran y a las que se desea volver. La infancia aparece en el imaginario adulto  como la instancia a la que regresar en busca de refugio y de esencias. Por  eso, el Libro de  Cabecera es leído a los niños por los adultos, que ven en sus páginas un  recordatorio de aquellos valores que pretenden para sí mismos.  
  En Argentina, al igual que en España, hay, desde los años  ochenta, una clara apuesta por utilizar la escuela y la familia como reservorio  de valores morales, frente al ataque que sufre la ética, desde las  multinacionales del entretenimiento y otros ámbitos de la sociedad. Al respecto  ha dicho Alberto Manuel (El  País. Babelia, 10-11-2001, “Leer en un momento de catástrofes”, citado por Cerrillo,  Larrañaga y Yubero (2002:43):  
      “Desde hace muchos años, los hombres han buscado en los  libros algo de alivio para su dolor y una cierta promesa de cordura.” 
      El libro es el espacio al que, tradicionalmente, se ha  identificado con los valores positivos, frente a la televisión o los  videojuegos, absorbidos por intereses espurios. Pero, como señalan Cerrillo,  Larrañaga y Yubero (2002:22): 
      “Como hábito cultural es de particular importancia la  actitud que ante la lectura, la escritura y los textos presenta la cultura y la  sociedad en cuestión. En la nuestra, el libro se ha centrado como mercancía de  ocio centrada en el entretenimiento y la fugacidad de contenidos, sobre las  cualidades propiamente culturales, dando cabida a textos de calidad ínfima  (...)” 
      La afirmación, tan evidentemente  comercial, de que este libro es de “fácil lectura” pone de manifiesto la poca  confianza que tienen los editores en la capacidad lectora e intelectual de los  grupos para los cuales, afirman, haber publicado el libro. Deja clara también,  la necesidad del campo editorial de acceder al mayor número posible de  compradores (incluso los que no leen). Pero los editores mienten. No es un  libro de lectura fácil, ni muchos menos, masiva. Requiere de un lector habituado  a la introspección, a la reflexión intelectual y al pensamiento poético. Sin  embargo, la venta de sus varias reediciones alcanzó los trescientos mil  ejemplares.  
      14.3. Una declaración de principios 
      Libro  de Cabecera es una de las obras en las que la ideología de Fischer sobre la  infancia, está más claramente presentada. En esta obra, Fischer despliega, en  un genero cercano al ensayo y en prosa poética, los valores que asocia y desea  para la infancia (y en extensión para la adultez) y pretende inculcar  pedagógicamente.  
  Libro  de Cabecera surge,  entonces, como una declaración de principios. Como un manifiesto con el que  pretende volver a esa infancia idealizada e inmaculada que, él mismo, ayudó a  configurar en los años setenta.  
  De ahí el título, que evoca el libro de oración o de lectura  piadosa que los niños del siglo XIX se llevaban a la cama. El estilo dogmático  y moralista que adquiere por momentos, actúa en detrimento de su intensidad  poética y de la profundidad de su pensamiento.  
  En el epígrafe 9, hacíamos referencia a dos polos que,  siempre en tensión, dominan el tono de la expresión artística de Fischer: el  fuerte apego a una cultura tradicional pequeño burguesa, un tanto pacata y  pueblerina, (simbolizada por los muebles antiguos), que aparecerá diseminada en  toda su obra y una posición estética e ideológica moderna y liberal.   
  El índice del libro, señala el  mapa conceptual de Fischer sobre la infancia y, de alguna forma, prescribe un  tipo de lectura. Cada capítulo ocupa una página, a lo sumo dos. Se trata de  textos en los que el pensamiento posterior a la lectura es tan importante como  la lectura misma. Son textos para comentar, que predisponen al diálogo con los  adultos. Entrar en ellos exige la misma disposición anímica que la lectura  de un poema, porque, aunque están escritos en prosa, tienen una fuerte carga  lírica. Breves y sintéticos contienen el desarrollo de una sola idea: “La  oscuridad”, “Estar”, “La escuela”... 
  El mundo infantil aparece así  ordenado en compartimentos de fácil accesibilidad, con los que sentirse  rápidamente identificado.   
  La mayoría de los títulos están  formados por un sintagma nominal (Artículo+sustantivo, o sustantivo sólo) y, a  veces, por verbos conjugados en primera persona. Este recurso en la  presentación de los títulos y las constantes construcciones atributivas con el  verbo “ser”, crean la sensación de encontrarnos ante absolutos que parecen  clausurar el tema. Esta forma sentenciosa confiere al texto una atmósfera  decimonónica, alejada del código actualmente vigente en la literatura infantil,  que pretende desmarcarse del lenguaje pedagógico.  
      14.4. El prefacio 
      En el Prefacio, Fischer expone sus intenciones y objetivos.  Señala la hora en que espera que su libro sea leído, el lugar (la cama, ya  tradicionalmente asociada al libro, recordemos la ilustración de portada de El libro amarillo) y los lectores para  quienes lo escribió:  
      “(...) lo escribí para vos y para mí. Alguna noche, a  la misma hora estaremos vos y yo, cada cual en su casa y en su cama leyendo  estas palabras, los ojos encendidos como estrellas en la dulce oscuridad de la creación.” 
      Fischer se señala como  destinatario de su propia obra. Al respecto, comenta Roland  Barthes (2002:31) 
      “escribir,  hoy en día, es constituirse en el centro del proceso de la palabra, es efectuar  la escritura afectándose a sí mismo, es hacer coincidir acción y afección, es  dejar al que escribe dentro de la escritura (...)”  
                  Esta inclusión explícita sitúa la  experiencia de Fischer como corazón del escrito. El ejercicio de la memoria se  hace evidente y a través de él, el autor actualiza y revisa los valores en los  cuales basa su vida adulta.  
  No es común que Fischer haga en su  obra alusiones religiosas explícitas, pero la palabra “creación” aparece en  ocasiones, como sinónimo de naturaleza. A partir de los años 90 deja de  utilizarla, quizás cuando deja de percibirla como parte de sus creencias.  
      Relación  con Infancia  en Berlín hacia 1900 de Walter Benjamín  
                  Walter Benjamín (1892-1940) se  interesó en la infancia y escribió numerosos artículos sobre el tema. También  recordó su niñez en un libro titulado Infancia en Berlín hacia  1900 (1950), ejercicio de filosofía narrativa en el que un  sujeto protagonista relata sus experiencias infantiles, transformando éstas en  símbolo del significado de la vida.  
            El libro de Benjamín no está  dirigido a los niños y tiene una complejidad expresiva que dificultaría la  lectura de los más pequeños, sin embargo, coincide con Fischer en el tono  intimista y poético y en el tipo de sensibilidad atribuida a la infancia.  
        Muchos de  los temas que tratan coinciden: La escuela, la fiebre (en Fischer “Tengo  fiebre”, en Benjamín “La fiebre”), las palabras, el miedo, los libros (en  Fischer “Libros” en Benjamín “Los libros”), la naturaleza, las frutas.  Estos títulos resumen elementos que ambos consideran esenciales para los niños  y que son lugar común en casi todos los libros infantiles, porque responden  a hitos evolutivos y culturales muy claros en occidente. Todos los niños tienen  fiebre, todos van a la escuela, todos tienen miedo... 
            Sin embargo, creemos que la  similitud entre uno y otro libro está basada en un acuerdo espiritual y  conceptual relacionado con el tipo de educación recibido por Fischer.  Ciertamente, ambos autores resuelven sus obras de modos distintos: uno  (Benjamín) narra y el otro (Fischer) describe, metaforiza y prescribe.  Indudablemente se trata de proyectos escriturales diferentes. Sin embargo, la  sintonía vuelve a aparecer en varios puntos entre Buenos  Airesitos de Fischer y la concepción de la ciudad en Benjamín,  como señalaremos más adelante.  
            Estas similitudes muestran la  cercanía entre la idea de infancia de Fischer y la idea romántica de infancia (Ver  § 11.1.2.) que es la que tenía Benjamín. 
      14.5.  Análisis de fragmentos 
                  Cuando la luz se apaga, las cosas no desaparecen;  simplemente no se ven. (...) 
        La oscuridad es el silencio del color, el hogar de los ganados y la frescura del campo. 
        La noche es una niña negra  que tiene una piedra preciosa en cada mano: en la derecha el diamante de  la aurora y en la izquierda el rubí del crepúsculo. [De La oscuridad] 
                  Este  texto es una paráfrasis del poema “La noche” de El libro amarillo. La naturaleza, al modo romántico,  acompaña y se identifica con el ser humano.  
            Comienza  con una explicación sencilla y racional, que ofrece amparo. La oscuridad,  experimentada por los niños como la representación del vacío y de la nada, es  conjurada por Fischer, que mediante el lenguaje metafórico, transforma el miedo  en una oportunidad de percepción libre, placentera y sutil. 
        
      Es necesario cuidar nuestra ropa, juntar nuestras  pertenencias una vez que hayamos terminado de usarlas, volver a dejar las  revistas donde estaban cuando ya nos cansamos de leer. 
        La gente ordenada escoge un lugar para cada cosa y  hace más fácil la vida de los que están junto a ella. (...) 
        El orden hace posible la música, madura las frutas justo en  el mes en que las aguardamos y conduce a nuestra puerta las cartas que nos  pertenecen. [De El orden] 
      El orden es presentado por Fischer como un valor intrínseco  de la naturaleza y por tanto, esencial para el ser humano, ya que posibilita la  vida biológica (frutas maduras) y social (la música y las cartas). El comienzo  impersonal y rotundo otorga carácter dogmático al texto.  
      Si mi escuela fuera un barco, los chicos seríamos marineros  y nuestra maestra el capitán. Viajaríamos juntos a conocer mucndos nuevos para  luego escribir en el cuaderno nuestras impresiones. (...) 
        Mi escuela es una casa grande con jardín adentro,  donde encuentro todo lo que busco y me contestan todo lo que pregunto. 
        Allí están mis compañeros, hermanos espirituales con los que  formo la familia del saber.  
        [De La escuela] 
      A diferencia de los textos anteriores, aquí aparece la  primera persona, en un intento de señalar el carácter íntimo de la experiencia  escolar. Fischer toma la voz del niño, pero pasa por alto las dificultades,  zozobras y conflictos que provoca en la psicología infantil la escuela.  
  La idealización que hace de las relaciones entre compañeros  (construcción del sentimiento de pertenencia a una comunidad) y la  identificación del colegio con la casa y la familia, reproduce los tópicos de  la escuela “como templo de saber” o “segundo hogar”, y legitima el concepto  de infancia que surge asociado a la escuela pública como espacio de  instrucción. Esta visión recuerda el espíritu de Domingo Faustino Sarmiento que  consideraba la educación primaria como “la medida de la civilización de un  pueblo” y abogaba por una escuela obligatoria, no sectaria y gratuita.  Como señala Alberto Palcos,  citado por Cárdenas (2005:97): 
      “La escuela colma en América una alta misión social:  amalgama a las razas de las más dispares y opuestas procedencias, las asimila,  les comunica el sello nacional, nivela las capas sociales, fomenta los  instintos de sociabilidad, pule las formas, eleva el buen gusto, dota de  hábitos de orden, de disciplina y de educación.” 
      El pensamiento romántico de Sarmiento se mantiene vivo en  Fischer, cuyas maestras fueron discípulas directas de las norteamericanas  invitadas por el presidente argentino.  
  Fischer alimenta la noción de una  comunidad ordenada en el que cada persona e institución ocupa un espacio claro,  positivo e incuestionable.  
      Tengo fiebre, pero en realidad no estoy enfermo. Mi cuerpo  ha elevado su temperatura para defenderse del mal que lo acecha. (...) 
        No estoy enfermo, soy muy fuerte y sano; 
        solamente ocurre que mi  cuerpo necesita que lo escuche y ayude para que pueda seguir funcionando  perfectamente bien. 
        Quedarme en cama, no  tomar frío, reposar, puede ser una forma de colaborar con mi cuerpo en  su lucha. [De Tengo fiebre] 
                  La utilización de la primera persona para explicar racional  y adultamente circunstancias de la vida del niño, hace que el texto funcione  como voz de la conciencia (que no es otra cosa que la voz de los padres que  internalizamos y comienza a formar parte de nuestros propios mecanismos de  represión y consuelo).  
            Así  lo explica Alberto Suscasas (2001:35) 
                  “...pensar ideas cuyo sujeto no soy yo mismo. Experiencia  en sentido radical: leyendo el yo del lector se aliena al dar cabida en el  interior de su conciencia a una experiencia extraña, a una experiencia cuyo  sujeto es otro («yo es otro»).” 
                  El  niño que lee, escuchará en su mente palabras que identifica como propias (la  primera persona es así de poderosa) y a la vez, como procedentes de una  instancia adulta, tranquilizadora.  
            La  frase: “No estoy enfermo, soy muy fuerte y sano”, resuena como las  visualizaciones positivas de los libros de autoayuda.  
      Es importante aprender a  estar en un lugar; a estar sin hacer nada.  
  Sentate y dejá que pase el  tiempo. 
        (...) 
        Aprendé a estar sin dormir en tu cama, sin comer en tu mesa, sin jugar en tu patio. [De Estar] 
                  Estar sin hacer nada es para la mayoría de los adultos y, en  consecuencia, para los niños una imposibilidad. Las tareas son tantas, que  apenas tenemos tiempo de comunicarnos con los demás y con nosotros mismos. La  propuesta: “Sentate y dejá que pase el tiempo” produce temor y vacío, en una  época decididamente hiperactiva. 
  Atreverse a suspender momentáneamente la utilización  habitual de los objetos (no comer en la mesa, no dormir en la cama) resulta  novedoso, porque plantea modificar los itinerarios cotidianos, basados siempre  en la teórica efectividad.  
      Te ofrezco mis mejores  momentos para que los disfrutes conmigo. 
  Te busco siempre, no sólo  cuando me hacés falta. 
  Te presto la goma porque la  necesitás. 
  Te escucho si tenés ganas  de hablar. 
        (...) 
        No te pido nada a cambio. 
        Mi premio es tu bienestar.  [De Sevicio] 
                  Fischer promueve el amor desinteresado y la empatía entre  las personas. Es común que los libros infantiles lo hagan, a través de cuentos  que muestran la trayectoria de un aprendizaje. La originalidad (y el riesgo) de  Fischer es tratar el tema directamente, sin procesos psicológicos que justifiquen  adoptar una determinada actitud.  
      La soledad lee, la soledad  recuerda. 
        La soledad escribe cartas  afectuosas. 
        (...) 
        La soledad nos invita a  caminar por los parques y a recorrer bellos museos mirando cada objeto con  tranquila curiosidad. 
        (...) 
        La soledad nunca nos hace  sentir solos. [De La soledad] 
      El silencio piensa, el  silencio imagina, el silencio recuerda horas perfectas, el silencio acaricia  las cabezas dormidas... 
        El silencio se pide apenas  con un gesto; en el pentagrama se escribe apenas con un signo; en medio de la  fiesta brilla apenas por un instante... 
        Hago silencio para que  disfrutes del silencio. [De Silencio] 
      El silencio y la soledad son dos de los temas  preferidos de Fischer. En su obra aparecen siempre como contrapunto íntimo y  necesario del juego. Estar en silencio implica, de alguna forma, estar solo  y estar quieto. Es una disposición mental poco frecuente (como dejar pasar el  tiempo) que Fischer enaltece.  
    
        No hay malas palabras ni  buenas palabras: sólo hay palabras. 
        Algunas son dulces como una  caricia y otras ásperas como una vereda de piedra. 
        Gracias a nuestras palabras  podemos expresar nuestros sentimientos con fidelidad casi absoluta. 
        Las palabras se vuelven  difíciles en los trabalenguas; musicales en los versos; despreciables en las  mentiras; imperceptibles en los susurros y duras en los reproches. [De  Palabras] 
             
Como asegura Ariel C. Arango en su libro Las malas palabras, llamamos “malas”  a las palabras obscenas o tabú. La educación  infantil burguesa pone especial énfasis en reprimir la utilización de vocablos  referidos a partes sexuales o a excrementos, pero permite el acceso a formas de  violencia preocupantes.  
            Partiendo  de la premisa de que la violencia física se desata cuando no hay palabras para  nombrar los sentimientos de enfado o frustración, es que Fischer defiende el  uso del lenguaje como herramienta privilegiada de comunicación.  
      La lluvia es el último  secreto de la naturaleza. (...) 
        Los árboles saben  que el agua viene del cielo y por eso crecen, intentando llegar hasta los  manantiales altos. [De Lluvia] 
                  La emoción y el misterio con los que Fischer se refiere a la  naturaleza adquiere, por momentos, un tono místico. Los ríos, las frutas o la  lluvia se transforman en fenómenos sublimes y dignos de admiración.  
      Pequeña, grande, en el  campo o en la ciudad tu casa es la mejor del mundo.(...) 
  Sus paredes están  habituadas a las vibraciones de tu voz y los pisos al ritmo de tus pasos. 
  Si no estás, tu casa parece  enorme y vacía. A tu llegada se viste de risas y gritos, y su corazón secreto  late de felicidad. 
  Cuando los habitantes de tu  casa se reúnen, las paredes, el piso y el cielo raso son como una caja que  guarda un valioso tesoro: tu familia. 
        Tu casa gira con la Tierra y sus techos  reflejan cielos diversos. Su ventana te muestra la cara azul del cosmos  infinito. [Tu casa] 
                  La casa, al igual que la naturaleza, aparece revestida de  rasgos humanos. Tiene sentimientos y corazón. Es común que los niños sientan que se  comunican con partes de su vivienda. Al irse de viaje, muchos de ellos besan  las paredes y se despiden, en voz baja, de su habitación.  
  La idea de la familia como tesoro es poco original. Fischer  la explota como un lugar común. Sin embargo, la casa como extensión del cuerpo  tiene repercusiones más profundas. Fischer piensa la casa como expresión del  mundo. Un microcosmos que es a la vez todo y parte del universo al que  pertenece.  
      Los libros son como las  personas: sólo valen por lo que llevan dentro. (...) 
  Con el tiempo te  acostumbrarás a ser tu propio ilustrador y no necesitarás más que letras  oscuras. (...) 
  Buscá la compañía de los  libros bellos y no te sentirás defraudado. 
  Con un libro en tu mano, no  habrá fronteras que te detengan ni sueños que no puedas alcanzar. 
        [De Los libros] 
                  Fischer  elabora el texto encadenando máximas. Este uso, por momentos abusivo, del  estilo sentencioso, le valió la reprobación de críticos y de compañeros de  profesión que descubrieron soberbia en el estilo. Sin embargo, encantó a  maestros y profesores que, menos atentos a las formas, encontraron en el libro  aquello que siempre quisieron decir y no encontraron cómo.  
                         
El televisor es un aparato  maravilloso capaz de mostrarte algo que está ocurriendo muy lejos. 
        (...) 
Él emite imágenes todo el  tiempo, igual que una canilla abierta deja fluir el agua. 
        Debemos acostumbrarnos a  elegir el programa que vamos a mirar. Y cuando éste termina, apagar el  televisor. [El televisor] 
                  Frente  al televisor y su verborrea desmesurada de imágenes, Fischer propone mesura y ejercicio de la libertad. 
      Cuando algo está limpio  luce bien y se lo puede conocer mejor. 
      La higiene es una forma de  orden y un camino hacia la belleza. [De La higiene] 
                  El  orden y la limpieza son conceptos tradicionalmente asociados a la educación e  instrucción. El delantal blanco, planchado y almidonado, con el que los niños  argentinos acuden a la escuela remite a la pureza de cuerpo, mente y espíritu.  
            Para  finalizar el libro Fischer incorpora en esta edición de Espasa una serie de  poemas. Especial interés tiene... 
      La Mochila  
      Lápiz, goma, marcadores, 
        cuaderno cuadriculado, 
        diccionario, papelitos, 
        un enorme emparedado. 
        Una escarapela rota 
        que quedó del mes de mayo, 
        tres tapitas de gaseosa 
        y dos globos desinflados. 
        El libro de cabecera, 
        con forro muy aguerrido 
        y un billete aplastado 
        que en el fondo se ha  perdido. 
        Calcomanías, pegote, 
        un botón nunca cosido, 
        un dinosaurio llavero 
        con mirada de asesino. 
        En el bolsillo de arriba 
        boletos de colectivo 
        (uno sólo capicúa 
        y los demás muy sencillos). 
        El recorte que papá 
        quitó al diario del domingo 
        que habla de videojuegos 
        lo mal que hacen a los  chicos... 
        Migas de variados panes 
        cubriendo espacios vacíos 
        y por fuera dibujos, 
        firmas de algunos amigos. 
        Una calavera horrible 
        y las tres letras de  ¡Gol!... 
        Todo esto en la mochila  
        de un niño caracol.  
      La mochila que el niño lleva a cuestas funciona como  territorio privilegiado de la niñez, porque precisamente en su interior se van  depositando, en distintas capas y compartimentos las huellas de la infancia. La  ley de los adultos ingresa en la habitación de los más pequeños, pero raramente  en la mochila, que, olvidada en un rincón hasta la mañana siguiente, acumula  tesoros y desperdicios. 
  Fischer de manera minuciosa, elabora un registro de los  objetos que configuran  la niñez de un  niño porteño prototípico y nos permite leer, a través de ellos, como transcurre  su vida.  
  El colegio ocupa un lugar fundamental. Al abrir la mochila  es lo primero que aparece. Más abajo, y en lugares aledaños, encontraremos lo  más preciado: las calcomanías, el llavero de dinosaurio o los boletos capicúa.   
        El  Libro de cabecera aparece cubierto con un forro curtido que confirma su uso habitual. Es  un libro manoseado y, por tanto, amado.  
        El padre del niño lee el periódico dominical y comenta con  su familia las notas que le resultan interesantes. Es un padre moderno que hace  partícipes a sus hijos de la educación que reciben.  
            Las  migas y los pegotes atestiguan la dejadez propia de una infancia libre y  despreocupada. 
            El índice del libro puede leerse como un listado de valores.  El recorte que Fischer hace de los temas delimita su pensamiento y deja claro  qué aspectos considera importantes. En este libro trata valores relacionados  con los cinco grupos en que basamos nuestro estudio (Ver § 7.5) 
      15. Atento al cuento 
                  La  palabra “cuento” en el título hace referencia al carácter narrativo de los tres  poemas que contiene esta edición de bajo presupuesto. El trabajo de la imprenta  es deficiente. Los dibujos aparecen mal reproducidos y el ilustrador ni  siquiera es nombrado en la página institucional.  
  En la cubierta posterior, a manera de prólogo, el autor se  dirige a sus lectores presentándose y dando claves para la lectura.  
      “Soy Enrique Fischer, pero todos me conocen como Pipo  Pescador. Escribo poemas, cuentos y canciones que luego canto en el teatro y en  la televisión. Cuando actúo, uso boina y chalecos de colores.” 
                  La  preocupación por la identidad aparece en función temática (Halliday  1994, 2004) al comienzo de la oración. Esta nueva identificación entre el autor  y el personaje, junto a la afirmación “todos me conocen” funciona como  legitimación del texto. Activa la memoria de los lectores adultos, que van a  adquirir el libro y pueden relajarse en el “conocimiento” previo que  teóricamente tienen del escritor. Hay que tener en cuenta que este es el  segundo libro que Fischer publica a su llegada de España, después de permanecer  ausente cinco años. Durante algún tiempo, intentará reposicionarse en una  panorama literario y artístico que le resulta muchas veces hostil. 
  Por otro lado, el breve prólogo  sintetiza para los neófitos los elementos fundamentales de la tradición en  torno al personaje.  
  Fischer es consciente de que su  público potencial ya no es el mismo y que las condiciones de producción y  recepción de su obra también han cambiado.  
                  “Los  protagonistas existen en la realidad y son amigos míos (...) y ambos se rieron  mucho cuando leyeron las aventuras que mi fantasía les hizo vivir. Me gustaría  que ustedes disfruten de estos cuentos tanto como yo disfruté al  escribirlos...cosa que no fue fácil porque tienen muchas palabras complicadas.” 
                  La realidad se presenta como ámbito  de inspiración para el autor que, como es habitual en él, fundamenta su  creación en las personas y objetos cotidianos.  
  El proceso de metamorfosis queda  claro; de la misma manera que Enrique Fischer se convierte en Pipo Pescador,  Cristina y Nicolás, sus amigos, pasan a ser protagonistas de la ficción. La  literatura corporiza el paso de la realidad a la fantasía. Permite a las  personas leerse (o escribirse) como personajes. 
            Los procesos de escritura y de  lectura se tornan placenteros, pero también complejos. La alusión a “palabras  complicadas” no hace referencia a un término inusual o de significado  abstracto, sino a un léxico inventado o recreado por el autor: “pincela”,  “mariposiento”, “desmariposarse”, “fantasmosa”. Este recurso, no demasiado  habitual en la obra de Fischer, volverá a aparecer con fuerza en sus obras  principales dedicadas a la animación a la lectura: La magia de leer  y Libro  loco. (Ver epígrafe :::) 
Las tres historias están escritas  en verso y se titulan: “Romance de la Señora Villamor”,  “Romance del violinista Nicolás” y “Romance de Alfredo”. Fischer acostumbra a  denominar “romances” a las narraciones escritas en verso que incluyen alguna  proeza o acto heroico , a la  manera de los “romances de ciegos”.  
      Pintó esta historia una tarde la Señora Villamor, 
        largo pelo renegrido ojos de cualquier color. 
        En la calle Bacacay, en su viejo caserón,  
        aconteció este milagro, que cuento a continuación: 
        Son personajes del cuento, un gato negro y friolento, 
        un loro con luz adentro, un fuerte viento,  
        Pincelón, un pincelito, una pincela coqueta, 
        mucha pintura naranja y mucha pintura violeta.  
      Este comienzo actúa como marco de  la narración y señala su carácter oral. Estos cuentos pueden ser leídos o  escuchados, pero en todo caso, la oralidad queda inscrita en el texto a través  de las palabras atribuidas al narrador-juglar. Éste, se reserva el derecho de  hacer acotaciones metapoéticas o referencias a un tiempo de enunciación  ficcional, inmerso en la propia narración. 
      Habiendo presentado nuestro personaje 
        podemos comenzar este viaje. 
        Digo “viaje”, señores, porque un cuento 
        es un viaje de un momento a otro momento... 
        Vamos, pues, a los hechos sucedidos 
        antes de que se me queden dormidos. 
      La hazaña de los protagonistas  tiene que ver con la libertad, la imaginación o la tenacidad con la  que viven su vida. Los tres poseen una sensibilidad especial y una lógica  extravagante que los hace únicos y desprejuiciados.  
        La imaginación y la creatividad  aparecen como valores supremos que hacen posible a las personas trascender sus  posibilidades comunes. 
        El “Romance de la Señora Villamor”  tiene similitudes con “La bailarina Serafina” de El libro azul.  En ambos casos, una pintora observa como lo pintado cobra vida, confundiéndose  los planos de lo real y de lo soñado.  
      “La Señora Villamor pintaba una mariposa 
  que tenía sobre el ala un lunar color de rosa, 
        grandes anteojos dorados imitando dos pescados,  
        un collar acollarado y un chal de tul entalcado. 
        Pintó una, pintó trece, pintó nueve, pintó cien, 
        pintó tantas que a la noche no sabía bien qué hacer, 
        (...) 
        Al fin decidió guardarlas en una bolsa de lienzo, 
        la llenó de mariposas y la llenó de aleteos 
        y era la bolsa una nube que rodaba por el suelo...”   
      En el caso del violinista es la  música la que escapa a su control y suena tan fuerte y desafinada que molesta a  todos los vecinos, sin embargo la perseverancia y la práctica, lo convierten  en un famoso artista.  En el Romance  de Alfredo vuelve a ser un sueño el que provoca la aventura, hasta que el  desayuno y las palabras de la madre rompen el hechizo.  
        Los tres protagonistas deben  “domar” sus propias producciones psicológicas o artísticas, para volver a una  situación equilibrada entre imaginación y realidad.  
        En el caso de los protagonistas  niños, las madres actúan positivamente. Como productoras de realidad  y sustento (“La mamá hacendosa prepara café”, “...su madre amasa que te  amasa”) o como inspiradora de soluciones: “-En la heladera, nene, ensaya  en la heladera./ Si cierras bien no se oye desde fuera.”  
        La comicidad está basada en la  presentación de situaciones disparatadas, resueltas de manera excepcional. Se  valora especialmente la diferencia y se deja en ridículo a la gente que  actúa siempre según cánones preestablecidos.  
        Cuando Fischer quiere mostrar la  poca iniciativa de una persona o un pensamiento pobre, les hace decir frases  hechas que para él funcionan como síntoma de un intelecto escaso.  
        El “Romance de la Señora Villamor  termina de manera sugerente: “Y esta historia, mariposa que se transformó en  hebilla, puede ocurrirle a cualquiera que pinte en su buhardilla”.  
        Esta apertura a la posibilidad de  compartir experiencias es característica de la obra de Fischer que anima una y  otra vez a sus lectores a escribir y a dialogar sobre sus percepciones (en Buenos  Airesitos) o a mantener el espíritu lúdico característico  de la infancia. 
        Los valores que predominan en este  libro son en su mayoría anímico-espirituales e ideo-racionales, poniendo  especial énfasis en la imaginación y en la capacidad lúdico-creativa de las  personas. 
      16. Los  años 90  
      El contexto socioeconómico y cultural de la Argentina de los años  noventa,  llevaron a Fischer a ocuparse  prioritariamente a la edición de libros, actividad que había postergado por el  reclamo constante de actuaciones en vivo. 
  La década de los noventa estuvo marcada por el gobierno de  Carlos Saúl Menem, político de origen sirio, que lidera dentro del peronismo  una facción denominada “menemismo” en honor a él. En realidad, el menemismo no  es otra cosa que la aplicación de un liberalismo desaforado, que se distinguió  por la privatización de las empresas del Estado, previo vaciamiento de las  mismas para justificar su venta.  
  El discurso populista y la artificial paridad peso-dólar, le  sirvió a Menem para mantener fieles a los sindicatos y a la clase media-alta  que podía viajar y comprar en Estados Unidos a bajo precio. Mientras tanto, la  pobreza crecía de forma alarmante.  
  Menen propició un estilo de vida y de gobierno signado por  el consumismo y la corrupción. La deuda externa se multiplicó. Los recursos  naturales del país, así como gran parte del territorio, fueron entregados a  capitales argentinos y extranjeros que, aprovechando el descontrol gubernamental  y la falta de competencia, establecieron precios aberrantes.  
  En el ámbito cultural proliferó la televisión basura, el  amarillismo periodístico y se encumbró el entretenimiento como valor  fundamental de cualquier espectáculo. La superficialidad se convirtió en el  único requisito para el triunfo.  
  La oferta de arte infantil quedó reducida a circuitos más o  menos alternativos, que debido a la crisis económica, producían sin ningún  respaldo, obras teatrales de desigual calidad. La televisión copó todos los ámbitos  y fue la madre de los éxitos  teatrales y editoriales. Esta utilización de la televisión como medio de  promoción de los espectáculos infantiles tiene una larga tradición en Argentina  (tal como explicamos en el apartado 12). La aparición en televisión, como  ocurre actualmente en España, garantizaba el éxito de las posteriores galas,  funciones teatrales y conciertos.  
  Comenzaron a proliferar productos que nada tenían que ver  con lo artístico, destinados al consumo rápido. Se inventaba una fórmula  cualquiera y se la explotaba hasta la saciedad sin importar el mensaje o la  calidad de la misma. Así aparecieron   payasos, animadoras (siempre cercanas a la estética Play Boy) y muñecos  difundidos desde la televisión por las grandes productoras, que facturaban millones  con la venta de entradas y merchandising. 
  En este contexto las obras de María Elena Walsh, ya muy  mayor, de Pipo Pescador, de Hugo Midón y de un gran número de excelentes  escritores y dibujantes quedaron relegadas a un público de clase media ilustrada  o al ámbito pedagógico, que intentaba oponerse al sistema imperante,  defendiendo una producción artística genuina.  
  Empresas españolas, alemanas y holandesas fueron comprando  las editoriales principales. Aún quedan pequeñas ditoriales argentinas, pero las  más poderosas son españolas o del complejo multimediático alemán Bertelsman. 
  En los años 90 se crea Musimundo que se queda con el 70% de  la distribución nacional. Esta situación provocó que, desde mediados de los  noventa, Fischer comenzara a protagonizar una cruzada contra los medios,  denunciando el copamiento que estaban realizando del mundo artístico las  grandes empresas. 
            Durante  esta década, Fischer se dedica al mundo del libro. Escribe, publica y emite  opinión sobre el niño y la lectura en diversos medios de comunicación. Entabla  relaciones más o menos duraderas con editores y une su imagen a proyectos  como  Editorial Ameghino y Ediciones  Florentinas,  ambas fundadas por Julio  Acosta.  
            A  finales de los 90, el negocio infantil, tal como estaba planteado, comienza a  agotarse por exceso y por la enorme crisis que se avecina y que estallará en el  famoso corralito de 2001. Los canales de televisión y las editoriales más  grandes acusan los problemas económicos y hacen a un lado los temas infantiles.  En ese contexto, Pipo Pescador regresa a los teatros de la calle Corrientes con  gran éxito y a pedido del público que nuevamente busca referentes. 
                         
      17. Buenos Airesitos
      Durante su autoexilio en Madrid, comenzó  a redactar las primeras páginas sobre Buenos Aires. Ya de regreso a la Argentina, continuó  escribiendo y en 1990, la editorial Paulinas publicó Buenos Airesitos. 
  Se trata   de una edición de tapas blandas, de presupuesto restringido, ilustrada  por Pipo Pescador a partir de fotografías decoradas por encima. Las letras del  título están dibujadas también por el autor con una estética Art-Decó que  imprime un carácter retro e idealizado a la expresión tanto pictórica como  textual. 
  Las ilustraciones del interior juegan con  los negros, grises y rojos, (el interior es a dos tintas) lo que aporta un  clima triste y melancólico a las ilustraciones, que muchas veces no condice con  la alegría de los textos. 
            Publicar  libros a un solo color es una decisión puramente económica. Fischer, una vez  más, acepta, para que sus libros se editen, renunciar a formatos y opciones más  enriquecedoras y comerciales.  
                  La  edición de 2008 es policromática y se acerca más a la concepción que Fischer  tuvo, desde un principio, de la obra. Incorpora nuevos textos y optimiza el  procedimiento de ilustración por medio de fotografías, de manera que nos  referiremos a una u otra edición para establecer una comparación entre ambas.  
                  17.1. La  lectura del paisaje. De Buenos Aires a Buenos Airesitos 
      Al contemplar la ciudad, distinguimos en ella un conjunto de elementos  que actúan entre sí. El paisaje se aprende como se aprende a leer. Hay que  empezar por educar los sentidos, para absorber cada detalle. Un paisaje no se  deja captar al primer vistazo. Hace falta tiempo y numerosas miradas, para  distinguir las diferencias y las permanencias.  
        Buenos Airesitos es el nombre con el que Pipo Pescador bautiza un  Buenos Aires literario, que él ha imaginado. Buenos Airesitos es una  ciudad en pequeña escala, idealizada y hondamente poética, por la que se  desplazan Pipo Pescador y los niños. Esta calidad escenográfica, de ensueño, de  vacío, que confiere el autor a la ciudad, detiene la turbación cotidiana, para  permitir una percepción plena de aquello que, habitualmente, es territorio  vedado.  
        La obra está configurada por una serie de  capítulos sueltos, en los que el autor propone a los niños, recorridos,  metáforas y reflexiones sobre Buenos Aires. Las ventanas, los parques, los  mercados, las guarderías, las estatuas... conforman el universo cotidiano, que  comparten los habitantes de la gran ciudad. 
        Ninguna historia sirve de hilo conductor  entre los capítulos, más allá de la que, implícitamente, hace referencia a la  condición de la escritura: alguien que camina y que mira. Pipo Pescador  transita Buenos Aires y acumula sensaciones que más tarde convierte en texto.  El libro se despliega, entonces, como descripción, celebración, crítica o  nostalgia de la ciudad.  
        El poeta-narrador (Pipo Pescador) y los  niños son los flâneurs de Buenos Airesitos, al igual que Baudelaire, lo fue  de París. El flâneur es aquel que se desplaza por la ciudad y la observa  desde la orilla. Forma parte de la cotidianeidad, pero permanece fuera de los  circuitos que la configuran. Como no está inmerso en la rutina, posee el tiempo  y la distancia necesaria para poder interpretar lo que ve. Se permite disfrutar  los espacios que los demás sólo utilizan. Si para el trabajador, el metro  supone calor, prisas, amontonamiento, para el poeta y para el niño, es “un  hormiguero iluminado” o  “el bolsillo de  la ciudad, secreto y misterioso”.  
        La lectura simbólica de la ciudad es una  tarea reservada a los poetas y a los niños, porque ambos comparten la  percepción asombrada y lúdica de la realidad. Ellos son los únicos capaces de  transformar Buenos Aires en Buenos Airesitos.  
        Desde el punto de vista narrativo, el  texto tiene una estructura muy simple: un narrador adulto, identificado con el  personaje Pipo Pescador (reconocido por los niños argentinos), que escribe en  primera persona y se dirige a un público infantil, implícito en el texto: “Yo  te escribiré algunas cosas sobre la ciudad que, estoy seguro, alguna vez  pensaste.” El narrador actúa como guía y acompaña al niño en un paseo  imaginario, iniciándolo en la flânerie y mostrándole el espíritu lúdico,  mágico e histórico de la ciudad.  
        La voz adulta y la infantil se confunden  por momentos. El autor habla de sí mismo como de un niño. Al hacerlo, recuerda  su propia niñez y entreteje su experiencia infantil con la de los demás. Hace  de la infancia un espacio compartido.  
        En el capítulo “Saludo”, Pipo Pescador  reflexiona sobre las limitaciones de la escritura:  
      “No esperés  encontrar todas las fuentes, los edificios, las plazas y las calles, porque son  tantos que solo cabrían en un libro infinito; en un libro abierto que se  agrande cada día; un libro-planta al que constantemente le crezcan hojas nuevas.” 
    
  A lo largo de su obra, Pipo Pescador  recurre una y otra vez al árbol como símbolo del crecimiento. Como hemos visto,  una de sus canciones más famosas, “Semilla chiquita”, narra la expansión vital  de una semilla, hasta convertirse en árbol. Y son los niños quienes, partiendo  de una posición fetal, mueven sus brazos y se van incorporando hasta alcanzar  su máxima altura. Crecer significa perdurar y fructificar. Implica abrirse a la  amplitud del cielo y al mismo tiempo, permanecer arraigado a la tierra. En Buenos  Airesitos, la metáfora del árbol se extiende al libro, que multiplica sus  hojas en una extensión física, que es, al mismo tiempo, extensión espiritual. 
  El autor invita a los niños a pasear, a  conocer Buenos Aires y a narrarla. “Vos mismo podés continuar escribiendo esta  obra.”-afirma Pipo Pescador desde la primera página. La ciudad se convierte así  en pre-texto cambiante, que pide ser constantemente leído e interpretado. En  este sentido, y siguiendo una célebre tradición borgiana, el autor es lector y  el lector se convierte en escritor por medio de la lectura. Como señala Roland  Barthes en El susurro del lenguaje: “Cada lectura vale por la escritura  que engendra, y así hasta el infinito”.  
  Cuando Pipo Pescador afirma: “Vos mismo  podés continuar escribiendo esta obra”, hace explícita una de las  bases fundamentales de toda su producción:  dejar siempre un espacio abierto para que el niño ingrese en la corriente  artística propuesta y despliegue su propia creatividad. De esta manera, el niño  no es sólo espectador del hecho estético, sino que se anima a prolongarlo.  
      “Yo sigo  caminando por Buenos Airesitos. (...) No será difícil que un día nos  encontremos vos y yo en algún parque o trajinando calles. Si esto ocurre,  acércate a mí y marcharemos un rato juntos. Cambiaremos impresiones sobre este  libro. Podrás mostrarme algo que descubriste y yo no conocía o, simplemente,  contemplaremos en silencio la ciudad.” 
      La infancia es la encargada de continuar  el mito literario y de desarrollar y cuidar una sensibilidad que le permita  habitar la ciudad, en el sentido de sentirse parte de ella, para poder, luego,  hacerse cargo de su futuro.  
        En su Poética del Espacio, Gastón  Bachelard afirma que, para el conocimiento de la intimidad, es urgente la  localización de nuestra intimidad en los espacios. Las imágenes del lugar feliz  (topofilia), aspiran a determinar el valor humano de los espacios de posesión:  “Los espacios amados son espacios ensalzados”. 
        Dentro de estos lugares amados, de estos “rincones”,  el barrio ocupa, junto a los edificios patrióticos, un lugar privilegiado  dentro del imaginario de Buenos Airesitos. El barrio funciona como  micromundo perteneciente a un sistema mayor. Es la ciudad en miniatura. En esa  zona de relativa protección, el niño experimenta nuevos retos, atreviéndose  poco a poco, a ampliar su recorrido. Andar por el barrio es similar a viajar en  tiovivo: el reconocimiento constante de lo que nos rodea y la distancia corta,  que nos permite divisar, al instante, la figura familiar. 
      17.2. Las ilustraciones 
                  Con  respecto a las ilustraciones ha comentado Pipo Pescador:  
      “Tuve especial  cuidado en quitar de las fotografías la gente, los coches y cualquier vestigio  temporal. Después pinté los edificios del color que me gustaría que tuvieran,  coloreé el cielo, dibujé más palomas, más árboles. Hice gráficamente, lo mismo  que con el texto:  transformé el Buenos  Aires real en un Buenos Aires fantástico, liberado del desencanto.” 
      No es la primera vez que Pipo Pescador  utiliza la ilustración como medio expresivo. En Buenos Airesitos,  fusiona su propio estilo de dibujo y de fotografía, con la tradición de los  pintores filetistas, que decoraron la Buenos Aires de principios de siglo veinte, tan  cercana al tango. El fileteado porteño es un arte decorativo popular que nació  espontáneamente, para alegrar los grises carros municipales, que circulaban por  la ciudad.  
  Esta práctica, que comenzó a estudiarse  como fenómeno artístico en los años setenta, nace de la convergencia de  diferentes culturas, en particular la gitana y la siciliana.  Horacio Ferrer (1990) definió al filete con  estas palabras:  
      “Tradición  plástica y elegancia humilde de la Buenos Aires popular, el filete es el ornamento cariñoso  y altivo de carros y camiones, de carteles de almacén y de ventanitas floridas.  Un arte que ha pasado de maestro en discípulo, dándole originalidad argentina a  antiguos modelos decorativos europeos.” 
    
  Pipo Pescadorincorpora a su  trabajo sobre Buenos Aires, diferentes tradiciones de la cultura argentina y  porteña, que están en el ambiente y que el autor pasa por su tamiz creativo. 
  La primera edición, presenta un Buenos  Aires altamente idealizado y estático, como una estampa. El tono emocionado y  pleno de metáforas evoca un Buenos Aires sublimado, que el autor recuerda, pero  no experimenta a diario. El humor sutil e inteligente de Pipo Pescador otorga  al texto una calidad festiva, que conecta rápidamente con la percepción lúdica  que tiene la infancia. Dice en el capítulo “Lluvia”:  
                  “Los caminantes se comportan  de manera distinta los días de lluvia. Corren de un portal a otro, saltan como  acróbatas los ríos de mentira, que surgen de las esquinas, o pasan lentamente  cobijados bajo sus paraguas, que son amapolas negras florecidas en las calles.” 
      De todas las imágenes posibles de Buenos  Aires, elige aquellas que enriquezcan el mito. Aporta una mirada de la ciudad  como pura energía estética y literaria, formada por miles de presencias que la  han configurado. No se trata pues de un recorrido superficial, sino de un mapa  íntimo. El autor acompaña el camino con un plano de sus lecturas e inquietudes  artísticas, que regala a los niños como legado cultural.  
      “Jorge Luis  Borges, el escritor, inmortalizó una manzana de Palermo Viejo, nombrando las  cuatro calles que la rodean en una bella poesía. Es la manzana comprendida  entre Paraguay, Gurruchaga, Guatemala y Serrano. (...) Benito Quinquela Martín,  el pintor, descubrió que el agua puede ser verde, azul, amarilla, roja y  violeta y que los viejos barcos olvidados atesoran belleza y emoción.” 
      La reciente edición de 2008 incorpora  poesías y tiene un tono más irónico y chispeante. Sobre la calle Florida, por  ejemplo, Pipo Pescador escribe:  
      “Hace mucho  tiempo, las peatonales eran calles como las otras, de calzada y acera, pero los  automóviles transitaban cada vez menos y los peatones, cada vez más. La calle  empezó a estrecharse, porque la usaban poco, y las veredas a ensancharse,  porque las usaban mucho, hasta que las dos veredas se juntaron y la calle  desapareció.” 
      En la edición de 2008, la metáfora  continúa siendo la figura fundamental que estructura toda la expresión, pero el  lirismo desbordante de la versión de 1990, toma ahora un carácter más social y  crítico. Sobre todo, lo hace en los capítulos dedicados a nuevas costumbres, en  las que el autor percibe un vaciamiento de la identidad, un simulacro  pretencioso y descorazonador.  
      “También se  puede practicar inglés en los “shoppings” (centros comerciales). Los carteles  ponen “for sale”, en lugar de “en venta”, out-let” en lugar de “liquidación”  (...) Los panchos se llaman “hot dogs”, y “lo siento”, se dice “sorry”. Cuando  entra un turista norteamericano y se dirige en inglés a la vendedora, ésta pone  cara de terror, porque nació en Villa Crespo y no entiende ni una palabra.” 
      Refiriéndose a la pulsión que lleva a los  argentinos a querer expresarse en inglés, dice Ivonne Bordelois (2005: 80): “Se tiene la  impresión de que acudir al término “anglo” exime en cierto modo del sentimiento  de fracaso total: seremos desdichados, pero nos redime, en cierta medida, la  inmersión en la lengua del imperio”.  
      La última edición agrega capítulos  dedicados a edificios públicos de reciente construcción o a nuevas profesiones  (como el paseador de perros), que configuran el paisaje urbano. También se  quitan partes que han quedado obsoletas, en el constante ir y venir de la  ciudad.   
      Buenos Airesitos mantiene el tono nostálgico de una edición a otra. Las  antiguas costumbres, son narradas a los niños, con la esperanza de evitar su  desaparición: 
      “Los  restaurantes que tienen mantel de papel blanco son una preciosidad.  Lamentablemente quedan poquitos, pero quedan. Los chicos pueden comer  tallarines con pesto y dibujar bichos raros en la mesa.” 
      17.3. Identidad porteña e identidad argentina 
      Buenos Airesitos es una obra escrita y re-escrita en  consonancia con los cambios de la ciudad y con la evolución personal del autor,  pero siempre conserva ese espíritu de crónica costumbrista, a caballo entre la  inmediatez y la permanencia, que identificó durante mucho tiempo a la  literatura sobre Buenos Aires. Este estilo le imprime un carácter fuertemente  localista. Es posible leer Buenos Airesitos sin conocer la ciudad, pero  parte de la magia se diluye en la traducción de los vocablos o en la narración  de hechos que los habitantes conocen y pueden recuperar rápidamente. En este  sentido, es un libro con una fuerte impronta pragmática. Tanto en el ámbito  lingüístico, como en el gráfico.  
        En Buenos Airesitos la identidad  porteña y la argentina, se perfilan a través de un recorrido por los símbolos,  físicos y lingüísticos, conceptuales y gráficos, que avalan la pertenencia a un  grupo.  
        Hablar de Buenos Aires y de sus  costumbres es hablar de la cultura e identidad rioplatense (tango, malevos,  pizza, pastas italianas, asado), que difiere mucho de la cultura andina,  incaica o patagónica, pertenecientes a otras partes de Argentina y que, a  menudo, quedan relegadas. Margarita Gutman y Jorge Hardoy (1992:14) explican:  
      “La ciudad  (Buenos Aires) era desde 1776 la capital del más pobre y menos poblado de los  cuatro virreynatos de España y América, pero muy pronto se convirtió en el  centro de uno de los movimientos revolucionarios que lograron la independencia.  Desde entonces, la historia de Buenos Aires y de Argentina quedaron  interconectadas y lo que ocurría en ella atraía la atención de todo el país.” 
         
        En este sentido, Buenos Airesitos es  un libro de cultura porteña, con telón de fondo argentino.  
        El sentimiento patriótico es tratado en  el libro como uno más, dentro del universo infantil, pero mantiene el lugar  privilegiado, que se le ha otorgado en la educación pública argentina, desde  Sarmiento. Como señala Ignacio Irazuzta (2001: 163). 
             
“...el  nacionalismo argentino edificado sobre la impronta de la inminente  heterogeneidad cultural, encontró en los símbolos patrios un medio idóneo, pero  fundamentalmente raudo, para la construcción de una identidad abarcadora, capaz  de resolver aquella heterogeneidad.”  
      La presencia de El Cabildo (edificio  emblemático argentino en donde se declaró la independencia de España) o La Plaza de Mayo, en el centro  de la ciudad, refieren un Buenos Aires unido históricamente al nacimiento de la  nación argentina. Ignacio Irazuzta (2001: 159) afirma:  
      “la ciudad  proyecta sobre su terreno un tiempo (historia) y un espacio (territorio)  significantes de una totalidad social (nacional). Buenos Aires se erige así  como lugar del encuentro entre el orden inclusivo de lo nacional y la  singularidad de lo local.” 
         
        Sobre El Cabildo, escribe Pipo Pescador,  
      “es el  tatarabuelo de los otros edificios, pero no tiene ni una arruga, ni una mancha,  ni un rayón en la pared. Las vísperas de los días de fiesta, iluminado, parece  una fogata, una montaña nevada, o la   Luna, posada como una paloma sobre la Plaza de Mayo.”  
      Aquí el autor juega con la mitología en  torno a El Cabildo, que lo imagina siempre de un blanco inmaculado. (La  realidad es que un férreo mantenimiento, obliga a pintarlo continuamente para  que no proliferen en él los graffiti). 
      17.4. La inmigración  
      Buenos Aires, la gran urbe, es de una  diversidad tan apabullante que en sí misma parece contener, a la manera de un  aleph, todo lo existente. Buenos Airesitos  “es pura magia, un teatro vivo con millones  de actores e infinitos telones que siempre cambian”. La heterogeneidad  cultural, la multiplicidad, es la marca de Buenos Aires, de la identidad  porteña y de la identidad Argentina. Así lo recuerda  Pipo Pescador en su “Saludo” de presentación.  
      “Atravesando la  puerta del Museo Larreta, (...) estarás en una casona de España. En Barracas,  un edificio multicolor te recuerda un templo egipcio: es la Logia Masónica de  la calle San Antonio. (...) Un león cazador de enorme porte, ruge en Plaza  Holanda.” 
    
  La presencia simbólica de la inmigración  se despliega por todo Buenos Aires. Edificios, comidas, acentos, lenguajes, que  configuran una forma de ser típicamente porteña. Como señala Beatriz  Sarlo(1996: 185), “la ciudad es el espacio donde los intelectuales descubrieron  la mezcla que define la cultura argentina”.  
      17.5. Lenguajes porteños 
      Las pocas personas que aparecen en Buenos  Airesitos, actúan como extras cinematográficos y se los identifica sólo por  el trabajo que realizan. Son personajes arquetípicos y sus diálogos, lugares  comunes que ya forman parte de la cultura popular de la ciudad.  
      “Damas y  caballeros, me sabrán perdonar si distraigo su caracterizada atención por unos  instantes o interrumpo su pensamiento grato, su descanso mental o simplemente  la lectura de su periódico preferido...” 
    
  Este es el discurso que pronuncian  textualmente una y otra vez los vendedores de lapiceras, encendedores,  calcetines o peines, que trabajan en los colectivos (autobuses). Igual de  prototípico es el diálogo entre los conductores, que hablan de ventanilla a  ventanilla y que Pipo Pescador reproduce fielmente: -¿Venís bien de horario  Cachito? ¿A qué hora largás papá? Fijate si no te patina el embriague porque a  mí, ayer, ese coche me volvió loco...me volvió.” 
  En la entrevista Pipo Pescador comentó:  
      “Tengo una  influencia de las letras de tangos que hablan sobre Buenos Aires; que la  evalúan, que la adoran. El cantar o hablar sobre Buenos Aires es una tradición  de trovadores. Buenos Airesitos es un tango para niños.” 
      Y efectivamente el libro incluye un tango, que  habitualmente Pipo Pescador canta en sus espectáculos infantiles:  
      “Buenos Airesitos la ciudad/donde nací y  estoy creciendo/quiero “chamuyarte” del amor/del “metejón” que con vos  tengo./Cuando yo camino por tus calles/me parece que te beso con los pies...” 
      En este tango Fischer vuelve a introducir  al niño en la cultura porteña como había hecho en su libro Canciones de oro. 
“Chamuyar” (Susurrar al oído, normalmente  palabras amorosas) y “metejón” (enamoramiento) pertenecen al lunfardo, que es  el lenguaje arrabalero del tango. El verso “Cuando camino por tus calles me  parece que te beso con los pies”, retoma la tradición tanguera del caminante  enamorado de su ciudad. Como en ese tango de Gardel que dice: “que el rodar en  tu empedrao es un beso prolongao que te da mi corazón” . 
La situación socioeconómica argentina  está muy presente en el texto. La falta de dinero, el oficio lumpen, los  ingenieros que trabajan de taxistas, los paseadores de perros... son realidades  cotidianas propias de una sociedad en crisis, sobre las que Pipo Pescador  propone una reflexión, acorde a la sensibilidad infantil.   
En “Hoteles y pensiones” escribe:  
      “En las puertas  siempre hay gente tomando mate. El encargado prefiere gastar litros y litros de  agua, barriendo con la manguera, mientras charla con el portero de la casa  vecina, que hace lo mismo. Muchas personas ya comprendieron que el agua es un  tesoro que no podemos despilfarrar, pero otros continúan sordos a toda  advertencia.” 
      17.6. Participación de los adultos 
      Buenos Airesitos es un libro que permite diferentes  lecturas. Una eminentemente literaria, en la tranquilidad de una habitación.  Otra curiosa, con un diccionario y un mapa en la mano. También vale la  verificación y observación “in situ” de lo narrado. Buenos Airesitos es  un libro para niños, pero no cae en tópicos que garanticen asépticamente esta  pertenencia genérica. Los adultos también pueden disfrutarlo y constantemente  se los incorpora como lectores posibles. A este respecto escribía Andersen:  “...atrapo una idea para grandes que cuento después para los niños, recordando  que a menudo mamá y papá están escuchando y que también hay que entregarles  algo a ellos”.  
      Este libro y el libro en general, es entendido por Pipo Pescador  como lazo de unión entre el niño y los adultos, como invitación a un tiempo  compartido.  
      Buenos Airesitos contiene valores físico-espirituales, afectivo-psicológicos, socio-culturales e ideo-relacionales,  relacionados con el conocimiento del espacio vital, en este caso la ciudad, de  las tradiciones y costumbres. 
      18. Cuentos para contar en el ascensor 
                  Fischer retoma con este título, la línea de escritura lúdica que  había comenzado en El libro blanco. Se trata de una recopilación de  minirelatos, ideas y chistes que fue escribiendo a lo largo de varios años.  Parte de este material será nuevamente utilizado en El libro loco, que  tendrá una repercusión mayor. 
            Después de la  experiencia de Libro de cabecera, Fischer centra su esfuerzo en la  promoción de la lectura y se sienta a escribir con el deseo de mostrarles a los  niños que es posible divertirse jugando con las palabras.  
        Como afirma Graciela Montes en Soriano (2005:447) 
                  “Los niños de los años 90 suelen  tener la impresión de que hay dos idiomas: el propio de ellos que es práctico,  inventivo, a menudo crudo, y el que se les enseña en la escuela, correcto pero  desabrido e inadaptado a la vida de hoy. Y es ese un factor a menudo silenciado  pero nada despreciable en la crisis de la enseñanza del idioma y el fracaso  escolar y el analfabetismo funcional.” 
                  De acuerdo  con esta premisa, Fischer, siempre interesado en mostrar las diversas  posibilidades del lenguaje, escribe en verso historias disparatadas, basadas en juegos con el significado o en rimas inesperadas.  
        Encontramos cierta similitud entre este libro y Cuentos por  teléfono de Gianni Rodari, en que ambos crean la ficción de un contexto de  lectura (o recepción): teléfono, ascensor o escalera, que condiciona la  duración y el tono del escrito.  
            La edición de  Bonum, ilustrada por Gustavo Roldán a carboncillo en blanco y negro, incorpora  en la contratapa un texto firmado por un tal J.C.P. en el que narra su  experiencia de lectura y que sirve de reclamo publicitario.  
      Me llevé el  original de este libro a mi casa. 
  Y leí en el  ascensor 
        uno de los  cuentos. 
        Mis hijos que  lo escucharon 
        apretaron un  botón, 
        que fue del  octavo piso, 
        y tuve que  leerles otro más. 
        (...) 
        Nos pasamos la  tarde en el ascensor. 
        Felices. 
        Así que... les  recomiendo este libro, 
        aunque no tengan  ascensor ni escalera. 
        Porque de la  mano de Enrique Fischer 
        todo es  cuestión de imaginar.  
                  J.C.P. constituye  la ficción del lector ideal que acepta y experimenta, literalmente y al máximo,  las pautas de lectura que propone el texto desde le título.  
  Las páginas finales libro contienen un mensaje de la editorial: 
      ¿Quieres  proponernos nuevos juegos? 
¿Te gustaría  enviarle a Pipo tus cuentos 
        o tus dibujos a  Gustavo? 
¿Tienes ideas  originales y divertidas  
        para incluirlas  en nuevos libros? 
¿Quieres  simplemente charlar 
        con nosotros? 
        Nos gustaría  mucho que nos escribas. 
¡Te esperamos! 
                  Una de las  estrategias comerciales más difundidas, es hacer creer al consumidor que su  opinión importa. Y evidentemente importa, pero en forma de encuesta que marca  las tendencias de venta. Fischer ha recibido a lo largo de su carrera miles de  cartas de niños, enviadas normalmente desde los colegios o entregadas en mano a  la salida de un teatro. Sin embargo, la propuesta de enviar ideas “originales y  divertidas” a la editorial es espuria. Se crea en el público la falsa  ilusión de que puede acceder sencillamente a un mundo de gran complejidad.  
            Esta táctica pone  en evidencia la desconfianza que el mercado editorial tiene (muchas veces)  del texto, de la lectura y del lector. El propósito de los editores es ante  todo, evitar la frustración, el aburrimiento o la incomprensión que puede  surgir entre el lector y el texto. Por eso, despliegan un aparato  paratextual que suprima cualquier atisbo de insatisfacción y transforme el  libro en una mercancía de fácil consumo.  
            Roland Barthes es  un artículo titulado “Dos mitos del joven teatro” explica cómo el teatro  burgués convierte la interpretación del actor en un fenómeno cuantificable. 
                  “...doy mi  dinero al teatro y, como devolución, exijo una pasión bien visible, casi  computable; y si el actor llena bien la medida, si sabe hacer trabajar su  cuerpo ante mí, sin trampas, si no puedo dudar del esfuerzo que realiza,  entonces consideraré excelente al actor (...) le testimoniaré mi alegría por haber  colocado mi dinero en un talento que no lo dilapida, sino que me lo devuelve  centuplicado bajo la forma de llantos y sudores verdaderos. La gran ventaja de  la combustión es de orden económico: mi dinero de espectador tiene al fin un  rendimiento controlable.” 
             
            Algo  parecido ocurre con el libro. El placer, o displacer, que produce leer no es  traducible en números y eso molesta al mercado, que se maneja con leyes de  intercambio claras. En ocasiones, la animación a la lectura realizada  masivamente y sin una teoría que la sustente, afianza la percepción de la  lectura como insuficiente y se empeña en hacer mensurable el entretenimiento.  Primero se despanzurra el texto como una rana, para aprovecharlo al máximo y  ver de qué elementos está compuesto. Nada debe quedar librado al azar y, por  las dudas de que la diversión haya sido poca, se despliega una parafernalia de  señaladores, chuches, muñecos y multitud de aditamentos que confunden la  naturaleza íntima y reflexiva del acto de lectura. 
            La editorial  Bonum quiere diferenciarse de las demás y aporta “extras” que justifiquen la  compra. Solicitaron a Fischer que agregara al final algunas propuestas de  escritura creativa, y añadieron los datos biográficos de los autores, escritos  en clave cómica por ellos mismos.  
      18.1. Apuntes sobre los minirelatos 
      En este libro el personaje del narrador-escritor tiene un papel  claro como amo de los textos. Inventa las historias y decide qué, cómo y cuándo  las narra.  
      Como hace mucho  calor  
  metí este  cuento en el refrigerador. 
  De allí no lo  pienso mover 
        porque se puede  echar a perder.  
      En este cuento  ocurre que una trucha 
        se enamora de  un trucho. 
        Si no te ha  gustado  
        lo lamento  mucho.  
      Yo sé un cuento  secreto 
        que no te voy a  contar. 
        Como llegó a  mis oídos 
        no te lo voy a  explicar. 
        No debo decir a  nadie 
        que este cuento  yo lo sé 
        porque hay  mucha gente curiosa                     
        que todo lo  quiere saber. 
                  Muchos de  los relatos tienen un fuerte componente metalingüístico; es decir  transforman en anécdota problemas o comportamientos lingüísticos o propios de  la comunicación. Colomer (1998:94) señala al respecto: 
      “La cultura  actual explicita y resalta la construcción del mundo a través del lenguaje y su  arbitrariedad. (...) de manera que el texto se propone jugar con la forma en  que el lenguaje construye el mundo y mostrarlo claramente en su cualidad de  sistema arbitrario de signos” 
             
            Fischer recuerda  todo el tiempo al lector que el texto es un artificio construido y llama su  atención sobre los recursos de construcción, tanto gramaticales como narrativos.  
      Este cuento es  de alguien 
        que le pasaba  algo 
        y llamó a uno 
        que llegó con  otro 
        y después  decidieron 
        una cosa  importantísima 
        entre los tres.  
      También se ocupan de las dificultades del escritor ante lo que se  propone narrar o marcan deliberadamente la incongruencia entre la  macroestructura del texto que anuncia el propósito de contar un cuento y su  flagrante incumplimiento.  
      “Del jardín  Zoológico 
  un día se  escapó un oso. 
  Quisiera  contarte lo que pasó después 
        pero me pongo  nervioso. 
      ¿Conoces el  cuento del mono pelado? 
        No te lo voy a  contar  
        porque termino  agotado.” 
      También se pone en evidencia la complejidad de recordar los  argumentos. 
      “Yo sé como  acaba el cuento 
  de la araña de  dos cabezas; 
  pero no sé cómo  empieza.” 
      El libro está plagado de hechos disparatados,  
      “Una noche, 
  vi a un bebé  paseando 
  su propio  coche.” 
      “Hubo una vez  una lluvia, 
        mezclada con  viento, 
        que mojó este  cuento.” 
      y de la reflexión sobre cómo funciona el lenguaje y sus  posibilidades lúdicas.  
      “El zorro tiene  zorritos 
        pero la rata no  tiene ratitos 
        tampoco la  ballena ballenitos 
        ni la vaca  vaquitos 
        el loro tiene  loritos, 
        el mono  monitos, 
        el perro  perritos 
        pero la gallina  
        no tiene  gallinitos.” 
      “En Nicaragua 
        un hielo se  puso al sol 
        y se volvió  agua.” 
      “Dora la  nadadora, 
        traga agua y  llora 
        y su mamá que  la adora, 
        le dice: no es  nada, Dora.” 
                  Fischer  recurre al folclore y a los cuentos tradicionales como pretextos de los que se  apropia para jugar. 
      “Si mal no  recuerdo, 
        la Cenicienta era muy  agraciada 
        pero  abandonada. 
        No cuidaba su  ropa, 
        nunca la  planchaba 
        y cuentan que  cuando perdió el zapato 
        no regresó a  recogerlo 
        para que el  Príncipe no viera 
        que su media  estaba rota 
        y tenía un dedo  afuera.” 
      “Una vez  Caperucita Roja 
  se mojó la ropa 
  y se destiñó  toda 
        y cuando le dio  un abrazo 
        al lobo malvado 
        lo dejó  colorado.” 
      “Una vez Peter  Pan 
        fue a comprar  pan 
        y el pan se  había acabado. 
        A pesar de que  se agarró  
        una tremenda  rabieta, 
        tuvo que  llamarse 
        Peter Galleta.” 
      Los protagonistas de los relatos son personas, animales, plantas o  fenómenos naturales que tienen un comportamiento disparatado. La sonoridad de  las palabras y la rima se valorizan especialmente. 
      Una vez un  pollo criollo 
  decidió  disfrazarse de pimpollo. 
  Tenía mucho  papel, casi un rollo 
        y con el papel  se hizo tanto perifollo 
        que en lugar de  un pimpollo 
        parecía un  repollo. 
      Había una vez  un rayo de luz 
  que aprendió a  nadar, 
        en su primera  zambullida 
        llegó al fondo  del mar. 
      Tomasa subió a  la terraza 
  y nunca más  bajó para su casa. 
      Había una vez  un niño 
        que tardaba  mucho en desayunar... 
        a veces el  desayuno 
        se le juntaba  con la cena. 
        Un día una  medialuna  
        se le volvió  luna llena. 
                  La actitud  marginal de los personajes es la misma que Fischer aplica al lenguaje,  incorporando a la norma lingüística pequeños juegos, inventos o modificaciones que  vuelven la sintaxis y el significado una cuestión de intención, al mejor estilo  pragmático. Como en el poema que transcribimos a continuación, basado en la  homonimia.  
      Las chicas de  Milán se llaman milanesas 
        y los domingos  se levantan 
        cuando canta el  gallo, 
        se van al campo  a practicar equitación 
        y son milanesas  a caballo.  
                  Los valores  trabajados en este libro son principalmente los ideo-racionales,  relacionados con la creatividad y los anímico-espirituales, que tienen  que ver con la felicidad y el humor.  
      19. El libro loco 
                  Este libro de  extraña forma y color  amarillo fulgurante es la contracara de El libro de cabecera. Lejos de  la solemnidad y el espíritu decimonónico de la entrega anterior, Fischer  despliega en este libro una creatividad fresca.  
        El Libro de cabecera estructura su pensamiento sobre la  infancia, haciendo alusión a la cabecera como espacio protector de la cabeza y  por tanto de la racionalidad. En contrapartida y como complemento, el Libro  loco, cuyo subtítulo es “te rompe el coco”, recorre el camino inverso  aludiendo a la rotura de la cabeza y de la racionalidad.   
        El juego con el lenguaje es analizado por Freud (1993:1100) como  “el placer de disparatar”, necesidad y goce creativo natural que vamos  reprimiendo racionalmente a medida que crecemos. 
        Mientras el Libro de cabecera tenía una pretensión  pedagógica, Libro loco es puramente lúdico. Es un libro porque sí, por  el simple placer de escribir y de jugar con el lenguaje.  
            Gustavo Roldán  realiza una labor excelente trasladando al lenguaje gráfico el espíritu absurdo  y un tanto surrealista del libro. Para ello utiliza, en dibujo, algunas de las  técnicas que Fischer pone en práctica en su poesía. Así, encontramos a menudo,  sinécdoques y metonimias que forman parte de composiciones de gran dinamismo,  elaboradas con distintas formas de estampación y nuevas tecnologías. En  ocasiones la ilustración se limita a un juego tipográfico o a la sustitución de  palabras por dibujos.  
            El libro fue  reeeditado cinco veces más con el formato romboidal del original, pero después  no volvió a imprimirse porque Espasa se desalentó ante los problemas constantes  que suscitaba la forma del libro, impidiendo un almacenamiento óptimo en cajas  para su distribución. Ofrecieron a Fischer una edición con formato normal, pero  él rechazó la posibilidad.   
      19.1. El prólogo 
                  En tono  humorístico Fischer realiza en el prólogo una defensa de la propiedad privada  del libro y del derecho de autor, tema que siempre le ha interesado y que lo ha  llevado a interponer juicios para defender su obra.  
      Si este (libro)  (en dibujo) se perdiera 
  y alguien sabe  de quién es 
  que lo devuelva  a su dueño y no sea descortés. 
        (...) 
        Hacerlo costó  trabajo. 
        Si lo quiere  conservar 
        cómprese un  ejemplar. 
        No use la  fotocopia: 
        incurrirá en 2  delitos: 
        robar letra en  papel suelto 
        y quedarse sin  el (libro) (en dibujo). 
      Considere que  el poeta 
  vive de sus  fantasías 
  y que sólo será  rico 
  si saca la  lotería. 
        Saludos a sus  amigos, 
        a su (perro)  (en dibujo) y a su tía; 
        a todas las  cucarachas 
        y a su hermano  policía. 
             
            Este texto es una  paráfrasis de otro popular, que en la niñez de Fischer se escribía en la  primera hoja de los libros de la escuela.     
    
        Si este libro  se perdiera 
        (como suele  suceder) 
        le suplico al  que lo encuentre 
        que lo sepa  devolver. 
        No es de cura ni  de fraile 
        ni de ningún  atorrante,  
        sino de un  pobre estudiante,  
        cuyo afán es  aprender. 
      19.2. Análisis de algunos textos 
                  Como señalamos  anteriormente muchos de los textos aparecían ya en Cuentos para contar en el  ascensor. Fischer basa su humor en el lenguaje coloquial, en la polisemia y  a veces en el lunfardo, lo que otorga al libro una difícil lectura para quien  no esté familiarizado con el habla porteña. 
      “Había una vez un moco  
  que duró muy poco 
        lo hizo sonar mi abuelo 
        con su pañuelo.” 
                  “Hacer sonar” a  alguien es hacerlo desaparecer o matarlo. Otros textos basan su humor en  costumbres o formas de vida típicamente argentinas. Así juega con los nombres  repetidos de la guía telefónica.  
      Manuel García 
      Hojeando la guía telefónica,  
  Manuel García tuvo una  sorpresa: 
        muchos usaban su nombre, 
        escrito igual, sin ninguna  diferencia. 
        Se puso furioso como el  viento 
        y no quiso atender razones: 
        -Manuel García soy yo, 
        los otros sólo copiones. 
        Sin escuchar a su mujer, 
        Manuel García, 
        dispuesto a formular una  denuncia, 
        se presentó en la policía. 
        Calle Manuel García al  ochocientos, 
        nuestro amigo ingresó al  edificio, 
        y allí lo atendió el cabo  Manuel García, 
        que justamente estaba de  servicio. 
        Acusó de plagio a más de  cien personas 
        que figuraban con ese nombre  en la guía, 
        y más tranquilo tomó la  decisión 
        de ir a tomar mate a casa de  su tía. 
        Allí le presentaron a Manuel  García, 
        un hermano de su padre, es  decir un tío, 
        que le mostró la foto de su  primo, 
        Manuel García, capitán de  navío.  
                  A diferencia de Libro  de cabecera, el índice de Libro loco presenta un panorama más  variado y menos abstracto. Ya no se tratan “universales” de la infancia, sino  una amplia gama de temas que inspiran al autor. Los textos, sin aparente  relación entre sí, más que por su carácter humorístico y fuera de lo común,  configuran un “collage” de  múltiples  fragmentos.  
            Cabría  preguntarse qué entiende Fischer por “loco”. En el prólogo dice: 
      Si es curioso y  lo hojea  
        para ver su  contenido 
        le aclaro que  LIBRO LOCO 
        no tiene mucho  sentido. 
      El libro loco se presenta como un  texto carente de finalidad o utilidad, más allá del provecho extraído al humor  y a la inventiva. En él Fischer se relaja y se atreve con temas no usuales en  él. 
      Box 
      Comienza la  pelea. 
        Ya hay  trompadas. 
        El público  llora 
        a carcajadas. 
        Desde el ring  
        surge la  emoción: 
¿Conservará el  título  
el campeón? 
“Trompadita”  González, 
        colosal,  
        con la “zurda” 
        rompe un hueso  nasal. 
        Un pómulo se  achata 
        cuando el  “Toro” Escalante 
        devuelve la  caricia  
        al  contrincante. 
“Trompadita”  distraído 
        se pone a  pavear 
        y el “Toro”  
        le masajea el  maxilar. 
        Los huesos  crujen 
        como tostadas, 
        la gente  aplaude 
        el show de las  trompadas. 
        Termina la  pelea, 
        gana el “Toro” 
        también llamado  con cariño 
“Puño de Oro”. 
Se evalúan los  daños 
        en general: 
        dos húmeros  rotos 
        y un occipital. 
        Bastante  castigado 
        un palatino, 
        tres incisivos 
        y el canino. 
        (...) 
        Esternón  fisurado, 
        algo en la  costilla, 
        los esqueletos  viven  
        su pesadilla. 
        (...) 
        La rótula, el  radio, 
¡falta otro  diente!... 
Hay una “tibia” 
        bastante  caliente. 
        El vencedor  saluda 
        al público,  feliz. 
        Le sale sangre  
        por la nariz. 
                  En 1981 Fischer  comenzó en Argentina un programa de televisión protagonizado por un nuevo  personaje, Rocky Rock. Rocky recurría a una estética gótica y carente de  ternura, totalmente alejada del hippismo de Pipo Pescador. Era un  extraterrestre que se comunicaba sólo a través de la música, cultivaba una  planta carnívora y tenía un camaleón por mascota. El intento resultó fallido y  Fischer viajó a España en dónde continuó con Pipo Pescador, olvidando a Rocky  Rock y su mundo. Sin embargo, la actitud irreverente y menos sentimental,  forma parte de la  expresividad de  Fischer y aflora en su obra cuando decide abandonar el tono lírico y escribe  textos satíricos, irónicos y críticos sobre una cotidianeidad que, generalmente,  observa poéticamente.  
  El poema Box está basado en el oxímoron como figura clave que  expresa la posibilidad del ser humano de reír ante espectáculos violentos.  Fischer utiliza este poema como una forma de descarga, de catarsis, que  funciona de manera similar, aunque en grado mucho menor, a la conmiseración que  producen los sufrimientos de una heroína trágica o la muerte de la cerillera  del cuento de Andersen. Sin embargo, como señalábamos, esta modalidad expresiva  es inusual en la obra de Fischer.   
            En la escuela  primaria se exige a los niños escribir con lapiceras de cartucho de tinta que,  a menudo, producen problemas. En Libro loco Fischer se complace en  mostrar los entretelones de aquello que en Libro de cabecera se  presentaba como una realidad inmaculada y perfecta. 
      Mi lapicera 
      Mi lapicera es  de cartucho. 
        Escribe poco, 
        complica mucho. 
        (...) 
        En mitad del  poema 
        se queda sin  tinta. 
        Yo la sacudo,  la revoloteo, 
        escupe gotas  
      y mancha el  texto. 
                  Entre la variedad  de temas tratados en el libro cabe mencionar un texto inspirado en el cuadro, El  poeta pobre de Carl Spitweg.  
      El poeta sucio 
      La casa del  poeta, estaba 
        maravillosamente  desordenada. 
        Libros en el  piso, libros en la cama, 
        papeles  formando una montaña. 
        Un ramo de  flores muy seco. 
        Colgando de un  clavo, un chaleco. 
        Sobre los  sillones, ropa vieja. 
        Copas sin lavar  en la bandeja. 
        Escrito con  lápiz, en el margen del diario, 
        un verso largo  como un rosario. 
        Escrito con el  dedo, en el polvo de la mesa, 
      un poema sobre  la naturaleza. 
      La  idea de un poeta desordenado y caótico contrasta con la alabanza del orden y la  limpieza como fuente de belleza enunciada desde Libro de cabecera. Esta  aparente paradoja refuerza nuestra hipótesis de que ambos libros se ocupan de  aspectos diferentes, pero complementarios, de las maneras que Fischer elige  para reflejar la realidad a los niños. Habría un desorden y una suciedad que es  tan sólo caos y deja entrever una interioridad deprimida, indisciplinada, un  desorden que fomenta la confusión y obstaculiza la realización de actividades  positivas. Ese es el desorden al que Fischer alude en Libro de cabecera. La  contrapartida es la suciedad del poeta. Nuevamente aparece el oxímoron  (“maravillosamente desordenada”) para precisar la calidad de desorden y  suciedad que este poeta tiene y que no es más que la consecuencia de un  espíritu libertario que transido de la emoción de la creación, posterga la  pulcritud en pos de un orden superior expresado en su poesía.  
            Este poema delata  las circunstancias sociales desfavorables que tienen a menudo, los escritores y  los artistas desde siempre.  
            El poeta impelido  por su necesidad creativa, y ante la imposibilidad de adquirir folios en los  que escribir, utiliza cualquier soporte: las márgenes del diario o el polvo de  la mesa. Esta escritura plasmada en el primer espacio que se encuentra, es un  recurso habitual en la historia de la literatura. Stendhal escribía en los  puños de sus camisas y Jacobo Fijman en las servilletas que a la hora de la  comida repartían en el auspicio en donde estaba internado. En su niñez Fischer  pudo ver en un museo de Gualeguaychú el original de la novela El país de los  matreros de Fray Mocho, escrito en el reverso de los formularios para  enviar telegramas, ya que Fray Mocho había sido empleado de correos. Esta  visión mostró a Fischer, aún niño, como la creatividad vence los obstáculos y  le provocó honda impresión. 
            El libro loco tiene una sección titulada “Diario colifato”  que reproduce  la tipografía y la diagramación de un periódico. Está compuesto exclusivamente  de titulares y de anuncios clasificados absolutamente disparatados.  
      Un pez volador 
  cayó al mar. 
        Hubo que  rescatarlo 
        porque no sabía  nadar. 
      Cambio una  mosca  
        que ya se ha  volado por 
        una palabra que  ya he  
        pronunciado. 
      Cambio chupete  a  
        medio chupar  por un 
        casete a medio  escuchar. 
      Cambio una  adivinanza  
        que no puedo  
        adivinar por  algo difícil  
        que no sepas  dibujar. 
      Cambio una taza  
  de té hecho sin  agua 
        por una novela  que no tiene 
        palabras. 
                  A través de la  parodia de los anuncios clasificados, Fischer configura una suerte de realidad  alternativa y fantástica, una suerte de continuación del mundo del revés, que  instauró Lewis Carroll y continuó María Elena Walsh. Como señala  Luraschi-Sibbald (1993:68):  
      “Así como el  discurso científico, moral o jurídico y hasta el sentido común están al  servicio del orden; la poesía, el humor y el disparate proponen ´desórdenes´.  El disparate se da con más frecuencia en el plano lingüístico, respeta las  reglas morfosintácticas para crear una ilusión de fluidez, pero se desentiende  de las relaciones lógicas y de la vinculación con sucesos reales.” 
                  Este libro se  refiere a valores anímico-espirituales, relacionados con el bienestar y la  relajación que produce el humor y a valores ideo-racionales en lo que respecta  al desarrollo del sentido crítico sobre la realidad. 
      20. María Caracolito           VER  CITA DE LA ENTREVISTA   QUE LE HAGO 
      Durante años, Fischer esperó el momento oportuno para abordar un  tema que tenía pendiente: la niñez y la discapacidad. En sus propias palabras:  
      “Quería  escribir desde hacía mucho tiempo, un libro sobre un niño con síndrome de down,  pero no me consideraba preparado. Esperé que pasaran los años, porque creía que  éstos me darían la sabiduría y experiencia necesaria para afrontar el tema.” 
      20.1. Antecedentes 
             
            Numerosos  ejemplos atestiguan que la literatura siempre se ha interesado por la  discapacidad. Desde Tiresias, el vate ciego de las tragedias griegas a El  soldadito de plomo, entre muchísimos otros ejemplos. Sin embargo, como  señala el estudio de la   Fundación Germán Sánchez Ruipérez (2007), la mejora en el  tratamiento que la literatura hace de la discapacidad, coincide con el cambio  de actitud de la sociedad ante este grupo. Cambio de actitud provocado por la  evolución de las políticas sociales y la legislación específica. 
             
            “La  discapacidad es un concepto que evoluciona: es el resultado de la interacción  entre la deficiencia de una persona y las barreras y actitudes de la sociedad.  Se basa en el concepto de diversidad, más que en las limitaciones” Bustos  Gisbert (2007:5) 
             
            Existe por  tanto, una relación entre la serie literaria y la serie social, de manera que  la evolución de una se refleja en la otra y viceversa. Este contacto es el que  motiva la siguiente afirmación: “La literatura infantil puede ser una base  privilegiada para la intervención social en el proceso de adaptación de  individuos con minusvalías.” Hostercabo y Castilla (2003). Y ello debido a que la  literatura constituye una potencial estrategia de información, conocimiento y  promoción de valores. 
            La  literatura, entonces, cumple una función social permitiendo que las personas  cambien sus creencias sobre el aproximadamente 10% de la población mundial,  según estudios de la   Convención sobre los Derechos de las personas con  discapacidad realizado en Naciones Unidas en 2006. 
            El  tratamiento de la discapacidad en literatura infantil se ha convertido en uno  de los temas más supervisados y criticados por parte de los expertos. Al  tratarse de una problemática tan delicada, atreverse con ella exige al escritor  una preparación teórica que se pasaría por alto en otras circunstancias. Si, en  la actualidad, la literatura infantil ha logrado liberarse de las cargas  pedagógicas y los teóricos prescriben libertad total, en el tema de la  discapacidad se vuelve a fomentar un tratamiento aséptico e ideológicamente muy  controlado. La responsabilidad es mucha y los escritores lo saben. 
            Según  el estudio de Monjas y González, (1997) la presencia de personas con minusvalía  es aún poco representativo en el total de libros infantiles publicados.  Generalmente están dirigidos a lectores adolescentes o preadolescentes, siendo  menor la oferta para niños de primaria y prácticamente nula para los lectores  de infantil.  
            La  mayor parte de estos libros se refieren a discapacidad motora o a deficiencia  mental, seguidos por los problemas visuales. Pocos se encuentran sobre  deficiencia auditiva o problemas de comportamiento.  
      20.2. Pipo Pescador y María  Caracolito 
      En 1997 Ameghino  publica María  Caracolito, un libro que narra escenas de la vida de una niña con síndrome  de down. Es un libro en prosa con algunos poemas intercalados, que matizan y  desarrollan con lirismo lo expuesto narrativamente.  
  La edición, muy cuidada y a todo color, constituye un producto  coherente, en el que el texto y las ilustraciones se complementan con armonía.  La ilustradora, Julia Díaz, hizo a su vez un trabajo exhaustivo, dibujando a la  protagonista a partir de fotos que ella misma tomó a la niña que haría de  modelo.  
            En una de las  páginas finales aparece un retrato de Fischer, de Díaz y de María Caracolito.  Esta ilustración, que en el caso de Julia Díaz se convierte en autorretrato,  sirve para transformar a los dos autores en personajes, ingresando en el  mismo código literario de María Caracolito.  
      “El último día, decidimos  salir juntos los tres, y aquí estamos enviándoles un saludo cariñoso y deseando  que el libro les guste mucho. ¡Que sean felices y coman perdices!” 
                  Este juego  del mise en abyme, permite a Fischer, y en este caso a Díaz, sugerir una  reflexión sobre el concepto de realidad, de literatura (arte), de autor y de  personaje.  
  En los años 60 se actualizó la antigua tendencia, ya utilizada en  el Renacimiento el Barroco y Romanticismo, de que el autor se promocionara y se  fusionara con su creación de manera que los límites entre uno y otra se  tornaran difusos. Las fronteras de la libertad expresiva se ensanchan. Ya no  sólo existe el autor creando una ficción, sino que el autor puede ser la  ficción misma. El texto explicita las reglas del artificio literario.  
        A este respecto comenta Arnold Hauser (1962, II:62) 
      “El alejamiento  del autor con respecto a sus personajes, su punto de vista estrictamente  intelectualista frente al mundo, su reserva en sus relaciones con el lector, en  suma, su contención clasicista aristocrática cesan al mismo tiempo que comienza  a imponerse el liberalismo económico. El principio de la libre competencia y el  derecho a la iniciativa personal tienen su paralelo en la tendencia de su autor  a expresar sus sentimientos subjetivos, a poner en vigor su propia personalidad  (...)” 
                  Las  ilustraciones a lápiz y acuarela, interactúan con el texto principalmente por  ampliación (las imágenes incrementan el significado de las palabras o las  palabras expanden lo transmitido por el las imágenes) y por complementariedad  (cuando las imágenes y las palabras hacen contribuciones independientes al hilo  argumental). Así, encontramos una lógica interna de las ilustraciones que, en  un caso representativo, incluyen la dimensión temporal, mostrando como una gota  de pintura cae del pincel de María Caracolito, entre una página y otra. De esta  manera, la ilustración contribuye a la descripción psicológica del personaje  sugiriendo la lentitud, marcada lingüísticamente en el título por la palabra  “Caracolito”. 
            La escritura del  libro le llevó a Fischer un año de investigación y entrevistas con expertos en  el tema, como lo atestigua la nutrida lista de agradecimientos, que por primera  vez, aparece en un libro de este autor.  
      20.2.1. El prólogo 
      “Aviso a los lectores adultos
        
      María Caracolito no es más  que un libro de escenas, que narra momentos de la vida de una niña diferente.  Para escribirlo, me he informado ampliamente y he tratado de crear un personaje  representativo.  
  Esto no significa que esta  niña pueda ser considerada un prototipo, ni que este libro tenga la intención  de aportar conocimientos sobre el tema. 
  La única fuerza que me mueve  al publicar estas páginas es el deseo de que las personas comunes,  especialmente los niños, tengan un encuentro afectuoso y emocional con María  Caracolito y su realidad. Quien conoce puede amar; quien ama, acepta al otro  como es. ¿Adónde llegará María Caracolito, si confiamos en ella de “verdad” y  se lo hacemos sentir? 
  Yo espero todo de los niños,  sean diferentes o comunes; por eso les he dedicado mi vida. Para mí hay uno  sólo niño posible: el que tiene futuro abierto. La niñez es eterna, pero nadie  debe habitarla para siempre. Los niños tienen que crecer.” 
                  En  el prólogo, el autor argentino es prudente: “no es más que...” literatura,  podríamos agregar. Por primera vez, Fischer, que siempre se muestra seguro en  sus opiniones sobre los niños, necesita justificarse ante el posible ataque de  los expertos. Sin embargo, y después de la declaración de intenciones, retoma  su estilo con una serie de afirmaciones que dejan clara su concepción sobre la  infancia y que se basan en los siguientes presupuestos: 
        -Existen niños. La distinción entre  discapacitados o comunes aparece a posteriori y no es productiva, salvo para  determinados ámbitos como el médico, el administrativo, etc. 
        -La  infancia es evolución. El niño tiene vocación de crecimiento. La infancia  es una etapa efímera por definición.  
        -La  infancia existe como abstracción que se concreta en cada uno de los niños que  la vive. 
        -La  escuela es (o debe ser) alimento para el desarrollo. El espacio privilegiado de  la infancia.  
        María Caracolito narra la historia de una niña  que crece, arropada por el amor de su familia. La discapacidad no es el tema  del relato como podría parecer en una primera lectura,  sino el afán de superación y la búsqueda de  identidad.  
        María es quien es y vive de  acuerdo a esas circunstancias, como hacemos todos los seres humanos. Es la  sociedad la discapacitada, la que no es capaz de proveerle a sus niños lo que  estos necesitan para su desarrollo. El libro no se ocupa especialmente de las  imposibilidades o minusvalías de María. Todo lo contrario; las dificultades son  vencidas con esfuerzo, pero con eficacia, debido a la resolución y al carácter  de la familia y de Caracolito, que no se da por vencida.  
            Fischer  recurre a un personaje discapacitado porque le permite mostrar con claridad y  dramatismo cómo la sociedad falla en su trato de la infancia.  
            La  niñez trasciende la discapacidad y las experiencias de la niñez son  trascendentales independientemente de las circunstancias del niño que la vive. 
        En la  presentación de una nueva edición argentina de María Caracolito, en la Feria Internacional  del Libro “Del autor al lector” en Abril de 2008, Enrique Fischer dijo lo  siguiente: 
      “Los niños  minusválidos delatan el estado de la sociedad que los rodea. Son termómetros  exactos que dejan claro qué valores maneja el hombre y qué idea tiene de sí  mismo. El haber nacido con alguna discapacidad propone a las personas, y especialmente  a los niños, desafíos titánicos. Todo niño que logra superar o controlar una  falencia es un héroe que despertará la admiración y la adhesión de lo demás.  
  Escribir la  vida de una niña con síndrome de Down es ingresar en un territorio de pureza absoluta.  Pureza en los sentimientos esenciales que transmite, pureza en la total  indefensión que delata. 
  María  Caracolito es una niña literaria, una invención de mi imaginación, apenas  moderada por datos de la realidad del síndrome de Down. Es, en honor a la  verdad, un ser en estado de gracia, una niña que se comunica en forma singular  con el exterior para enriquecerme como escritor y enriquecer a los lectores. 
  Los niños con  síndrome de Down siempre me han conmovido. Tal vez porque prolongan una  caprichosa niñez, un espacio de ensoñación que parece no variar con el tiempo.  Suelen ser golosos, obstinados, detallistas y febriles en su búsqueda de  afecto. Pueden organizar el mundo de acuerdo a su mirada singular y sostenerlo  así por años. En ese sentido son la flor y nata de lo literario.” 
              En María  Caracolito nos interesa tratar dos aspectos que consideramos fundamentales  para comprender la concepción de infancia que Fischer propone a través de este  libro y que aparecen esbozados en el texto anterior.  
  1. Relación Síndrome de down-sociedad 
  2. Relación  Síndrome de down-niñez 
      20.2.2. Relación Síndrome de down-sociedad 
      ¿Cómo se plantea la vida una familia que tiene un hijo con  síndrome de down? ¿Qué opciones educativas ofrece la sociedad a su hijo? ¿Se le  permite compartir la escuela con los demás niños? 
  La situación de la discapacidad en la Argentina de los 90 es  bastante diferente a la que existe en 2008. En estos años ha crecido la  concienciación y se ha logrado, por lo menos, superar el ocultamiento y el  rechazo tradicionales hacia el discapacitado. La sociedad tramita lentamente la  relación con una parte de sí misma que le cuesta aceptar.  
  Ante esta situación Fischer toma un partido claro y explícito a  favor de la integración, mostrando la preocupación de los padres ante la  exclusión a la que es sometida María.  
      “Flor en jardín equivocado 
      El  primer jardín de infancia al que  fue  María Caracolito, resultó un fracaso. 
  Cuando  mamá preguntó si María Caracolito podría ser aceptada como todos los chicos, le  dijeron que sí. 
  Luego  quiso saber si ayudarían “especialmente” a la niña cuando tuviera algún  problema o necesitara algo que usualmente los otros chicos no necesitan;  también dijeron que sí. 
  Los  papás de la niña se aliviaron mucho cuando recibieron respuestas tan positivas,  porque conseguir un lugar para Caracolito no era algo fácil. 
  Pero la  felicidad duró poco. Un día, la mamá acudió al jardín de infancia en mitad de  la mañana, para pagar la cuota que estaba atrasada; aprovechando un tiempo de  espera, cruzó el patio en dirección al salón de los “gusanitos”, donde se  encontró con una triste sorpresa. 
  María  Caracolito estaba completamente sola en el fondo del salón, con los deditos en  la nariz y cara de aburrimiento, mientras la maestra y los chicos jugaban el  juego de “ponerle la cola al burro” en la pizarra. 
  María  Caracolito  acudía al jardín como los  demás chicos, tenía la oportunidad de participar en todas las actividades, pero  eso no era suficiente; nadie la ayudaba a superar las dificultades que  aparecían. Si le costaba trabajo entender un juego, quedaba excluida. En poco  tiempo, una niebla la aisló de sus compañeros. Estaba desprotegida. 
—No  quiero que mi hija permanezca en este sitio —dijo la mamá— y tomándola de la  mano se la llevó a su casa. 
María  Caracolito es una bella y delicada flor diferente a todas. Su mamá, sin querer,  la había puesto en un jardín equivocado. 
Una  lástima, porque hubiera sido mucho mejor no tener que irse, cuando ya habían  comenzado las clases. El cielo de otoño estaba oscuro; inmensas nubes grises  ocultaban el sol.”  
               Fischer señala aquí la  diferencia que existe entre tolerar e incluir. Tolerar significa permitir que  el niño con síndrome de down esté presente en el aula e incluir, encontrar  maneras de conseguir que ése niño se desarrolle junto a sus compañeros.  
            En general las sociedades occidentales tienden a ocultar  y a apartar aquello que delata sus posibles debilidades. Se intenta disimular  la existencia de los discapacitados (o de los locos) de la misma manera que se  intenta encubrir el paso de los años.   
      “María  Caracolito 
        camina lento, 
        como un barco de vela 
        con poco viento. 
        María Caracolito 
        habla cerrado; 
        ya aparecerá la llave 
        del candado. 
        Como pétalo que cae 
        de una rosa, 
        asoma su lengüita 
        silenciosa. 
        Bailan, juegan, 
        pintan un garabato. 
        Todos en un instante. 
        Ella en un rato. 
        Los ojos tras las lentes 
        de cristal, 
        son botones de nácar 
        en su ojal. 
        María Caracolito 
        camina y no vuela. 
        Tal vez le crezcan alas 
        en la escuela.” 
              Fischer entiende la educación como una  apertura al mundo. La escuela pública, que siempre ha defendido, es la que debe  proveer de un espacio en el que tengan cabida alumnos  de la más variada condición. 
            Asistir a la  escuela enriquece a María, pero también a sus compañeros que aprenden a  convivir con personas con capacidades diferentes a las suyas y a entender que  los logros requieren esfuerzos, ya que todo discapacitado está obligado a  superarse día a día. 
            Fischer defiende  una educación abierta, destinada a comprender la inmensidad de la vida, en  contraposición a una educación orientada al logro de ciertos objetivos, como  son el liderazgo, el éxito personal o la competitividad.   
      “El caracol 
      ¿Será que el caracol  
        camina  lento?... 
        Mientras  pasea 
        consigue  su alimento. 
        A la  noche recorre 
        todo el  huerto. 
        Antes  de salir el sol 
        ya está  cubierto. 
        Tiene  su vida 
        bien  organizada; agua, hojas, sombra, 
        no le  falta nada. 
        Es como  es. 
        Caparazón  en espiral. 
        No  tiene pies. 
        Adonde  quiere llega igual. 
        Hay  algo que hace 
        daño al  caracol: 
        cuando  un niño 
        lo  expone al fiero sol. 
        La  sombra es para él 
        fundamental. 
        Si  secas su humedad, 
        le  causas mal. 
¿Será  que el caracol 
        camina  lento? 
        Vive,  tiene hijos 
        y  encuentra su sustento. 
        Hace  todo muy bien. 
        Sin  ansiedad ni prisa. 
¿No  será que su tiempo 
        es otro  tiempo? 
        El  reloj nuestro es un ciclón. 
        El de él  es brisa.” 
      “Contagios 
      Federico  está triste porque un compañero de la escuela le dijo que su hermana no era  igual que el resto de los chicos. 
  Eso no  tendría importancia, porque Federico lo sabe, y ya lo aceptó hace mucho tiempo. 
—Mi  hermana no nació enferma de nada. Ella es así —dice. 
Lo que  le duele más, es que algunas personas menosprecien a María Caracolito,  considerándola inferior a los demás. 
El tema  del ingreso en la escuela primaria es espinoso. Ya es hora de que la niña salga  del jardín de infancia y camine hacia adelante. En el taller está muy cómoda,  pero necesita un desafío verdadero para crecer. 
Hay  padres que se oponen a que entre en primer grado, porque creen que María  Caracolito puede transmitir su lentitud a los otros. 
La  directora de primaria se reunió con algunos y recibió opiniones diferentes: 
—En el  jardín no hay problema, pero la escuela es otra cosa. Será difícil para ella. 
—Si  tarda tanto en aprender algo, la maestra perderá el tiempo con ella y nuestros  hijos también. 
—Mi  niña pequeña habla mal, imitándola. 
—Esta  escuela no está preparada para recibir chicos especiales. 
Otros  papás piensan que María Caracolito debe ingresar en la primaria, porque será  muy bueno para ella y para los otros chicos “comunes”. 
—Quiero  que mi hija aprenda algo más que a leer y contar —dice un papá—. Cuando mi hija  sea capaz de compartir su vida con las personas más diversas, sabré que está  bien educada. 
—Todos  los chicos tienen derecho a intentar aprender; me parece bien que María  Caracolito vaya a la escuela —agrega otro. 
Todavía  no se han puesto de acuerdo. 
Mientras  tanto, María Caracolito no tiene asegurado su banco en primaria. 
—Mi  hermano se puede contagiar y enseñar la lengua como tu hermana —dijo un chico a  Matías. 
—Yo  vivo con ella y nunca me “contagió” nada; además tu hermano dice malas palabras  y se porta mal. Pensando así, María Caracolito podría contagiarse de él  —replicó Matías.” 
      El libro  marca a través de breves pinceladas, cómo la presencia de María modifica la  vida de su familia, que debe asumir la situación y manejar argumentos ante las  personas que se comportan prejuiciosamente. Las posiciones ideológicas ante el  problema están claras. Fischer reproduce discursos prototípicos de padres y  madres a favor y en contra de la integración. Este tema interesa mucho a  Fischer pues la asistencia a la escuela es, para él, la base que permitirá que  a todos los niños “le crezcan alas”.  
      20.2.3. Relación síndrome Síndrome de down-infancia 
                  En su  discurso de presentación de la nueva edición del libro, Fischer hacía algunas  reflexiones sobre la relación que existe entre síndrome de down y  niñez. Los niños con síndrome de down poseen  características de comportamiento que coinciden con las comúnmente asociadas a  la niñez: son cariñosos, desprejuiciados, imaginativos, traviesos, alegres. De  alguna manera, su síndrome los convierte en niños eternos. Sin embargo, Fischer  apuesta por el crecimiento, confía en su capacidad de autonomía y en el  desarrollo de todas sus potencialidades, y así lo afirma en el prólogo y en el  capítulo “Despedida”. 
            Isabelle  Jan (1985: 36) comenta que muchos de los libros para niños fracasan por la  tendencia a presentar una infancia eterna: 
      “La cualidad de niños (de sus personajes) no está  nunca en peligro. De la misma manera que no son cuestionadas la seguridad y  satisfacción que van asociadas a ese estado. Para ellos, no sólo no se trata de  crecer, sino que incluso parece que no van a tener nunca esa posibilidad. Así  parece conjurado, aparentemente, el deseo de cualquier niño de convertirse en  adulto, deseo que se acompaña de temor y angustia...” Citado por Colomer  (1998:55) 
                  María  posee cualidades sorprendentes y obliga a su familia y a todos aquellos que  comparten la cotidianeidad con ella, a vivir la vida con una intensidad  insospechada.  
            El relato  construye un paralelismo simbólico entre María y el perro dálmata de la  familia, que nace sin manchas. Las cosas ocurren de manera diferente a lo que  los hermanos mayores imaginan: nace una niña (primer desafío para los hermanos  varones) y esa niña tiene síndrome de down.  
             
      “Manchas
      El  cachorro crecía rápidamente. Parecía que lo inflaban como a un globo. 
  Bebía  leche como un ternero, y comía alimento sólido como un león... pero no tenía  manchas como un dálmata. 
  Cada  mañana, Federico y Matías revisaban cuidadosamente al perro, y lo zarandeaban  como masa de pan. Lo ponían patas para arriba y patas para abajo y siempre  terminaban decepcionados. 
—No  tiene ni una sola mancha. Este perro es feo —lloriqueaba Matías decepcionado. 
Papá  llamó a algunos amigos que tenían perros de la misma raza, e hizo todas las  averiguaciones necesarias. 
 Cuando estuvo seguro de que el perro no  evolucionaba a la par de sus semejantes, llamó al veterinario. 
El  veterinario lo revisó, y les dijo a los chicos que se trataba de un caso  bastante raro: un cachorro de raza dálmata que no tenía 
        manchas  como sus iguales. 
—¿Puede  haber dálmatas sin manchas?... —preguntó Matías. 
El  doctor explicó que el perro había nacido así, tal vez hubo una alteración  genética... en fin, que se trataba de un dálmata diferente a los otros. Era  posible que nunca tuviera manchas. 
—¿Y si  le pintamos unas chispitas negras con pincel? —preguntó Matías. 
—No  creo que sea una buena solución —dijo el papá—. La pintura puede dañarlo, o  simplemente con el tiempo se borrará. ¿No les parece mejor aceptarlo como es? 
—¡Chispitas...!  ¡Chispa!... —balbuceaba mamá con cara de felicidad—. ¿Podríamos llamarlo  Chispa? 
—¿Qué  les digo a los chicos cuando me pregunten por qué no tiene manchitas si es  dálmata? —insistió Matías. 
—Les  dirás que así es tu perro, que lo quieres como es, que no piensas cambiarlo, y  que además te sientes orgulloso de tener un perro diferente a todos —dijo papá. 
María se despertó con la panza vacía.”           
                  Fischer arma el  libro en base a relatos breves que capturan momentos clave de la niñez de  Caracolito. Una vez más, el índice, que guarda gran similitud con el de Libro  de cabecera, muestra el recorrido de esta niña y su familia. Algunos de los  títulos como: “Dieta”, “El incendio”, “Flor en jardín equivocado”, “Soplando” o  “La evaluación”, hacen referencia a situaciones relacionadas directamente con  el síndrome, ya sea por la personalidad de estos niños o por sus  características físicas.  
      Soplando 
      “María  Caracolito  va al consultorio de una  logopeda, que la ayuda a hablar mejor. 
  Se  llama Eleonora y es muy simpática. 
—¿Qué  haces con Eleonora mi cielo? —pregunta Tía Rosa. 
—Charlar  y tomar zumo —contesta la niña. 
En  realidad, ella ejercita los músculos que se necesitan para articular palabras.  Una manera de lograrlo, es soplando. 
Eleonora  tiene todo un arsenal de objetos “soplables”. Un día fabrica frágiles pompas de  jabón para que el viento de María las lleve de viaje como globos transparentes. 
Otro,  deja caer gotas de aceite coloreado sobre el agua, y María Caracolito las hace  navegar por la superficie del plato. 
El  juego preferido de la niña, consiste en soplar unas láminas pegadas en cartón,  recubiertas por un telón de flecos. Con el aire, éstos se levantan, dejando ver  las figuras. También hay molinillos. 
A  medida que se acerca el cumpleaños de María, Eleonora enciende velas para que  la niña practique apagones 
—¡Cumpleaños  feliz...! —canta Eleonora—, y María Caracolito abre sus ojos con ansiedad,  esperando el ¡uno, dos y... tres!, para descargar su soplido. 
Hacen  marcas sobre la mesa y cada día alejan la vela un poquito más para aumentar el  esfuerzo. 
Cuando  llegó por fin el día de su cumpleaños, todos cantaron la canción y... ¡hubo  soplidos varios!, porque María Caracolito quiso repetir el ejercicio con las  velitas de la tarta 
Fue el  primer caso de “tarta caminadora” que se registró en el mundo.”  
                  Decíamos  anteriormente que este libro pone el acento en la superación de las  dificultades, más que en las dificultades mismas. María va configurando y descubriendo  su personalidad, sus gustos y habilidades, como cualquier otro niño.  
                  La  temática de la superación queda reflejada en el siguiente texto en el que  Fischer combina su conocimiento de la psicología infantil con una gran carga  simbólica.  
                  “Convalecencia  
      A María  Caracolito la han tenido que operar. 
  No le  dolió nada, porque la durmieron y cuando se despertó, ya había pasado todo. 
  Eso sí,  estará internada una semana para ponerse bien. 
—Tendrás  que tener paciencia María Caracolito —le decía la mamá— en unos días te sacarán  todos los tubitos. 
        La  maestra la fue a visitar. 
        María  Caracolito le pidió algo inesperado. 
—¿Me  podrías dibujar en la cama, con todos los tubitos y las vendas que tengo  puestas?... 
—¡Claro  que sí! —dijo la señorita y tomó un papel y lápices que había en la mesa de  luz. 
La  dibujó minuciosamente, con su camisón rosa, los tubitos que tenía en los  brazos, la venda que tapaba la herida, una manguera muy delgada que pasaba por  su nariz, y finalmente se llevó el dibujo, después de prometer a María  Caracolito que la llamaría por teléfono a menudo. 
Dos  días después, la niña le pidió que borrara del dibujo el tubito que pasaba por  la nariz, porque ya se lo habían quitado. 
Al otro  día, tuvo que borrar con una goma la sonda con suero de los brazos. 
El  último día de estadía en el sanatorio, la maestra fue a visitarla llevando el  dibujo, y antes de irse, borraron la venda, la cama, y dibujaron una niña feliz  que atravesaba la puerta camino a su casa.” 
      20.3. El tiempo y la  infancia  
      “...Porque  es bueno que el tiempo que pasa no nos parezca nunca que nos desgasta y nos  pierde, sino que nos perfecciona. Es bueno que el tiempo sea una construcción.  Así voy yo de fiesta en fiesta de aniversario en aniversario, de vendimia en  vendimia al igual que cuando era pequeño, iba desde el salón al jardín, del  jardín a mi cuarto... y cada paso significaba algo.”  
  Antoine de Saint Exupéry 
                  El tiempo transcurre objetivamente y es medido y  fraccionado por el reloj. El tiempo transcurre subjetivamente y es percibido por  cada persona de manera diferente.  
  La noción de tiempo es uno de los conceptos más difícilmente  accesibles a los escolares entre los niños pequeños. Si se hace un análisis  detenido de las descripciones de Piaget respecto de las diferentes capacidades  de aprendizaje de los chicos a través de sus etapas de desarrollo cognitivo, se  puede ver que las nociones de espacio y tiempo surgen y se desarrollan  lentamente, de manera confusa.  
  A los niños  no les preocupa el tiempo, hasta que lo relacionan con el crecimiento y la  posibilidad de independencia. Una tarde dedicada al juego puede ser  temporalmente infinita, pues los niños viven el presente sin tener en cuenta el  antes y el después. 
            En María Caracolito la lentitud aparece como signo  de la discapacidad. Lo que distingue a María de los demás niños es el ritmo  pausado con el que aprende, las horas que le lleva resolver una actividad. A lo  largo del libro Fischer utiliza diferentes aproximaciones para transmitir los  conceptos de rapidez y lentitud, aplicados a los niños comunes, el primero y a  Caracolito, el segundo. “María Caracolito camina y no vuela”; “es un barco de  vela con poco viento”, “un instante-un rato”; “tardará un tiempo”;  “ciclón-brisa”; “sus compañeros parecen flechas en el aire”; “María Caracolito ¿serás  la última en terminar”) 
“¿Por qué estarán tan  apurados los grandes?” se pregunta el narrador, poniendo en palabras la  sensación de los más pequeños que viven con angustia  
            Cuando un niño comienza a ser consciente del tiempo y le  preocupa cómo ganarlo, cómo gastarlo, cómo optimizarlo, es señal de que de que  poco a poco, abandona la niñez. 
             
        20.4. Despedidas 
                  Los dos últimos capítulos del libro se titulan “Búsqueda”  y “Despedida”. El primero es un poema escrito en primera persona que funciona  como síntesis y reafirmación de lo tratado a lo largo del libro. (PRECISAR CON  MATíAS TIPO DE PRIMERA PERSONA) 
      “Estoy  acostumbrado al esfuerzo. 
  Maduro  como fruta en cada desafío. 
  En la  escuela aprendí. 
  Me han  enseñado, 
        que no  es diferente 
        el que  busca lo mismo.” 
                  La escuela reaparece  como panacea de la integración y garantía de una niñez bien aprovechada.  
            En los últimos versos resuena la teoría budista  denominada “itai doshin” que afirma que la diferencia entre los seres  humanos se diluye cuando los objetivos que se comparten son los mismos. Así  lo explica Nichiren (1999:23) “Ser inseparables como los peces y el agua en que  nadan, podría entenderse como el espíritu de atesorarnos unos a otros,  conscientes de que somos seres irremplazables, y tratar de estimular a cada uno  para que despliegue lo mejor de sí mismo.”  
            El último capítulo “Despedida”, da a los lectores las  últimas noticias esperanzadoras sobre Caracolito: “Hace gimnasia, juega al  ordenador, cuida sus pertenencias, nada en la piscina, cocina cosas sencillas  (...)”. Todavía no puede acudir a la escuela primaria, pero “sólo allí logrará  crecer verdaderamente, porque aparecerán desafíos ciertos”. “¡Estoy seguro de  que lo logrará!” 
            Tres ideas se repiten una y otra vez a lo largo del  libro: el esfuerzo que deben realizar los niños con Síndrome de Down para  lograr sus metas; la importancia de la escuela en su crecimiento y el  transcurso del tiempo que naturalmente los transformará en adultos. 
              María caracolito trata todo el abanico  de valores: físico-vitales, relacionados con la salud y el cuidado de las  personas, valores afectivos psicológicos como son la adaptación social, o la  capacidad de amar y ser amado, valores socioculturales en relación a la  igualdad y a la educación, los ideo-racionales y los anímico espirituales que  marcan y señalan el derecho a la dignidad y felicidad.  
      21. El libro de los  chicos valientes 
                  Por séptima vez, Fischer escoge la palabra “libro”  para título de sus escritos,  como si  quisiera hacer de cada uno de ellos, arquetipos en torno a un tema. Sin  embargo, esta es la primera vez que el posesivo “libro de” no se refiere a una  característica del texto, sino de sus receptores. Atento siempre al refuerzo  positivo que va tan bien al carácter infantil, Fischer presupone y dirige su texto  a un lector valeroso que no se amilana ante las propuestas de “miedo, magia y  misterio” que se anuncian en la portada. 
            La edición de Ameghino, cuenta con las ilustraciones de  Julia Díaz y la diagramación de “Mira diseño” que también se había encargado de María Caracolito. Los dibujos están realizados en técnica mixta (témpera  y tinta china con pluma). También incorporan la técnica de estampado.  
            La portada recurre nuevamente a la puesta en abismo: un  niño lee El libro de los chicos valientes. Se produce así una estructura  de cajas chinas en la que el libro real contiene a otro, dibujado.  
“Como todos  los chicos y chicas se sienten valientes, he elegido este título para que se  identifiquen con él”, confirma Fischer desde  el prólogo que es todo un ejercicio de pedagogía literaria. 
      “Cuando  yo era niño, leía libros de suspenso. Me resultaba muy interesante conocer las  razones secretas por las cuales ocurrían las cosas, aparentemente  inexplicables. Como la lectura es un acto silencioso, todos los sonidos de la  casa se escuchan con nitidez mientras uno lee.  
            Si además leemos en horas de la  noche, la imaginación (que ya trabaja bastante con las palabras) será obligada  a hacer horas “extra” por culpa de los crujidos de los muebles viejos, la  vibración de las cañerías, los aullidos lejanos de los perros... y el ruido de  nuestro estómago vacío que espera la hora de cenar.” 
                  Fischer comienza  estableciendo un paralelismo entre su infancia y la de los lectores. El  regocijo que producen los relatos de misterio parece ser una de las  características representativas de la niñez.  
  A  continuación presenta un ámbito de lectura que recuerda al del cuento  “Continuidad de los parques” de Cortázar, en el que se establece una  correspondencia o trasvase entre la lectura y la vida, de manera que el lector  lee aquello que acontece en ese mismo momento a su alrededor. El acto de  lectura, que tiene como base lo textual, extiende sus dominios al entorno, que  comienza a ser descifrado bajo el estado de ánimo engendrado por la literatura.  
  Estos cuentos están ideados como parodias del suspense y el miedo.  La mayoría relatan sucesos extraños (según la catalogación realizada por  Todorov) en donde el hecho fantástico al que se enfrenta el protagonista se  resuelve, generalmente, de manera racional. Sin embargo, legitiman la presencia  de una mirada sorprendida del mundo, que como dirían los formalistas rusos  desautomatiza la percepción diaria.  
  Fischer  convoca la tradición literaria del “fantasy”, encuadra en ella sus relatos y  anuncia la irrupción de la realidad (tal como prescriben las leyes del género),  en forma de estómago hambriento.  
  El  “fantasy” con sus variedades: “sobrenatural”, “fantástico propiamente dicho” o  “extraño” es un género que existe en virtud de los efectos que produce en el  lector, del cual se espera una actitud acorde y cooperante con las leyes de  este tipo de literatura.  
  Fischer  considera que la fantasía libera y permite al autor dar rienda suelta a su  creatividad, siempre que se base en una estructura literaria sólida y no sea  utilizada como un mero efectismo cuando falla (o falta) un buen argumento. En  su obra, parte siempre de la vida diaria y desde allí muestra a los niños una  manera nueva de sentir esa cotidianeidad, a través del uso de la imaginación. Fischer  apuesta por una literatura que integre al niño con su entorno, permitiéndole  enriquecer, profundizar y valorar aquello que lo rodea. La fantasía no sería  entonces una cualidad que portan los objetos, sino el sujeto que los contempla.   
            Los dos  cuentos que se escapan de la clasificación de “extraños” son “El limonero  fiel”  y “El cascabel de plata”. “El  limonero fiel” es el único cuento que entraría dentro de la categoría de lo  sobrenatural. Un árbol bombardea con limones a unos ladrones que quieren robar  en la casa de su pequeño amigo. Los personajes humanos no se dan cuenta de lo  sucedido, que se convierte en un secreto entre el árbol y el lector.  
“El cascabel de plata” está basado en la leyenda urbana que afirma  que en las alcantarillas de Nueva York había grandes caimanes durante los años  80.  La narración  está estructurada a partir de la sucesión de casualidades tan inverosímiles que  prácticamente lo transforman en un relato fantástico.  
      Fischer concluye el prólogo con la siguiente afirmación: “El que  lee escucha”. Es decir, entiende la lectura como un acto de naturaleza  auditiva.   Alberto Sucasas en su libro El rostro y el  texto explica que leer implica someterse a la palabra ajena, cargarse de la  alteridad, pensar al ritmo del otro. Escuchar el texto significa aflojar las  barreras dejando que el texto nos invada, para, en una segunda instancia,  interpretar lo que recibimos. La lectura necesita tiempo y paciencia: “leer es  adoptar un gesto hospitalario” (2001:30)  
  En “La serpiente negra”, Fischer explora la naturaleza del miedo: 
      “Alejo estaba viviendo una  semana agitada. El día anterior, una paloma se había metido en su oficina por  la ventana entreabierta, atontada por el calor. Cayó como un paracaidista sobre  el escritorio y se posó justo sobre las hojas del libro titulado: “Como vencer  el miedo” que nuestro amigo estaba leyendo. 
  Era un texto que se había  puesto de onda entre los miedosos de Buenos Aires, sociedad temblorosa a la  cual Alejo pertenecía. 
  (...) Muy entrada la noche,  mientras su esposa dormía profundamente, Alejo se despertó con deseos de ir al  baño.  
  En la oscuridad estiró los  pies descalzos hasta enganchar la chinela derecha primero, y la izquierda  después. Se incorporó y caminó unos pocos pasos en la oscuridad.  
  El baño tenía una amplia  ventana que daba al cartel luminoso de la vereda de enfrente. Este permanecía  encendido toda la noche. La luz intermitente lo alumbraba con tenues fogonazos. 
  Alejo estaba parado junto al  inodoro, cuando vio la serpiente que se movía a sus pies. Era laga y negra.  Prácticamente tocaba su talón. Alejo comenzó a sudar. Lentamente giró sobre sí  mismo para evitar la mordedura. 
        El enorme reptil hizo lo  mismo, y con un movimiento envolvente y perezoso, rodeo completamente su pie. 
        (...) Jugándose el todo por  el todo, Alejo pisó la cabeza del bicho con el pie izquierdo, mientras  levantaba el pie derecho para liberarse del asqueroso peso.  
        (...) 
        -¿Qué pasa querido?  –balbuceó (la mujer) semidormida. 
        -¡Hay una serpiente negra en  el baño! –contestó casi llorando. 
        Al amanecer, luego de una  noche perdida, llamaron al vecino que era policía y siempre los sacaba de  apuros. 
        El buen hombre trajo su  pistola cargada y entró al baño, decidido a todo. Quedó sorprendido con lo que  vio: a los pies del inodoro “yacía” una larga y negra media de Alejo. 
        (...) 
        -Vas a tener que ir a un  psicólogo –repitió su esposa. 
        -No, voy a comprarme  zoquetes cortos –respondió Alejo, preocupado porque le pareció ver una sombra  detrás del ropero.” 
                  Este cuento se ajusta perfectamente  a las características del relato “extraño”. Durante unos párrafos, el lector y  el protagonista creen que Alejo ha sido atacado por una serpiente. El argumento  se resuelve cuando el policía (encarnación de la racionalidad) descubre que  sólo se trataba de un calcetín.  
            En principio los niños se sentirán  identificados con Alejo, pero la exageración de su temor provoca enseguida la  risa y el consecuente clima paródico. VER 
            “Era un texto que se había  puesto de onda entre los miedosos de Buenos Aires, sociedad temblorosa a la  cual Alejo pertenecía.” Es la primera vez que Fischer  es tan ácido en su visión de la idiosincrasia argentina. El protagonista del  cuento es dominado por una inseguridad y una aprensión que prácticamente lo  inmovilizan: la caricatura de un argentino de clase media eternamente  preocupado. La sugerencia final de la esposa: “Vas a tener que ir a un  psicólogo” resume el sonsonete típicamente porteño.  
            Tan desproporcionado es el miedo de  Alejo como la “pistola cargada” que esgrime el vecino policía. Miedo, policías  y psicólogos forman una de las tríadas más populares de la Argentina, que Fischer  satiriza. 
            “El galeón zombi” narra la historia  de un barco que en el siglo XVII transportaba sal. Una tormenta hizo que se  hundiera. La sal al mojarse aumentó varias veces su peso. Los marineros  abandonaron la nave, pensando que ya no tenía salvación. Sin embargo, la sal se  fue disolviendo y alivianó el barco hasta que este volvió a flotar, convertido  en fantasma. COMPLETAR CON REFERENCIA. 
        
                  Este libro se ocupa principalmente  de valores afectivo-psicológicos, relacionados con la autoestima, el equilibrio  mental y la paz interior y de valores socioculturales, que tienen que ver con  la transmisión de cultura, el funcionamiento social, la justicia, el respeto. 
      22. La  magia de leer. Cuentos triquiñuelas, poesías obras teatrales, enigmas,  adivinanzas y otros trucos para atrapar lectores perezosos.  
                  Este libro es, junto a Libro loco  y Libro de cabecera, uno de los más exitosos de Pipo Pescador. Se encuadra  dentro del proyecto de animación a la lectura que llevó a cabo durante los años  90 y que consistía en encuentros con los niños en las escuelas, una obra de  teatro también denominada La magia de leer ,  un disco y el libro del que ahora nos ocupamos.  
            Durante dos años trabajé con Fischer,  acompañándolo a los colegios y en la gira que, con la obra teatral, realizó por  Castilla-La Mancha. El producto que ofrecía era sólido y respondía a su  concepción de la lectura como fuente de enriquecimiento cultural e intelectual  de las personas. Su proyecto consistía en mostrar las diversas posibilidades  del lenguaje y de qué manera configura nuestra percepción y concepción del  mundo.  
            La magia de leer incorpora,  además del prólogo habitual en los libros de este autor, un “Comentario para  los adultos”. Fischer es por tanto consciente de la importancia de explicar su  intención a los padres, que serán los encargados de hacer llegar el libro a los  más pequeños.  
        
      Conclusiones  
      En el mundo infantil el deseo se realiza  en lo imaginario 
  Pero los sueños  de la infancia perduran; su semilla no abandona el corazón de aquellos seres  cuyo destino es ser/sentirse distintos. 
  Está  reivindicando el mundo del sentimiento y del deseo puros, de la felicidad en lo  sencillo, de lo espontáneo frente a lo normativo, todo aquello que, dentro del  plan social, es necesario destruir dentro del proceso socializador. 
        Infancia espacio  de la autenticidad 
        El niño es  totalmente lo que es, dice Hiperión, y, no siendo nada más, lo es todo. 
        lo que Fischer pretende es un buen  ciudadano, una persona completa, sin prejuicios ante la creatividad. 
      Friedrich  Hölderlin a J. G. Ebel, fechada el 2 de septiembre de 1795, Rousseau tiene  razón: la primera y la más importante educación consiste en convertir a un niño  en apto para ser alumno. 
  Es preciso que induzca al alumno a salir del estado de naturaleza, del estado  de inocente pero limitado instinto, para conducirle a la vida de la cultura, es  preciso que despierte en él los deseos superiores del ser humano para entonces,  y sólamente entonces, dotarle de los medios que le permitirán satisfacer este  deseo superior. Una vez despierto éste, puedo y debo exigirle que conserve esto  vivo en él mismo para siempre y que tienda siempre a satisfacerlo. Pues donde Rousseau  se equivoca es cuando pretende esperar tranquilamente a que el ser humano se  despierte en el niño, contentándose hasta entonces con una educación casi  enteramente negativa, tendente a eliminar las malas impresiones y sin pensar en  las buenas. Rousseau ha señalado claramente la injusticia de quienes quieren  arrojar al niño de su paraíso, de su feliz estado de animalidad: no con la  espada llameante, mas sí con el látigo. Pero, si le comprendo bien, cae en el  extremo opuesto. El método de Rousseau sería más correcto si el niño estuviera  rodeado de un mundo diferente del mundo actual. Soy yo quien debe crear este  mundo mejor a su alrededor, sin imponérselo, sin ninguna pretensión, como si  estuviera escrito en la naturaleza: debo presentarle los objetos rodeados de  grandeza y de belleza para suscitar en él un anhelo superior, una aspiración a  algo mejor, es decir, a su razón, por así decirlo29. 
        
        
        
      Bibliografía: 
      Libros de Pipo Pescador
        
      -Pipo Pescador (1975) El libro amarillo de  Pipo Pescador. La mañana; El secreto de la tarde; La marcha de la noche. Colección: Los libros de Pipo Pescador. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía  S.A. 
      - “                    (1975) El libro azul de  Pipo Pescador. Aventuras con mi silla Patadura, La bailarina Serafina,  Romance del cucharón y de la espumadera, La mona Ramona. Colección: Los libros de Pipo  Pescador. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía S.A. 
      - “                    (1975) El libro rojo de  Pipo Pescador. Semilla chiquita, Canción de cuna de la flor de lino, Canción  del manzano, Canción de viento y sal, Canción de la alfombra, El profesor de  vuelo. Colección: Los libros de Pipo Pescador. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía S.A. 
      - “                    (1975) El libro blanco de  Pipo Pescador. Trabalenguas: Cocotero, Terotera, Garapato, Tejomadeja, Recetas:  Huevos duros con moñitos, Cómo hacer una mariposa, Saque punta a su lápiz,  Artículos del hogar: La licuadora, Las perchas, Los radiotransistores, La  canilla. Colección:  Los libros de Pipo Pescador. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía S.A. 
      - “                    (1985) Canciones de oro.  Buenos Aires: Editorial Lagos 
      - “                    ( ) Cuentos para contar  en el ascensor. Buenos Aires: Editorial Bonum 
      -“                     (1990) Buenos Airesitos. Buenos Aires: Ediciones Paulinas. 
      -“         (111) Atento al cuento. Buenos  Aires: Ediciones El Ateneo. 
      - “        (1997) María Caracolito. Buenos  Aires: Ameghino 
      -“          (111) El libro loco. Te rompe el  coco. Buenos Aires: Espasa 
      -“           (1997) El libro de los chicos  valientes. Buenos Aires: Ameghino 
      -“         (1997) La magia de leer. Buenos  Aires: Ameghino 
        
      Libros  consultados 
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      -Barthes, Roland    (1987) El susurro del lenguaje: más allá de la palabra y la  escritura. Barcelona: Paidós. 
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      -Baudrillard, (1993) “La publicidad”. En publicación  de la Universidad  de Buenos Aires. Cátedra de Semiología. VER 
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      -Bordelois, Ivonne (2005) El país que nos habla.  Buenos Aires: Sudamericana. 
      -Cárdenas, María Salomé (2005) Mary Mann: la amiga  incondicional de Sarmiento. Buenos Aires: Cadan Editorial. 
      -Bordieu,  Pierre (2000) “La juventud sólo es una palabra” en Cuestiones de sociología.  Madrid: Istmo. 
      -Colomer, T. (1998) La formación del lector  literario. Narrativa infantil y juvenil actual. Madrid: Fundación  Germán Sánchez Ruipérez. 
      -Ferrer, Horacio (1990) Oratorio Carlos Gardel XXXXX  VER 
      -Freud,  Sigmund (19939 “El chiste y su relación con el inconsciente”. En Obras  completas, Volumen V, Buenos Aires: Hyspamérica. 
      -           “ (1908) “El poeta y la fantasía” en Psicoanálisis  aplicado. Madrid: Alianza 1975. (Publicación Cátedra de Teoría y Análisis  Literario. Universidad de Buenos Aires). 
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      -Williams,  1977 (ver parte de ideología para cita) 
      -Avances en Teoría de la literatura.  Compilador. Darío Villanueva. Universidade de Santiago de Compostela 
      -El intertexto  lector. El espacio de encuentro de las aportaciones del texto con las del  lector. Antonio Mendoza Fillola. Ediciones de la Universidad de  Castilla-La Mancha 
      - Cerrillo, Pedro C., Larrañaga, Elisa y Yubero, Santiago Libros, lectores y  mediadores. Ediciones de la   Universidad de Castilla-La Mancha VER 
      -Vidart,  Daniel: El tango y su mundo. VER 
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        ---------- 
        MÖSER,  J. : Por tanto, no hay que prohibir el estudio; id. pág. 172  
        -HÖLDERLIN,  Friedrich: Cartas; Madrid, Tecnos, 1990 págs. 55-56. Edición de José  Luis Rodríguez García.  
        Jorge Romero Brest.  Primera Plana, abril de 1967 [reproducido en Mágicas Ruinas]Buenos Airesitos 
        
      Extras 
      A efectos de estudio, podemos  dividir la obra de Pipo Pescador en tres partes complementarias. Una, muestra  la teoría y la poética que animan su trabajo. Se trata de libros puramente  literarios, que exigen del lector una actitud reposada y una trabajo  intelectual activo. Los títulos más significativos de esta línea son: El libro  amarillo, El libro azul, El libro de  cabecera, Atento al cuento, Buenos  Airesitos, El libro de los chicos valientes  y María  Caracolito. 
  Otra línea presenta el aspecto más  lúdico del lenguaje y de la creación literaria. A esta sección pertenecen: La magia de  leer y El libro loco. 
      La tercera parte está representada principalmente por  las canciones que se ocupan del cuerpo, del movimiento, de las sensaciones y de  ciertos patrones culturales que Pipo Pescador considera que el niño debe  aprehender.  
        
      
        
              Según cuenta  la leyenda, en Miami se vendían cocodrilos pequeños para que los niños tuvieran  como mascota. Cuando crecían, las familias sin saber que hacer, los tiraban por  el inodoro y los cocodrilos terminaban en el desagüe de las ciudades, en donde  crecían comiendo ratas y otras alimañas.   
        
            Así lo describe Quevedo en su soneto “Desde la torre”: “vivo en  conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos”.  
         
        
            Esta obra fue presentada en, al menos, treinta bibliotecas de  Castilla-La Mancha. 
         
       
      
        
            Recordemos la canción semilla chiquita (§ 13.1.6) en el que  instaba a los niños a crecer. 
         
        
            En Estados Unidos se realizan cirugías para borrar de las  caras los signos propios del síndrome de down.  
         
       
      
        
        
            La milanesa es el nombre argentino para la carne empanada y luego  frita, que es una comida tradicional. Se llama “milanesa a caballo” a la  milanesa con huevo frito arriba.  
         
        
            El libro es romboidal y por tanto, siempre sobresale de la  biblioteca. 
         
        
            “Coco” es la forma coloquial de llamarle a la cabeza. 
         
        
            El más importante de estos juicios es el que entabló (y ganó)  contra SADAIC, asociación argentina equivalente a la SGAE por no haber defendido  sus derechos ante Los Payasos que utilizaron la canción de “El auto de papá”  sin pagar derechos.  
         
        
            Los chistes basados en la guía telefónica son característicos de  Argentina y hasta hace algunos años,  era  común que algunas personas, para demostrar sus habilidades memorísticas, se  aprendieran la guía. En este caso, Fischer retoma un motivo que aparece en uno  de los chistes de Mafalda, en el que ésta se horroriza ante la cantidad de  “Pérez” que figuran en las páginas blancas.  
         
        
            Los datos truculentos o escatológicos, presentados en dosis  medidas, captan la atención de los niños y los hacen disfrutar, sin  consecuencias negativas.  
         
        
            Fischer escribió un libro inédito titulado: Poemas cuadrados en donde dedica un poema a cada uno de sus cuadros preferidos.  
         
        
            Colifato significa loco en lunfardo. 
         
        
            María Caracolito es el primero de los libro de Fischer  destinado a la discapacidad. En 2008   ha publicado en Buenos Aires, La campana bajo el agua (Ediciones El narrador) sobre los niños sordos. 
         
        
            El libro fue  presentado en el Congreso Internacional de Síndrome Down de Madrid de 1997 y  fue declarado de Interés para la   Humanidad por la   UNESCO. 
         
       
      
        
              La presentación de los autores (escritor e ilustrador) a través  de pequeños textos introductorios, se hizo popular en España a partir de los  años 80.   
       
      
        
            La escuela pública, basamento de la argentina ilustrada, fue  introducida en el país por un proyecto que Faustino Sarmiento fraguó junto al  famoso educador norteamericano Horace Mann y su esposa Mary, con la que durante  años, después de la muerte de Horace, mantuvo una correspondencia que dio como  resultado la puesta en marcha de una escuela, denominada “normal”, que comenzó  con la llegada de 65 maestras norteamericanas que entre 1869 y 1898 fundaron 18  escuelas.  
            Mary  Mann, de soltera Peabody, fue cuñada del Nathaniel Hawthorne. 
         
        
            Hasta  el año 94 aproximadamente, los colectivos (autobuses) urbanos expedían boletos.  Eran de colores, según el trayecto que se eligiera, y con un número. Muchos  argentinos coleccionaban boletos. Los tenían perfectamente catalogados y por su  numeración. Los más valorizados eran los de número capicúa, porque se decía que  traían buena suerte.   
         
        
            El romance más famoso de Pipo Pescador es “Romance de Natacha” de  marcado tono lírico, que narra la historia de una semilla que se vuelve flor,  gracias al calor que le brinda una piedra. Esa piedra, diferente de las demás,  se enfrenta a las “murmuraciones de los que nunca hacen nada”.  
         
        
            La mariposa, como vimos, es uno de los animales fetiche de Pipo  Pescador. En cierta forma sustituye a la paloma torcaza de los primeros años,  cuando Pipo adquiere una estética más pop. La dibuja  a menudo en los autógrafos que dedica a sus  admiradores, siempre con colores estridentes.  
         
       
         
      
        
            Fischer  recuerda que en su visita a Moscú conoció un  teatro edificado especialmente como teatro infantil, con butacas pequeñas que  podían apartarse para dejar libertad de movimientos. “En el hall de entrada  –refiere Fischer- había pianos y otros instrumentos que los niños se sentaban a  tocar, de manera que aquello parecía una feria musical y no se sabía muy bien  cuál era el escenario.” 
         
        
            Esta denominación surge de un stand que Fischer creó para la Feria del Libro infantil de  Buenos Aires, en el que había construida una casa con habitaciones de  diferentes colores. La casita simbolizaba la cabeza de los escritores. Tenía  tres puertas, una de cada color según las diferentes formas de llegar a la  literatura: “Entrá por la amarilla si sos pensador, si te gusta que cuatro sean  dos más dos/ Si el amor te llama, si sos sentimental de la puerta rosa te vas a  enamorar. / Verde es el camino de los inventores, de los locos sueltos, de los  soñadores.” 
         
        
            Para el comentario de texto tomaremos como base la Edición de Espasa Calpe  porque es la más extensa.  
         
        
            Uno de sus primeros discos se llama: Pipo canta para los  chicos y su familia. Uno de sus libros más conocidos Palabras para una  maestra jardinera pone de manifiesto su preocupación por la mejora de la  educación. 
         
       
      
        
              Esta canción también puede entenderse como metáfora de la  relación entre el autor Enrique Fischer y su personaje Pipo Pescador. (Ver  9.1.)   
       
         
      
        
            Los ritmos criollos son las antiguas danzas europeas de salón que  se mezclaron con las danzas autóctonas. 
         
        
            Tango de Carlos Petit y Rodolfo Sciammarella. 
         
        
            “Repertorio de términos traídos por la inmigración, durante la  segunda mitad del siglo pasado (XIX) (...) asumidos por el pueblo bajo de  Buenos Aires, en cuyo discurso se mezclaban con otros de origen campesino, y  quechuismos y lusismos que corrían ya en habla popular, conformando un léxico  que circula en todos los niveles sociales de las “repúblicas del Plata”.  Gobello (1998:9) 
         
          
        
            Pipo tenía una de dos metros de largo y de colores brillantes que  sostenía de un palo y hacía bailar a su alrededor como en la gimnasia rítmica. 
         
        
            Las lentejuelas fueron desde 1976 hasta  aproximadamente 1990 un elemento indispensable en la indumentaria teatral de  Pipo Pescador, que coleccionaba impresionantes chalecos repletos de este  material. Muchos de estos chalecos que diseñaba él mismo hoy forman parte del  Museo Magnasco de la ciudad de Gualeguaychú.  
         
       
      
        
              También ha sido traducida a varios idiomas y utilizada en  anuncios publicitarios europeos.   
        
        
            El gobierno de Carlos Menem, al que nos referimos en el  apartado... privatizó las autovías principales del país. 
         
        
            En Argentina muchas personas que quieren vender su coche de  segunda mano, colocan en los anuncios, al lado de la marca, el siguiente lema:  “Joya, nunca taxi”. Esta frase ya forma parte del acervo popular, pues muchos  conductores, pintaban sus taxis desgastados, antes negros y amarillas, de otros  colores y pretendían venderlos, como coches con pocos kms. 
         
       
      
        
              Es común en la obra de Fischer abordar el mismo tema  desde diferentes perspectivas o géneros artísticos. La mesa también podía  tenderse con una canción para dibujar.  
          Voy a ver que puedo hacer/  con un lápiz y un papel./ Si quiero puedo hacer una copa/ si quiero/ si quiero  le puedo/ poner ropa/ si quiero/ si quiero le pongo sombrero/ si quiero/  si quiero le hago los ojos/ si quiero le pongo anteojos./Si quiero yo me hago  una sopera con patas/ que adentro tenga dulce de batata/ si quiero me hago una  fuente/ repleta de empanadas calientes/ si quiero me hago los cubiertos y el  plato/ pero comer con la mano/ me resulta mas barato/ si quiero me hago la mesa  en un segundo/ le pongo cinco patas y es única en el mundo/ si quiero me como  esta comida/ 
          y si quiero me voy y la dejo servida.   
       
      
        
            Se denomina comúnmente “bordereaux” a la ganancia obtenida en la  taquilla. 
         
        
            El Estado Militar, como todo estado fascista, exaltaba la  masculinidad como valor, frente a la femineidad, identificada con la ternura y  delicadeza y siempre vista como una amenaza para la integridad.  
         
        
            Este título hace referencia al poema “La mañana” de El libro  amarillo. 
         
        
            Mientras realizaba esta investigación he visto un anuncio en la  televisión de unos cds titulados Cantajuego que hoy, en 2008, plantean  como novedad el mismo tipo de actividad que estamos analizando. Esto muestra,  por un lado la vigencia de la obra de Fischer y por otro, que en algunos campos  como la pedagogía y la psicología están poniéndose de moda en España tendencias  de los años 70.  
         
        
            He presenciado algunos de los recitales que Pipo Pescador ha  hecho en 2008 en teatros de Castilla-La Mancha. A pesar de los años  transcurridos y de las diferencias culturales, sus canciones conectan  perfectamente con los niños, que se entusiasman, juegan y disfrutan.  
         
        
            Somos conscientes de la falta teórica que supone identificar al  autor del texto con el narrador del mismo, pero simplificaremos la cuestión por  considerar que no es relevante ahondar más en este tema según los objetivos  planteados. 
         
       
        
      
        
            El color amarillo (absolutamente prohibido en el mundo del espectáculo  porque trae pésimos augurios) es uno de los preferidos de Fischer que, en una  clara rebelión contra lo establecido, utilizó este color casi como símbolo. Sus  seguidores aún recuerdan su primer disco, de pasta, que en lugar del negro  habitual era amarillo patito. 
         
       
      
        
          
                  En la calle Corrientes, se hallan los teatros más importantes de  Buenos Aires.   
         
        
            Con edición nos referimos a la producción impresa de un texto.  Formato, tipo de papel, ilustraciones, etc. 
         
        
            Ejemplo de esto es El cuarteto Cedrón, que puso música a varias  poesías de Juan Gelman y Astor Piazzola a Borges.  
         
        
            La hija de Cesar Civita, Adriana, que huyó de Argentina debido a  los intentos de asesinato por parte de la triple A, es una amiga entrañable de  Fischer desde los años 70.  
         
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